En el panorama del tango contemporáneo, hay voces que apuestan a esquivar la repetición. Walter Hidalgo, bandoneonista, compositor y cantante, trata de hacerlo en "Ave Fénix", su nuevo álbum de estudio con canciones propias.

El nuevo trabajo del artista argentino fue compuesto en Lisboa. En una entrevista, habla de sus influencias, del rol del bandoneón y del poder de cantar lo vivido.

En el panorama del tango contemporáneo, hay voces que apuestan a esquivar la repetición. Walter Hidalgo, bandoneonista, compositor y cantante, trata de hacerlo en "Ave Fénix", su nuevo álbum de estudio con canciones propias.
Disponible en plataformas digitales, "Ave Fénix" es una declaración de principios. "La vida nos ha sido dada, y lo menos que podemos hacer es honrarla", confiesa el propio Hidalgo al referirse al disco.
Nacido en Pehuajó, discípulo de Domingo Mattío y Julio Pane, Hidalgo recorrió los escenarios más emblemáticos del tango porteño y del circuito internacional. Fue solista junto a la Orquesta Filarmonía das Beiras y participó en espectáculos de raíz piazzolliana como María de Buenos Aires.

Con "Ave Fénix", reafirma su lugar en el presente del género: "Canciones originales que emergen del desarraigo", como él mismo las define, cruzando herencias con una mirada poética contemporánea.
En diálogo con El Litoral, Hidalgo cuenta el "detrás" de este nuevo trabajo, su historia con el bandoneón, y el íntimo proceso de composición que lo llevó a concebir este material tan personal como universal.
-El disco se llama "Ave Fénix" y ya desde el título uno intuye que viene con mucha historia detrás. ¿Qué fue lo que te impulsó a crear estas canciones? ¿Hay una experiencia personal que marcó este renacer?
-La pandemia fue el motor de estas canciones. Yo tenía grabado Colapso en febrero de 2020 y en marzo se produjo el confinamiento.

Por tanto, escribir era una catarsis imprescindible para mí, que me encontraba solo y del otro lado del mundo. La estructura que soportó todo eso fue justamente un cambio de vida, un despertar espiritual o algo así. Y acá estamos.
-Decís que las canciones nacieron "entre el humo y el desarraigo, entre la risa y el llanto". ¿Cómo fue ese proceso creativo? ¿Dónde y cómo empezaron a tomar forma estas músicas?
-Estaba en Lisboa, en la casa de mi amigo Changuito. Ahí compuse "Flor de Añil", "Angaú", "En Blanco" y "Negro Andoriñas".

"Luz de luna" era una vieja idea que esperó 10 años y también quiso parirse allí. Ese era un ambiente muy bohemio y amigable. Aunque a la vez triste.
-No es común ver a alguien que cante y toque el bandoneón al mismo tiempo. ¿Cómo llegaste a hacer eso tu sello? ¿Qué te pasa por dentro cuando estás en ese doble rol sobre el escenario?
-Me siento pleno cuando lo hago, claro. Es algo que me da mucho placer y cada vez más en la medida que yo puedo tener más independencia entre uno y otro personaje.
El maestro Rubén Juárez me enseñó que tocar el fueye y cantar era algo posible. Por eso compuse "En Blanco y Negro", en su honor.
-En el disco hay una mezcla interesante de sonidos, lugares y climas: desde Buenos Aires hasta Lisboa, con músicos de distintas partes. ¿Cómo fue trabajar a tantas puntas y qué buscaste transmitir con ese cruce de mundos?
-La verdad no quise transmitir nada. Quise grabar en Buenos Aires y las cosas no fueron fáciles. Además, en ese ínterin me entregaron un nuevo bandoneón Fischer. De modo que luego cambié los bandoneones y una serie de cosas.

Y creo fue un acierto haber confiado en Nelson Canoa con la mezcla y masterización. El disco suena compacto.
-Tenés una carrera extensa y con muchos caminos recorridos. ¿Qué lugar ocupa “Ave Fénix” dentro de tu historia artística?
-"Ave Fénix" es mi presente y lo que vendrá.
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