José Luis Aguirre, ganador del Premio Gardel 2020 al Mejor Álbum Artista de Folclore por “Chuncano”, llegará este viernes a Tribus Club de Arte, para presentar todo su repertorio más las canciones que compuso en pandemia, con Nacho Peñalva como artista invitado. En la previa, El Litoral repasó junto al cordobés las etapas de una carrera en crecimiento constante.
Gentileza producción Guitarra, ronroco, caja y bombo: de la mano de sus instrumentos, Aguirre repasa un repertorio pensado en la intimidad de su casa, que llevó a grandes escenarios.
José Luis Aguirre se presentará en Tribus Club de Arte (República de Siria 3572) el próximo viernes a las 21. Su presentación en formato solista (acompañado sólo por sus instrumentos: guitarra, ronroco, caja y bombo) girará alrededor de nuevas canciones, que formarán parte de su próximo disco, además de un recorrido por “Chuncano”, ganador del Premio Gardel 2020, como Mejor Álbum Artista de Folclore y, por supuesto, el repaso de los temas que lo acompañan desde siempre.
Como invitado estará Nacho Peñalva. Las entradas están a la venta en la boletería de Tribus y a través del sistema Ticketway y sus puntos de venta (online y físicos).
Antes de su llegada, El Litoral repasó con el artista los momentos que marcaron su carrera y su momento de madurez artística.
En solitario
-Venís en formato solista, solo con guitarra y voz o bombo y voz. ¿Cómo se adapta el repertorio a esta modalidad, y qué conexión con lo que estás tocando te da, a diferencia del toque compartido?
-En primer lugar las canciones siempre nacen de una modalidad solista: uno las hace solo, en su casa; después se adapta el grupo, el conjunto de otros instrumentos. Pero siempre es una canción que nace del solo, así que es un modo natural de la canción que voy a presentar. Porque nace de ese “sentir solo”, y hay una conexión ahí muy íntima con la gente, que se da en diversos ámbitos: ya sea un ámbito donde no están tan escuchadores sino más bien peña; y se adapta muy bien al teatro y al ámbito solo.
Así que ese conexión se da, y va de la mano con lo que estoy haciendo ahora: que un repertorio solista, y ya naturalmente no están incluidos los instrumentos sino más bien esa intimidad de lo que hago en mi casa.
-Así solo saliste en enero a encarar la plaza Próspero Molina. ¿Cómo es encarar un público tan nutrido, que por ahí está más lejos físicamente?
-Cada vez que salgo en Cosquín se produce una magia muy particular: siento que a pesar de que haya tantas personas allí es un lugar muy cercano, que el público es muy respetuoso y escuchador. Es como entrar en una especie de templo, y se rompe la barrera de la distancia con la gente: la gente está ahí muy cerca. No me pasa en muchos lugares, pero cada vez que salgo en Cosquín me encuentro de nuevo con esa cercanía de la gente; y es un lugar donde jugarse, de salir de tocar solo, es muy posible.
Por eso ya es la segunda vez que salgo a tocar solo en Cosquín, y me parece una linda forma de presentarse: solo con la guitarra y las palabras, y en ese plaza mágica, donde tocó (Atahualpa) Yupanqui solo, donde tocó Argentino Luna solo, donde tocó Rafael Amor solo; y un montón de gente: (Eduardo) Falú y (Jaime) Dávalos tocaban solos. Todavía sigue produciéndose esa magia de que solamente hace falta la voz, una guitarra, y la letra y la poesía.
Encuentros
-Ahí tuviste como invitados a Raly Barrionuevo y Peteco Carabajal, tocando canciones tuyas. ¿Cómo fue ese momento, y cómo se siente ese reconocimiento de referentes de dos generaciones distintas?
-Para mí fue cumplir un sueño: le dije allí a Peteco que lo escucho desde siempre, e inclusive tenía un sueño de viajar con él alguna vez. Raly es otro maestro que a muchos de nuestra generación nos guió, nos mostró el camino, y por eso esa noche sentí que hacía realidad un sueño.
La verdad que yo no sé si es reconocimiento, pero siento por ellos una amistad, una admiración muy profunda, y que esas canciones hayan sonado en sus gargantas y en ese lugar, la verdad que es un reconocimiento. Sobre todo al andar de cantor y un regalo más que un reconocimiento sobre todo a este andar de cantor y sobre todo un regalo más que un reconocimiento, para el alma y este oficio de cantor. Peteco y Raly siempre en mi corazón.
-Fue la vuelta del festival después del parate obligado por la pandemia. ¿Cómo viviste esos años donde los escenarios estuvieron vedados?
-Fue un gran desafío: después de muchos años de andar viajando y de tener ese trajín de los fin de semanas o cada tanto moverse y estar con gente. Para mí fue una época de meterse para adentro, de rever todo y de trabajar desde allí. Después de un tiempo de haber transcurrido eso la verdad que re agradezco todo lo que sucedió en lo personal: poder trabajar, poder mirarse, poder buscar las nuevas formas; o sobre todo lo que uno está sintiendo, que es lo que voy a estar presentando: la primera parte del repertorio son todas las canciones que hice en pandemia.
