Roger Waters: un testamento político, sonoro y visual
El ex Pink Floyd dedicó su (hasta ahora) despedida de las giras mundiales para dar su mirada del mundo, contra todas las oposiciones posibles, en un viaje conceptual. Fueron dos horas y media de show, con Eruca Sativa como número de apertura.
Roger Waters se presentó en el Más Monumental de River Plate. Crédito: Télam
Después de las idas y vueltas con los hoteles y denuncias de la Daia por las posiciones críticas de Roger Waters a los bombardeos (y la situación cotidiana previa) del Estado de Israel sobre la Franja de Gaza, el ex Pink Floyd llegó finalmente a la Argentina para despedirse de su público: ya carga 80 años en sus espaldas, y además es bastante crítico (también) de las condiciones de la música internacional en vivo hoy (a la que considera clasista).
Tras un primer concierto con pocas cámaras, la segunda noche se anunciaba como más habilitada, e incluso transmitida en exclusiva por Flow. En esas tensiones se mueve el artista: show de primer nivel internacional, puestos de apoyo a Palestina en el Más Monumental, y lugar de alojamiento mantenido en reserva. "This is Not a Drill" ("esto no es un simulacro"), es la consigna de la gira, a partir de la canción "The Bar", compuesta tras la muerte de su hermano ("Cuando alguien muere, te das cuenta de que esto no es un simulacro").
Compromiso argento
A las 19.45, Eruca Sativa ganó el (angostado) escenario. Los cordobeses Brenda Melina, Martin Gabriel (bajo y voz) y Gabriel Pedernera (batería y coros), y la sunchalense Luisina "Lula" Bertoldi Festa (voz y guitarra) ya abrigados (y oscuros) en el vientito del anochecer.
Abrieron el set con "Para que sigamos siendo", tema dedicado a Abuelas de Plaza de Mayo. "Memoria, verdad y justicia: fueron, son y serán 30.000, dijo Lula, antes de pasar a "Por quienes vendrán. Brenda pasó a la guitarra acústica y Lula se sumó a la percusión, para el aire de chacarera Creo; con un nuevo cambio en la instrumentación (Gabriel en la guitarra de nylon) versionaron "Cinco siglos igual", de León Gieco, con vistoso sólo de bajo fretless, con Lula acompañando en la caja chayera.
Dieron continuidad a la autoctonía pero en clave eléctrica, con "Chacarera del primer día" (canción inédita). La subida al groove más clásico del grupo llegó con "Magoo", con las síncopas de Pedernera, los slapping-poppings de Martín y explosiones vocales de Bertoldi. Así se despidieron, cediendo el escenario al personal del artista principal, para que todo estuviera listo a la hora señalada.
Marcar la cancha
A las 20.45, una grabación de la voz áspera del británico anunció que empezaría en 15 minutos; hubo otro anuncio diez minutos antes, ya apagando las luces, y otros a los cinco.
A las 21, la voz hizo dos anuncios. Uno fue quem por el bien de los demás asistentes, apaguen los celulares; el segundo fue: "Si eres de los que dicen 'Me gusta Pink Floyd pero no la política de Roger', harías bien en irte a la mierda".
Roger Waters se presentó en el Más Monumental de River Plate. Crédito: Télam
Es que para el veterano artista conceptual (ya porta 80 años, aunque bastante bien llevados: tiene el andar de un hombre mayor y la voz algo cascada, pero buen ánimo y estampa, con una sombra de bigote sobre el labio) esta vez la pretensión fue dejar un testamento político a través de las canciones y la puesta visual, demostrando que siempre habló de los mismos temas, y que los hits se integran a esa paleta, pero no están para contentar fanáticos.
Cuatro pantallas reprodujeron el videoclip de la versión de "Comfortably Numb" que grabó en pandemia para "The Lockdown Sessions". Waters salió con un guardapolvo de médico, escoltado por dos enfermeros, junto a un muñeco grotesco como paciente en silla de ruedas. La reinterpretación es oscura, con las coristas Shanay Johnson y Amanda Belair cantando la parte de David Gilmour; no hay solos de guitarra, pero sí sonidos cetáceos y ruidos de tormenta, con un solo vocal de Johnson, mientras la sombra del cerdo cruzó la pantalla.
Roger Waters se presentó en el Más Monumental de River Plate. Crédito: Télam
Un helicóptero surcó la puesta sonora envolvente, para entrar en el medley de "The Wall": así se unieron "The Happiest Days of Our Lives" ("Nosotros somos los buenos, ellos los malos. ¿Quién lo dice?", rezaron las pantallas, un escenario sobre el escenario físico). Llegó "Another Brick in the Wall Part 2", sin la vuelta de los niños, pero con solo reglamentario de Dave Kilminster, enganchando con "Another Brick in the Wall, Part 3", con mensajes de "Haz el amor y no la guerra" y "Cóbrenles impuestos a los ricos y no a los pobres".
