Un pequeño universo con sus diez planetas muy pensados
La obra pergeñada por el músico radicado en Rosario vio la luz este año bajo el nombre de "La insubordinación fundante". Su creador habita en la atmósfera musical de las palabras, sin perder de vista una cartografía emocional multidireccional.
Gentileza Santiago Moriconi Hacer una canción es, en el mejor de los casos, un ejercicio espiritual, un bache en tus coordenadas espacio-tiempo , explora Stinco.
Ber Stinco es un explorador de la palabra de origen cordobés, rosarino por adopción. En el transcurso de la pandemia, sumó un libro y un álbum a su variopinta producción artística. Sobre la composición de ambas piezas, las galaxias estéticas con las que se intercomunica y otras interrogantes, dialogó con El Litoral.
Si alguien dice
"Huir de las respuestas para poner el acento en las preguntas". Ahí está la búsqueda de Stinco: "en esa indefinición, en esa mezcla que por ahí desborda los géneros e, incluso, las disciplinas". Impelido por la curiosidad y el asombro, el cantautor asume que siempre se ha sentido un solitario, y que se debe aprender a vivir con esa soledad y encontrar sentido en ella. "Si una sola persona se siente acompañada, ya hice mi trabajo".
Para poner en acto la potencia enunciada, Ber emprendió, al menos, dos tipos de indagaciones: "Por tu culpa más que un loco" (2020) y "La insubordinación fundante" (2021). El primero es un libro; el segundo, un álbum musical con base literaria. "Creo que escribir es pensar", afirma. "Tuve una novia que decía que mi percepción de la realidad estaba chocada. Muchas veces, lo que aparece en mi radar transfigura en algo que no tiene nada que ver con lo que entró. La imaginación es como una coctelera y escribir es reorganizar, de alguna manera, todo eso".
Como escritor, reconoce Stinco, "trato de hacer una historia con el relato de la historia". Para ello, el espacio (los espacios) juega un papel clave. La Carlota, ciudad del sudeste cordobés donde nació Ber, es un mojón emocional en el libro. Y a lo largo de su obra musical: Palestina, Israel, Japón, el conurbano bonaerense, Venado Tuerto y la ruta 33. "Intuyo que son, más bien, un recodo en mi mente que ubicaciones geográficas concretas. Siento que la memoria es como un mapa capaz de doblarse hasta hacerse infinitamente pequeño; pero cuando la desplegás descubrís que todo está ahí: los sueños que has tenido, los lugares a los que fuiste e, incluso, a los que has querido ir y no fuiste". Y aprovecha para sacar de la galera mnemotécnica una idea de Fogwill (trailer de una catarata de referentes), para quien "si alguien dice que piensa y no escribe, pueden pasar dos cosas: que no piense o que tenga una condición muy especial que es conservar en la memoria lo que pensó en palabras".
Forjar y enfrentar
El multiverso de Stinco admite "ecos, sonidos, lugares, tics y atmósferas" de las más diversas procedencias. "Personas que me conmueven e inspiran", explica, "no solo a la hora de forjar una obra, sino también para enfrentar la vida". Leonardo Favio, Werner Herzog, Atahualpa Yupanqui, Tom Waits, José Larralde, Leonard Cohen, Harry Dean Stanton, Diego Armando Maradona, Clint Eastwood, Lucio V. Mansilla, Moris, Nicanor Parra. Los enumera de un tirón. Descansa y continúa.
La arquitectura de Francisco Salamone, como preludio a la literatura y algo de cine. Houellebecq, Cioran, David Foster Wallace, Roberto Bolaño, Schopenhauer, Nimrod de Rosario, Coppola, Hitchcock, el principio de simetría, la repetición, la tríada de ícono, índice y símbolo. "Tuve un metejón fulero con la 'Divina Comedia'", admite. Y añade: Zelarayán, Jorge Barón Biza ("El desierto y la semilla"), Carlos Busqued, Luciano Lamberti. "En fin, una infinidad de cosas y de experiencias que abrevan de diferentes afluentes".
Corre-lato
"La insubordinación fundante" es un libro publicado por el académico rosarino Marcelo Gullo que estudia las posibilidades que tiene Latinoamérica de salir de su condición periférica para "convertirse en un importante interlocutor internacional independiente". La historia cuenta que Ber y Marcelo coincidieron en un asado en el club El Tala. Stinco conoció "un hombre generoso y con una actitud ante la vida muy contagiosa, dueño de un carisma arrollador". Alguien "salido de otro tiempo, como esos prototipos de aventureros decimononos que se embarcaban detrás de una misión en pos de sus ideales. Para eso es necesario un sentido de trascendencia que le puede resultar ajeno, incomprensible y hasta absurdo a ese cascarón materialista y sin contenido en que devino el hombre actual".