Fue un gran aprendizaje, un desafío que fue desde la música hasta lo más familiar. Y la verdad es que más allá de todo lo que pasó se agradece el haber podido detener un poco la pelota, y prestarle atención también a algunas cosas que a veces esto de andar viajando y tocando no te da tiempo, Esa es mi visión: aprendizaje, desafío y un buen momento creativo.
Distinciones
-Ganaste el Premio Gardel 2020, por “Chuncano”, tu quinto disco. ¿Cómo se sintió ese reconocimiento a una trayectoria que venías forjando paso a paso?
-Por supuesto que me alegré mucho por el reconocimiento a ese trayectoria paso a paso; pero también me alegré y me sentí confortado de que la música independiente, la música de una región, que viene de un pueblo del interior, haya sido reconocida; y en ella reconocida un montón de artistas que no solamente me forman sino que me acompañan, y un montón de amigos y de músicos que están haciendo música independiente.
El reconocimiento de los Gardel a eso, aunque seamos uno, fue muy gratificante por eso: porque se reconoció a la música independiente, y de una región, y eso es lo más valioso para mí, más allá del logro personal: el oro colectivo de un montón de gente que está haciendo cosas maravillosas desde la música independiente. Y en esos ámbitos, y en esos lugares tan visibles, que haya llegado “Chuncano”... Ya la misma palabra lo dice: “Chuncano” habla del interior, de la gente de pueblo, y es el más grande los reconocimientos.
-Vas a estar presentando canciones nuevas, parte de un próximo álbum. ¿Qué se puede adelantar de ese material?
-Como contaba antes, el repertorio que voy a estar cantando tiene mucho que ver con las canciones en pandemia; y a diferencia de los otros discos (que han sido un poco más paisajísticos, algunos enarbolando por ahí la lucha de los derechos humanos, de la defensa del monte), este nuevo trabajo va a ser un poco más personal, de la búsqueda interna del ser y de cómo nos acomodamos a la pandemia, y dándose fuerza.
Eso es lo que podría adelantar: que va hacer un disco con esas características de una búsqueda personal, y más bien tirando a canciones, con el solo instrumento. Eso va a tener que ver mucho con lo que va a salir, y con lo que voy a mostrar también allí en los lugares en que me presente.
-En 2008 salió tu primer disco, “Pinturas del pago chico”, y en año 2010 fuiste Revelación de Cosquín. ¿Qué significaron esos dos momentos en torno a los 30, siendo que venías tocando desde la adolescencia?
-Para mí fue un impulso: después de venir tocando desde chico, recibir un premio como el de los 50 años de Cosquín y haber sacado un primer disco de canciones propias que se abra ese camino fue como un impulso para seguir por esa decisión de cantar, de autocantarse, de reflejar el paisaje del que uno viene. Esos reconocimientos, sobre todo el de Cosquín, me motivó a seguir andando la huella; y a esa edad en la que se va construyendo recién el camino uno se siente abrazado por el entorno. Para mí fue eso: descubrir que podía, que la gente iba a responder a una propuesta artística de cantautor, y el reconocimiento en los 50 años del Cosquín, poder salir solo con la guitarra y cantar una canción, y que esa canción fuera premiada con la Revelación fue un motivo para seguir andando la huella y seguir cantándole a la tierra.
Amistad creativa
-En paralelo a tu trabajo solista integraste el grupo Palabración de la Tierra y sostenés el Amicho Dúo con Ramiro González. ¿Cómo ha sido integrar esos proyectos, y cómo se retroalimentaron con tu carrera principal?
-Lo primero que se me viene a la mente es la amistad: son grandes amigos para mí la Mery (Murúa), el Juan (Iñaki) y la Paola (Bernal). Y Ramiro no solamente un maestro, sino un hermano de la vida con el que hemos vivido montones de cosas. Eso es lo principal: creo que no podría compartir música o creatividad con nadie que no sea de mi familia, de la amistad y el cariño y la hermandad. Y después con semejantes artistas poder ver el resultado de una canción: cómo esa canción que era una pequeña semilla se iba transformando y se iba modificando con la impronta que cada uno de estos artistas maravilloso le ponía.
Y con Ramiro nuestro proyecto fue compartir las canciones que en ese momento nos acompañaban más de cerca. Fue fue un hermoso encuentro con Ramiro; hay un disco pendiente que está en un estudio, que tenemos que encontrar y terminar.
Sobre todo la hermandad, el compartir los viajes con gente muy hermosa; y me dejó una enseñanza fundamental para lo que yo hago solo. Eso es es algo que atesoro: el compartir con hermosas personas y poder aprender de ellos.
-Pasó la temporada de festivales, tenés un próximo disco en vista. ¿Qué más se viene para este año?
-Cómo proyectos tengo ahí algunos viajes al exterior, y tocar aquí por el país también, en las distintas provincias. Presentar este espectáculo, el disco que va a ser grabado en vivo con gente. También tengo en vista un nuevo libro de poesías, que quiero sacar este año. Así que pinta lindo lo que viene: viaje, libro y disco. Está lindo el año, ¿eh?