Nonpalidece: cuarto de siglo por los caminos

El sábado a las 21, Nonpalidece vuelve a Tribus Club de Arte (República de Siria 3572), para presentar su sexto álbum y festejar sus 25 años en la música. Como invitados estarán Rudeboy Luchiano y Tamo Como Queremo!. Las entradas están a la venta en la boletería de Tribus (de 18 a 0) y a través del sistema Ticketway y sus puntos de venta (online y físicos).

Anticipando este regreso (tras su presentación en febrero de este año, El Litoral volvió a conversar con el cantante Néstor Ramljak, referente de una formación que completan Facundo Cimas (bajo), Germán Bonilla (batería), Bruno Signaroli (guitarra), Agustín Azubel (saxo tenor), Martín Mortola (teclado) y Ariel Sciacaluga (percusión).

Felicidad consciente

-En marzo tocaron en la ex Esma frente a más de 15 mil personas, en abril hicieron cinco shows en México, y presentaron el disco en mayo en Obras; siguieron tocando. ¿Cómo están viviendo este año de poder presentarse en todos los escenarios posibles?

-Felizmente conscientes. Antes de la pandemia y este trance teníamos un ritmo similar, de salir a tocar casi todos los fines de semana, dos o tres fechas por fin de semana. Ahora estamos recuperando ese ritmo, pero con un disco nuevo y con todo ese empuje que genera la música nueva y las expectativas de un lanzamiento.

Y también sentimos que hay un reencuentro más intenso con el público; que el público está viviendo de una manera más intensa los conciertos, tras este parate. Querer expresarse, bailar, encontrarse, abrazarse, tomar una birra del pico, compartir una lata de gaseosa: todo eso que parecía súper lejano en un momento se está viviendo con una intensidad que hace que los conciertos tengan otra dinámica. No lo pondría en términos de mejor ni peor, sino diferente con relación a la intensidad.

-A veces lo que uno daba por naturalizado, cuando no lo tuviste, lo vivís de otra forma.

-Siendo una banda que tiene la misma formación que grabó el primer disco, que lleva 25 años ininterrumpidos, viajando fuera del país, ya hace muchos años que somos plenamente conscientes de lo que estamos viviendo, y que además somos los artífices de eso porque somos una banda autogestionada.

Esto lo digo con total humildad, y sabiendo el lugar que ocupamos y todo el trabajo que hacemos para esto suceda. No estoy hablando de un lugar de snob, tiene que ver con nuestro trabajo, nuestra proyección y nuestra visión de lo que queremos para nuestro proyecto.

Latinoamérica toda

-Esta gira por México marca la posibilidad de volver a viajar; a un mercado al que vienen fidelizando desde hace mucho tiempo.

-Hace mucho, de hecho ahora hacemos una segunda etapa: nos vamos el 12 de octubre, ya están confirmadas cuatro o cinco fechas en distintas ciudades que no estuvieron en la primera etapa. Es el reencuentro con un público mexicano que nos quiere, nos conoce hace tiempo: pensá que desde el año 2002 que viajamos, casi seguro era una vez por año. Lo mismo a otros países de Centroamérica, como Costa Rica, Guatemala, El Salvador. Ahora nos vamos para Chile, el 24 de septiembre estamos en Uruguay: es como se destapó.

Estamos contentos con reencontrarnos con un público que no es de acá, y que también te coloca los pies en la tierra: porque no vamos a México y tocamos para 1.500 personas. El público mexicano es muy intenso también, tiene muchas similitudes con el argentino en cuanto a cómo participa del concierto. Así que contento, con la valijita siempre a medio armar.

-¿Por qué pensás que Nonpa llega tanto en toda Latinoamérica?

-Lo primero que diría es que el reggae es un género que en Centroamérica y México es muy consumido. En Centroamérica más que el rock; y México es un monstruo: pensá que en el DF viven la misma cantidad de habitantes que en toda la Argentina. Nosotros siempre cortamos 600, 700 tickets en distintas ciudades como Puebla, Querétaro, León; o Monterrey, donde hemos llegado a cortar 1.200, 1.500 tickets.

Creo que más allá de que el género es popular en sí, me parece que la gente conecta con la lírica, la música y la vibra que emana la banda: no hay un rebusque con eso.

Cuando a vos te gusta un género lo consumís. Me pasa a mí, que soy amante del reggae; si sale una banda italiana a tocar de la que no conozco un tema pero suenan bien y groovean, eso me hace bailar, mover la patita, más allá de que no sepa el estribillo. Lo mismo me parece que le pasa al fan del folclore: te gusta la chacarera y ves un pibito en la calle tocando bien, te gusta. Y cantar en castellano te permite conectar de inmediato: la letra se entiende y permite que uno la reinterprete, la haga suya y se identifique con eso.

Amistad artística

-En octubre del año pasado salió el disco homónimo de la banda, el sexto de estudio. Contabas en su momento que había sido un desafío hacerlo en el contexto pandémico. ¿Cómo fue poder darle la dimensión orgánica, ensayándolo para tocarlo en vivo, y cómo cambiaron estas canciones con tanta rodada?

-Eso se dio y estuvo bien, porque nos planteó una situación muy atípica; y lejos de lamentarnos o ponernos a patalear decidimos reinventarnos, y salió ahí el espíritu resiliente. Grabamos un disco en la distancia que después tuvimos que aprender a tocarlo. Hoy las canciones tienen la misma intensidad, pero por ahí no tienen la cantidad de capas que tiene la canción grabada: porque el tecladista grabó en su casa cuatro o cinco capas, que obviamente en vivo es imposible.

