La autora de "El libro (no) de los Salmos" vuelve a desplegar un lenguaje movedizo, íntimo y desacralizado. Una conversación sobre la fe, la duda y la poesía.
El nuevo libro de Susana Szwarc fue editado por Hiperión. Foto: Gentileza Gabriela Salomone
"Siempre guardo algún terrón de azúcar en la boca para repartirlo en días de diluvio". En un tiempo de velocidad y búsqueda de certezas, Susana Szwarcescribe desde otro lugar. Hay en sus textos restos de pan y letras que se deshacen. Desde esa materia construye "El libro (no) de los Salmos".
Escritora de poemas, cuentos y novelas, seleccionadora de antologías, voz lúcida y disonante, construyó a lo largo de más de cuatro décadas un universo donde lo invisible se vuelve núcleo y donde la poesía se tantea, se escucha, se palpa.
En una entrevista con El Litoral, Szwarc habla sobre el origen de su nuevo trabajo, que se presenta el 4 de agosto en CABA, las incertidumbres que aparecieron en el camino y sobre la exploración realizada.
Ediciones Hiperión
Jugar
-¿Cómo surgió la idea de escribir “El Libro (no) de los Salmos” y por qué elegiste ese título tan particular?
-Este libro comenzó como un juego, con la seriedad que implica el juego. Alguien me preguntó por qué no practicaba rituales, no encendía las velas los viernes o no iba a misa los domingos. Y respondí: “Porque escribo”.
Creo que fue esa pregunta, que de algún modo encerraba una orden, la que me llevó a los poemas de este libro. Pronto apareció el nombre, el título de “El libro (no) de los salmos”.
Me gustó ese (no) entre paréntesis. Esa especie de atrevimiento de escribir salmos que no son salmos pero, como en ellos, aparecen invocaciones, interrogantes, expresiones de deseo y en este caso hacia/con los otros en lugar de un otro superior, fuera de lo terrestre.
Y jugar con esa especie de transgresión, en el cómo, en un camino de incertidumbres.
Gentileza
Materia poética
-En tus poemas aparecen imágenes fuertes: aves, frutas, letras que se deshacen. ¿Qué lugar ocupa lo cotidiano en tu poesía?
-Sí, aves, frutas, letras que se deshacen, así como el pan que en un poema es solo sonido de algo al caer, el sombrero o las cáscaras, elementos de lo cotidiano que hacen al tiempo, la existencia, lo amoroso, la vida misma.
Ahora que dije vida misma, también las letras que dan más significados, que forman abanicos. Por ejemplo, en el primer poema del libro que dice “Si moviéramos las hojas /las aguas. /Como la vid/vida. ¿Cuál vida?...”.
Y eso cotidiano nombrado, que nos construye y su contrario, eso que está en el lenguaje, se me vuelve materia poética.
También pienso lo cotidiano como ese puente en el que estamos parados, que da alimento al texto y es capaz de crear un universo poético y transformador.
Ediciones Hiperión
No dar órdenes
-El libro propone una manera muy personal de decir, más cerca de la duda que de las certezas. ¿Qué buscás transmitir con ese estilo?
-No sé si en mi caso se trata de transmitir un mensaje, sino más bien compartir un espacio sin aseverar y donde el lenguaje mismo, la escritura y la lectura, estén en continuo movimiento, en exploración.
También, gracias a tu pregunta, pienso ahora que los mismos poemas pedían esta forma de construirse, con más dudas que certezas, que su fuerza estuviese, precisamente, en ese no afirmar.
Y además, algo personal, no me gustan esos poemas donde pareciera que se dan órdenes y que ya se sabe todo.
Gentileza
La mezcla, una constante
-A lo largo de tu obra hay una mezcla de poesía, cuento, ensayo. ¿Sentís que en este libro se cruzan también esos géneros?
-Diría que en general la poesía se entromete, en mi caso, en los otros géneros. Pero como decís, se produce casi siempre, un entrecruzamiento.
Tal vez en estos no salmos, sea menor (aunque sí en algunos poemas se dan breves diálogos), e intervengan menos esos aparentes otros géneros. Digo aparentes porque esa división es, muchas veces, innecesaria y la mezcla es una constante.
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