Conflictos
El solista tomó la guitarra eléctrica para "The Powers That Be", entre imágenes de agentes antimotines animadas mezcladas con otras reales de asesinatos policiales en distintos lugares del mundo (por ser negro en Estados Unidos, mujer en Irán, morocho en la Argentina, palestino en Rafah.
"The Bravery of Being Out of Range" abrió y cerró con palabras de Ronald Reagan, identificado como criminal de guerra, mismo cargo apuntado a los dos George Bush, Bill Clinton, Barack Obama, Donald Trump (todos por bombardeos, ventas de armas y financiamiento de terroristas) y Joe Biden ("sólo empezando").
Tomó la palabra (interrumpido por el primer "Olé olé" de la noche), mientras daba un sorbo a pico de una botella de whisky. Expuso que la paz para siempre en Tierra Santa llegaría cuando todos tuvieses iguales derechos, del río Jordán al Mediterráneo. Habló de la siguiente canción "The Bar", un lugar donde uno pudiese sentarse a conversar y dar una opinión "sin que te lleven a la cárcel o algo". Contó que siempre fue bienvenido en Buenos Aires, salvo esta vez, que le cerraron los hoteles. "Uno fue (leyó un papelito) Gabriel Galinsky: no sé quién es, pero parece que es duelo de todos los Four Seasons. ¡Fuck you!"
Roger Waters se presentó en el Más Monumental de River Plate. Crédito: Télam
Y subió su apuesta: "Mi diferencia con el lobby israelí es que pienso a la raza humana en todo el mundo, sin diferencias étnicas, y por supuesto en Palestina. Gracias por venir con una pasión desesperada".
Entonó la canción, hablando de fabricantes de bombas en Arizona, tocando el piano, acompañado por las chicas y proyectando fotos actuales de la Franja de Gaza.
Aquellos tiempos
Propuso un viaje al pasado, a 1974, con archivos de Pink Floyd y su público, guitarra en mano, para "Have a Cigar". Fueron a "Wish You Were Here" con guitarras acústicas (Jonathan Wilson, segundo guitarrista, en la de 12 cuerdas), con un despliegue vocal de Shanay. Mientras, un texto en pantalla narraba una anécdota de Roger y el homenajeado por el tema (el fundacional Syd Barrett) cuando soñaron armar una banda en Londres, el día en que fueron a un show de Gene Vincent "Todo fue un poco mal después de eso" (lo de Barrett fue cuesta abajo, no fue un simulacro).
Una referencia a su primer fracaso matrimonial y un ataque de nervios en Abbey Road dio continuidad al tributo a Syd: Roger agarró el bajo para "Shine On You Crazy Diamond (Partes VI-IX)", con intro de steel guitar de Kilminster y del saxo de Seamus Blake, en un segmento fundamentalmente instrumental.
El viaje siguió al 77, con el disco "Animals": un homenaje a George Orwell (por "1984"), Aldous Huxley (por "Un mundo feliz"), y Dwight Eisenhower (por su discurso sobre el complejo industrial militar). De allí recupero "Sheep", donde los sonidos de perros y gallinas dieron lugar a las ovejas cantando bajo imágenes de embriones, balas y cerdos. Una oveja inflable dio la vuelta en el campo del estadio, mientras pasaban tweets referidos a la Corte Suprema de Estados Unidos y su enfrentamiento al aborto legal. Terminó con ovejas karatecas llamando a resistir el capitalismo, el fascismo y la guerra, entre fuegos artificiales.
Los músicos se retiraron para un intervalo, en el que desde las tribunas sonaron cánticos tales como "Milei basura, vos sos la dictadura", El que no salta votó a Milei", y "Nunca Más".
El loco
Un chancho inflable, esta vez con ladrillos, un símbolo radiactivo y la frase "He's mad, don't listen" ("Está loco, no lo escuchen") recibió a Waters con los enfermeros, esta vez él en silla de ruedas y chaleco de fuerza, entre fuegos de artificio. Una inyección lo despertó para cantar "In the Flesh", entre arpegios y coros. Otra inyección lo durmió y se lo llevaron entre disparos. "¿Hay paranoicos en el estadio? Hoy esto es para ustedes. Diviértanse", se leyó, antes de que el protagonista volviese para entonar "Run Like Hell" (con una remera que decía eso), entre luces rojas (uno de los tópicos estéticos de la gira) martillos y parodias redes sociales, con un solo de teclado de Jon Carin.