Por ahí en vivo las canciones son un poco más crudas que la grabación, vamos más al hueso, a la interpretación. Sin esa decoración tan amplia: que aflore la esencia. Cuando digo aprenderlas no es que no las sabíamos, sino: “Vamos a organizarnos qué vamos a tocar acá”. Estamos con un solo guitarrista actualmente, que Bruno (Signaroli), el guitarrista legendario. Grabó las bases y después arreglos. Entonces tuvimos que ordenarnos en ese sentido: “En esta parte toco bases, en esta parte el tecladista toma esa función y yo juego un poco con la guitarra”.

-Habíamos hablado de la participación juvenil de Stuart en “La alegría manda”, con el video del Gallo” Santiago Bluguermann. Pero el otro invitado del disco es Juanchi Baleirón (Los Pericos) en “Salir del olvido”. Es el otro extremo, un histórico del reggae nacional. ¿Cómo surgió ese convite?

-Fue a través de años de conocernos. Nuestra historia de amistad con Los Pericos arranca en 2002; porque grabamos nuestro segundo disco, “Nuevo día”, en Robledo, el estudio de ellos, con producción de Diego Blanco, que es el tecladista. En ese momento que íbamos a grabar en su casa nos cruzábamos con el resto de los chicos y tuvieron una actitud muy generosa con nosotros, al prestarnos instrumentos y facilitarnos conocimientos. Me acuerdo de Juanchi sacando dos o tres violas de un porte que en ese momento estábamos muy lejanos de poder comprar: fue muy espontáneo y natural.

Después el Bahiano se fue y estuvimos en el medio de esa disputa: en el disco posterior a “Nuevo día”, “Hagan correr la voz”, también hicimos algunas grabaciones en Robledo; ya se habían separado y había otro clima.

Juanchi, ahora en su rol de cantante muy bien plantado, había crecido un montón, y no lo habíamos llamado a cantar y sí a tocar la guitarra; un poco por lo que pedía esta canción, y otro poco por los tiempos que estábamos manejando para poder avanzar con el disco. Lo invitamos a poner la guitarra y nos pareció una idea genial; pero me queda en el tintero poder volver a invitarlo para que cante algo conmigo y generar algún encuentro de otras características.

En proyecto

-Esa canción no tiene video, de hecho no lanzaron ningún clip posterior a los adelantos. ¿Fue una decisión o el hecho de que estuvieron tocando mucho?

-Los adelantos también son parte del disco: “Slogan”, “Vuelta alto” y “La alegría manda”. El martes empezamos con el lanzamiento publicitario de nuestro cuarto video y corte difusión, que es de “Todo pasa”, con la que cerramos el disco. El video ya está filmado, también lo rodó el Gallo, y se estrena el 2 de septiembre: te tiro la primicia.

Fuimos trabajando acorde a como se iba presentando la situación entre las giras, y los tiempos que naturalmente ocuparon esos cortes. “Slogan” salió un poco antes del lanzamiento del disco; “Vuela alto” a los tres meses y “La alegría manda” tres o cuatro meses después. Estamos con una frecuencia de tres, cuatro o cinco meses para filmar videos.

La idea era tratar de hacer videos de todas las canciones, porque hoy en día más allá de que sea un corte de difusión los canales alternativos para mostrar tu música o ponerle una imagen son muy importantes, inclusive visitados; no tiene solamente el carácter de corte de difusión, sino también el de generar contenidos para que la gente pueda interactuar de otra forma con la banda. Así que la idea es seguir generando videos de este disco.

Algo que nos pasó también es que la pandemia nos juntó este disco con los festejos de los 25 años: no pudimos hacer un festejo como hubiésemos querido siendo una fecha tan significativa. Hay un plan para grabar un disco de clásicos de Nonpa para este año, arranca a fines de septiembre ese proyecto. Como también son canciones que venimos tocando hace muchos años, porque la idea es grabar el catálogo más representativo de la banda con algunos invitados y algunos condimentos que estamos definiendo. Tiene otra facilidad, porque los temas ya están compuestos, arreglados, súper tocados: es entrar a un estudio a pasarla bien, a grabarlas y mezclarlas. Así que posiblemente este año lancemos una primera canción de ese álbum.

Porque también ahora en septiembre estamos cumpliendo 26 años. La otra vez nos juntamos a hablar de eso, “¿esperamos a los 30?”, pero no: puede ser un error, porque pueden pasan muchas cosas en tres años.

-¿Es en estudio con invitados o va a ser grabado con un formato más vivo?

-Lo vamos a grabar en un estudio, nos vamos a ir a otro país a grabarlo; y va a tener invitados. Mutó un poco la idea: en principio iba a ser un disco de featurings, pero gestionar 15 ó 12 featurings es un terrible dolor de cabeza, porque así como nosotros volvimos a las rutas los cantantes que nos gustarían también. Porque lo que estaría dándole una impronta ciertamente diferente a una canción es el vocal: puede haber un instrumentista en una canción pero no sería muy diferente si la sigo cantando yo.

Entonces estamos considerando ese disco con algunos invitados, y también correrse un poco de eso que ahora todas las canciones tienen que tener un featuring: es un mandamiento, tiene que ser completamente de otra tribu porque si no parece que estás fuera de onda. Nos queríamos correr de eso, decidimos ir a grabar el disco a otro país, porque en ese viaje, esa organización también pasan cosas que influyen en la grabación: porque predisponen de otra manera, porque estamos viajando; porque teníamos ganas también de hace 25 años que tocamos. Fuimos tomando esas licencias, esos permisos de decir: “Hagamos algo diferente, algo que no hacemos a menudo”. Tenemos un sello que nos apoya ahora, y allá vamos, a esa aventura musical.