Natalia Oroño

El volumen consta, como el nombre lo indica, de prosas en clave poética, por momentos tan poéticas que pareciera que estamos leyendo poesía en prosa, la clave de esto reside en el manejo que tiene el autor de los procedimientos poéticos, que van estructurando al relato y que construyen la imagen del hombre que está solo y cansado, cansado hasta del silencio de dios, abatido por ese amor que mejor ha de callarse.

Natalia Oroño
“Prosas” es un libro de Miguel Ángel Gavilán (Editorial de l’aire) de la colección Movimientos Invisibles, consta, como el nombre lo indica, de prosas en clave poética, por momentos tan poéticas que pareciera que estamos leyendo poesía en prosa, la clave de esto reside en el manejo que tiene el autor de los procedimientos poéticos, así a lo largo de la obra nos encontramos con anáforas, comparaciones, metáforas, que van estructurando al relato y que construyen la imagen del hombre que está solo y cansado, cansado hasta del silencio de dios, abatido por ese amor que mejor ha de callarse.
En “Prosas” hay una tensión que se marca en dualidades callar/hablar, amor/desamor, esa tensión está presente en todo el texto, hablar y callar, silencio y escritura son procesos que modifican nulamente lo que acontece: “Hablamos. Emprendimos el rito de las hogueras apagadas”. Pareciera que no habría comunicación posible: “Hablamos. Se nos llagó la boca de decir nuestros nombres, nuestras polvorientas realidades, nuestros días transcurridos en el regazo del abandono”. El silencio también se tematiza como forma de desencuentro, de cosa desencajada “Pesa la edad de mi silencio. Me pesa tanto como las palabras calladas por dios, como un gesto en el fondo del espejo, como los zapatos vacíos”.
“Prosas” habla del amor, del desamor, pero también del lenguaje, es una poética sobre el lenguaje mismo y por eso hay una mención constante a lo ritual, a la fe, en sus textos se menciona a la biblia, a los vikingos, a dioses en plural, hay algo de iniciático en estas prosas, algo que tiene que ver con lo sagrado, que tiene que ver con el origen así como reza nuestra tradición cristiana: en el principio era el verbo. “Las metáforas se siguen precipitando. Porque los dioses lo han querido”. El poeta es predestinado por los dioses, con eso que tiene que ver con lo inaugural. En prosas el amor y la fe van juntos, porque el amor debería ser algo universal.
También hay menciones a la naturaleza como en todo texto que habla sobre lo sagrado: “Este que es el último fin, que es el último lapacho florecido, me sirve para decir, amor, lo que pretendo”.
Por sus prosas además desfilan poetas de una tradición clásica como Bécquer, Neruda a quien de alguna manera Miguel les rinde homenaje. Sumergirse en “Prosas” es indagar sobre las formas de hacer poesía.