El encuentro y la lectura del libro de Gullo tituló la obra del músico. Para este último, se trata del "correlato artístico de esa cosmovisión". El disco es "un pequeño universo con sus diez planetas muy pensados. Son canciones bastante diferentes, pero con un espíritu y cuerpo en común". Por caso, la última estación llamada "El efecto de realidad" opera como himno-manifiesto crítico y vital, urgente. Ber la escribió de un tirón, enojado. "Son seis carillas A4", contextualiza. "No fue pensado originalmente como canción, pero funcionó. Entiendo que la peor escritura es tratar de decir lo indecible, aunque en 'El efecto...' lo haya intentado. Creo que es lo más próximo que estuve a emular el estampido de un revólver disparado lo más cerca posible de las orejas. Los proyectos en los que trabajo suelen estar rodeados de un aura especial de vehemencia y energía interior que debo administrar bien. En este caso, fue todo lo contrario".
Para siempre
En "La insubordinación fundante" participan una multitud de aliados musicales. "Fuimos muy finos para que no haya redundancias ni chiches demás: si dos personas saben las mismas cosas, uno de los dos sobra", dice Stinco. La lista de invitados incluye a Willy Crook y Manuel Moretti. El contacto con el ex saxofonista de Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota fallecido el pasado 27 de junio se dio a través del guitarrista de la banda de Ber y productor del disco, Franco Colautti. "Me había imaginado ese bolero, 'Furtivo cazador' con su voz. Él inmediatamente aceptó y nos regaló una interpretación maravillosa. Lamentablemente, fue de los últimos registros de su vida".
En cuanto al cantante de Estelares, la relación viene de hace un tiempo. "Manuel es un amigo y una referencia de años. Considero que es uno de los más grandes compositores de canciones en castellano de las últimas décadas, es un honor contar con él. Nos unen muchas cosas: la admiración por Leonardo Favio, la literatura, la historia de nuestro país, la vida y la obra de Juan Manuel de Rosas, de Lucio V. Mansilla. Además, es una gran persona". Contar con Willy y Manuel "son cosas que atesoraremos para siempre", resume Ber. "Ni más ni menos que dos tipos que escuchaba y admiraba de mi adolescencia cantando mis canciones".
Además, la obra cuenta con un muestrario de exponentes de distintas escenas de Rosario, como Pablo Pino, Coki Debernardi, Nahuel Marquet, Bonzo Morelli y Leo Genovese. Sobre este último, cuenta Stinco que "nos dio el primer empujón para arrancar con las grabaciones y participa en casi todo los temas". Genovese vive en Nueva York -desde allí mandó las pistas- y "ha sumado muchos años de escenario y grabaciones con artistas tan diferentes: de Esperanza Spalding a Herbie Hancock, de Mon Laferte a Residente o Javier Malossetti, el Mono Fontana Mariano Otero y Sergio Verdinelli".
Un bache
Empieza saludando ("he vuelto, viejos amigos") y se despide exigiendo una ruptura con el statu quo ("falta la palabra, por fuera del lenguaje que nos abra la puerta"). ¿Quién es el personaje que se transforma a lo largo del álbum? "No tengo en claro si hay un solo personaje, yo me pongo al servicio de la canción", aclara Ber Stinco. "Hacer una canción es, en el mejor de los casos, un ejercicio espiritual, un bache en tus coordenadas espacio-tiempo. Con las canciones hay que tener algo claro; hay que perderse en ellas, estar dispuesto a dejarse llevar por la abstracción. Cuando compongo estoy intentando capturar algo vivo, y a veces la canción está ahí, a tiro de manotazo, como flotando sobre mi cabeza. Otras veces es más duro, tal vez como ir de pesca, entonces busco una palabra, una frase, algo para usar de carnada, después espero el pique y veo que trae… Creo que este grupo de canciones que componen LIF tienen que ver más bien con paisajes interiores. Pero tampoco de eso estoy seguro".
Detrás de las afirmaciones emergen las preguntas. "Amo las palabras, su sonido, su musicalidad, su significado y su significante, me gusta ponerlas al lado de otras y ver qué pueden hacer juntas, cómo se llevan, cómo es ese tacto, esa fricción. ¿Se gustan? ¿Se odian? ¿Qué pasa entre una y otra y el espacio en medio? ¿Qué paleta de colores forman? ¿Qué sonidos? ¿A qué clima evocan esas palabras, puestas así, de esa forma? ¿Y si las pusiera al revés? ¿Qué pasaría? Pero detrás de las palabras y las imágenes que evocan, detrás del lenguaje incluso, y en muy raras ocasiones, se llega a tocar una verdad más profunda. No pasa casi nunca, pero a veces pasa que sentimos el roce de una verdad detrás de las cosas. Y cuando pasa lo sabemos de inmediato, y ya no necesitamos darle vueltas al asunto. Todo lo que hago es para volver a sentir ese momento".