Roger Waters se presentó en el Más Monumental de River Plate. Crédito: Télam
Waters se sacó la remera y abajo tenía una negra (de nuevo, como de costumbre) que decía "Resist" para "Is This the Life We Really Want?", con videos de consumo y represión; empuñando guitarra acústica y pañuelo palestino al cuello. Terminó en el piano, entre visuales de la destrucción en Gaza y la frase "Stop the genocide", entre niños heridos y muertos, y la consigna "Todos necesitamos derechos", entre solos de Kilminster y Blake. El final fue con el footage del asesinato de periodistas de Reuters en Bagdad en 2007, que Chelsea Manning le filtró a Julian Assange (ambos aplaudidos).
Lado oscuro y luminoso
En "Money", el buen Roger volvió al bajo para tocar la emblemática base, en un clásico de crítica al capitalismo. La cantó Wilson en plan Gilmour, con el segmento del saxo jazzístico a cargo de Blake. Wilson arrancó el solo de guitarra y lo cedió a Kilminster, para cerrar al unísono (tras lo cual el segundo se abrazó con el jefe).
Un colchón de teclados de Carin abrió "Us and Them", con Wilson cantando la parte soft de Gilmour y Waters haciendo su segmento (¿seudo puente? tenso, junto al saxo sinuoso y amable. En "Any Colour You Like" (siguiendo el enganchado original de cierre de "The Dark Side of the Moon") las visuales mostraron palestinos, militantes de Black Lives Matter, indios en basurales, bombardeos y represiones, junto a los solos de sinte y de guitarra, terminado en imágenes de culturas diversas.
El comandante ya había cedido el bajo y tomado la acústica para "Brain Damage" (con las risas en surround en la parte de "the lunatic is in my head") rematando el segmento con "Eclipse": luces hicieron el prisma, mientras los coros secundaban a Roger y la voz de Shanay Johnson volaba por encima. Luces desde el escenario proyectaron el arcoíris hacia lo más alto del Más Monumental, al tiempo que un arcoíris de gente de orígenes y etnias diversas llenaban las pantallas (en el cierre del lado B del citado long play).
El brindis del adiós
"Gracias, son una fantástica audiencia", afirmó Roger, interrumpido por un "Olé olé" muy fuerte. Anunció que volvería con dos canciones más, partes de su último trabajo con Floyd: "The final cut", de 1982. "Two Suns in the Sunset" (reversionada en "The Lockdown Sessions"), con nueva actualidad por la cercanía de una Tercera Guerra Mundial: "Que los líderes se junten y hagan al mundo un lugar mejor, sin armas nucleares", bramó Waters, antes de tocar la canción ilustrada por un vistoso y terrible clip de animación.
Roger Waters se presentó en el Más Monumental de River Plate. Crédito: Télam
Alguien gritó un "te amo", y él respondió: Yo también los amo, si no, no estaría acá". Invitó a toda la banda a brindar con mezcal de México, antes de una relectura de "The Bar". Recordó a tres personas: a Bob Dylan, por incluir en su disco "Blonde on Blonde" la canción "Sad Eyed Lady of the Lowland". "La chica en esa canción es mi esposa, Camilla". El tercer recuerdo fue para John, su hermano mayor, que murió el año pasado. Le dedicó la canción en el piano de cola, tomando algunos tragos más del mezcal (algo que acompañaron Johnson y Blake, entre otros integrantes de la formación, acodados en el piano.
El final fue con una versión acústica de "Outside the Wall", con Wilson en steel dobro, Gus Seyffert (coproductor de "The Lockdown Sessions", cuando todo el show en bajo y guitarra) en acordeón, el baterista Joey Waronker en tambor, Blake en clarinete y Carin em marxófono (especie de cítara trinadora). De a poco se fueron despidiendo y saliendo como una marching band, terminando en las pantallas (ya desde bastidores) hasta que estas se apagaron definitivamente.
Así cerró la que se anuncia como la última gira global de un artista legendario, que en un mundo complejo y adverso (muy lejos de los soñadores 60 y 70, en los que cimentó su fama) eligió poner toda la carne en el asador y no callarse nada. Aunque a algunos no les guste.
Los comentarios realizados son de exclusiva responsabilidad de sus autores y las consecuencias derivadas de ellos pueden ser pasibles de las sanciones legales que correspondan. Evitar comentarios ofensivos o que no respondan al tema abordado en la información.
Dejanos tu comentario
Los comentarios realizados son de exclusiva responsabilidad de sus autores y las consecuencias derivadas de ellos pueden ser pasibles de las sanciones legales que correspondan. Evitar comentarios ofensivos o que no respondan al tema abordado en la información.