Luego de "Alta complejidad" y "Vidas ajenas", Nando Varela Pagliaro lanza su tercer trabajo solista, titulado "Mi tormenta". Donde une tango, milonga y chacarera, con "espíritu ciudadano y barrial".

Las nuevas canciones del músico y escritor Nando Varela Pagliaro tienen si origen en experiencias personales, paisajes urbanos y emociones compartidas.

Luego de "Alta complejidad" y "Vidas ajenas", Nando Varela Pagliaro lanza su tercer trabajo solista, titulado "Mi tormenta". Donde une tango, milonga y chacarera, con "espíritu ciudadano y barrial".
Son ocho composiciones que hablan del amor, de la nostalgia, de la infancia, de las despedidas y de la contemplación poética de la naturaleza. Del proceso de creación (y de otras cosas) Pagliaro dialogó con El Litoral.

-En "Mi tormenta" el tango aparece con un protagonismo inédito en tu obra. ¿Cómo fue ese proceso de darle finalmente un lugar central a un género que, según vos mismo decís, siempre estuvo presente?
-El tango estuvo siempre rondando mis canciones, pero más desde el lado de las letras que de la música. En “Mi tormenta” sentí la necesidad de darle voz y cuerpo, de que dejara de ser un guiño para pasar a ocupar un lugar más central.
Diría que fue un proceso natural, casi inevitable para este manojo de canciones, porque el tango aparece en mi manera de mirar la ciudad, en cómo me gusta caminar por el barrio, en esa nostalgia por el pasado y por ese misterio que es la infancia.

El desafío fue dejar que el tango entrara en lo musical y que dialogara con lo que vengo haciendo, pero sin forzarlo. En eso el gran responsable de que hayamos llegado a un puerto feliz fue Acho Estol, que es quien produjo el disco.
-El disco reúne voces muy diversas: de Manuel Moretti a Cucuza Castiello, de Yacaré Manso a La Chicana. ¿Qué buscabas al convocar artistas con universos tan distintos y cómo se fue armando ese diálogo?
-Siempre me interesó el cruce, la mezcla. El tango, el rock, el folclore y la canción popular argentina se hablan entre sí desde hace décadas, y yo quería que eso se reflejara en el disco.

Cada invitado aporta su propio color y su manera de interpretar, y juntos, creo, terminamos armando un mapa de voces que atraviesa géneros y también generaciones.
-En tus letras conviven la nostalgia del barrio, la memoria de la infancia y las contradicciones del amor contemporáneo. ¿Qué rol juega la escritura, también ligada a tu faceta como periodista y poeta, en la construcción de estas canciones?
-La verdad es que es muy difícil considerarse poeta. Escribo letras de canciones, que no es lo mismo que escribir poesía. Publiqué algunos poemarios, es cierto, pero no sé si eso es suficiente como para que uno se saque chapa de poeta.

Yo creo que lo que más me define en todo caso, incluso más allá de mi formación como periodista, es la curiosidad y la necesidad de contar lo que me pasa, lo que veo, lo que siento.
La escritura aparece como un puente entre todo eso y la música es el mejor vehículo que encuentro para poder hacerlo. Mis letras son, en el fondo, una forma de memoria: del barrio, de las relaciones, de las cosas que perdí.
-"Mi tormenta" oscila entre la melancolía y la esperanza, entre la lluvia inevitable y el desasosiego interior. ¿Sentís que este disco funciona como un autorretrato de un momento particular de tu vida?
-Sí, definitivamente. Todos los discos, creo, son una foto de determinado momento de mi vida. Por más que haya canciones que son de distintas épocas, si uno elige mostrarlas ahora es por algo. De todos modos, no todo es tan autobiográfico como parece.

El que escribe en general suele ser un impostor la mayoría de las veces. Creo que “Mi tormenta” refleja un tiempo de búsqueda. Por eso aparece esa mezcla de melancolía y esperanza, que es un poco la forma en que transito la vida.
-Tus tres discos solistas parecen trazar una evolución: de la experimentación en Alta complejidad a la voz más narrativa de Vidas ajenas y ahora a la vertiente más tanguera de "Mi tormenta". ¿Pensás que este nuevo trabajo abre un capítulo distinto en tu recorrido artístico?
-Sí, lo veo como un nuevo capítulo, conectado con los anteriores desde lo compositivo, pero no tanto desde lo musical. Intuyo que iré alternando discos que vayan más por esta vertiente más tanguera con otros que sigan el camino de los dos primeros, que son más cancioneros.

Pero bueno, uno nunca sabe qué hay más adelante y mejor no hacer tantos planes, porque lo propio del plan es que falle. Así que prefiero dejarme llevar por lo que siento, que el motor de todo siga siendo el deseo de hacer, de contar, de escribir, de cantar. No se me ocurre otra cosa mejor para mi vida.
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