Con la publicación de “Guitarra vieja (1902-1934)” de Aníbal Marc. Giménez nació Tapir Ediciones, proyecto que une la edición artesanal y cuidada con recuperación de autores de la región que han quedado un poco al margen de los cánones.
Se trata de una apuesta por libros de edición cuidada y artesanal, que buscan recuperar autores no tan conocidos de Santa Fe y Entre Ríos. A punto de sacar el segundo material de la serie curada y compilada por Matías Armándola, la editora y diseñadora Eliana Mercuri piensa en sumar una trilogía de poesía para público infantil y una colección de textos técnicos de diseño. De todo esto, y de la voluntad de hacer, hablaron ambos con El Litoral.
Con la publicación de “Guitarra vieja (1902-1934)” de Aníbal Marc. Giménez nació Tapir Ediciones, proyecto que une la edición artesanal y cuidada con recuperación de autores de la región que han quedado un poco al margen de los cánones.
Con la idea de conocer más sobre esta iniciativa, El Litoral conversó con la diseñadora, librera e impresora Eliana Mercuri y con el compilador y curador Matías Armándola, descubriendo un mundo que se amplía dentro y fuera de esa temática inicial.
-¿Cómo surge Tapir Ediciones?
-En 2021, con una compañera cursábamos la Diplomatura en Artes del Libro. Surge un trabajo de cátedra, en el que teníamos que buscar un texto. Le preguntamos a Mati: “¿Tenés algo para prestarnos?”. Nos cede un trabajo que él venía haciendo, de recopilación de autores del Litoral. Quedó como un trabajo de cátedra en ese momento.
Fue madurando el proyecto; en ese buen momento, íbamos discutiendo un poco cómo armar la editorial: teníamos ganas, pero quedaba siempre en las ganas; y siempre hay alguien que te empuja.
-¿Cómo fue el paso del proyecto a “queremos hacer la editorial”?
-Se venía discutiendo; y en eso, a principio de año, yo estaba en un viaje afuera; y resulta que una amiga, Lucre Pelliza, me dijo: “¿Vos tenés una editorial?”. “Sí, pero no: está ahí medio verde”. “Bueno, si quieren pueden armar alguna propuesta para Filba (Festival Internacional de Literatura de Buenos Aires)”. “Chicos, tenemos 15 días: llego y armamos”. Lo veníamos charlando, venía madurándose, pero no había nada. La maqueta la teníamos, los autores estaban: había otro autor que estaba a medio editar que es el que va a salir ahora.
-No había ningún libro.
-No. Este es el prototipo: dice Editorial Tres Mujeres porque era el proyecto de la cátedra, en ese momento.
Armándola: -Algo que mueve a la editorial a pensar que puede funcionar es ver el objeto del libro. Ahí es cuando decís: “Acá hay madera”.
-Esto lo podemos seguir haciendo, y mejor”.
Mercuri: -Tal cual. En eso: “Gente, tenemos 15 días, hay que presentar por lo menos cinco ejemplares que nos toman ahí en Filba”. “¿Qué hay que terminar?”. Había que hacer pequeñas correcciones, en 15 días salió, como se pudo. Con éxito: como también soy librera me inscribí para las jornadas profesionales; había llevado a los libros, ISBN en trámite, estaba todo encaminado. Llego al stand, no había libros. Al otro día en las jornadas profesionales no había libros. “Acá, pasó algo: no puede ser que no haya libros, porque nosotros los mandamos; se habrán olvidado de traerlos”. Llegó una biblioteca, vio los primeros cinco libros y arrasaron. A mí se me caían las lágrimas, no lo podía creer.
En eso uno de los compañeros me llama: “Necesitan que llevemos más”. Imprimimos (porque esto se hace en una impresión casera, muy bajo demanda), la encuadernadora (Paula Favaloro) es de Buenos Aires así que justo: “Pauli?”. “Sí, Eli, dale”. Encuaderno y llevó, y vendimos casi 15 ejemplares.
A partir de ahí fue un derrotero de cosas: de ahí fuimos a Migra (Feria de Arte Impreso & Espacio de Aprendizaje en torno a lo Visual); viajo mucho afuera (porque tengo un hijo viviendo en Santiago de Chile) y me invitaron a Valparaíso. Fuimos ya dos veces, dejamos un par en una librería allá en Santiago.
Los chicos también cada uno con sus contactos empezaron: él en Paraná. Filba fue marzo-abril (en la Feria del Libro), estamos en agosto, todo pasó en cuatro meses. Nos seleccionaron de Expresiva, porque el proyecto es sustentable, tiene posibilidades de crecimiento. Le hicieron una entrevista a Matías en el marco de las capacitaciones que estamos teniendo.
Nos invitaron a la Feria de San Justo, para el 9 de octubre. Estuve hace 15 días en Córdoba, en una feria de diseño: un docente de diseño vio el material y dijo: “Eli, estaría buenísimo que vayan a Tucumán”. Nos vamos a Tucumán: me lo voy a robar a Matías de la familia (risas).
Ese es el proyecto Tapir, que ya tiene plan editorial, porque lo presentamos a la Cámara Argentina del Libro.
Armándola: -Lo que la editorial hace es conjugar trayectorias que son disímiles, pero que encuentran un punto en común, con la idea de llevar a cabo un proyecto en común. En lo que a mí respecta, desde 2015 vengo llevando adelante una investigación autónoma en Entre Ríos sobre todo (soy de Paraná, migré para acá ahora), un trabajo de archivo. Hemerotecas del lado del Paraná, del lado del Uruguay, museos históricos, diarios, revistas; todo lo que tiene que ver con esa con esa revisión del acervo.
Me pareció que había como un determinado orden de los autores, sobre todo en Entre Ríos, pero cuando uno empieza a ver el mapa un poco más amplio entiende que también es una cuestión de la región. Como que desde las academias se han institucionalizado algunos nombres, y que en esa institucionalización hay una suerte de barrera para que ingresen otros que ha permanecido marginados desde lo académico y desde lo editorial.
Eso articulado con otra cuestión: mucho de lo que se toma como establecido viene de lo que llamo la materialidad libresca; la existencia de libros. Ahora, ¿qué pasó con autores que nunca llegaron a publicar libro, pero que sí tienen una trayectoria en diarios y revistas? (Quizás pensaron en publicar un libro, pero quedó vaya a saber dónde).
Ahí empieza este cuestionamiento; y coincide con lo que hoy es un auge en los estudios de la literatura argentina, donde se empieza a prestar más atención al archivo personal del autor y toda la cuestión de medios. En consonancia con todo eso es que empiezo a hacer esta revisión, y a cuestionar algún determinado orden de la cosa.
Estos libros tienen una naturaleza muy distinta cada uno; pero en la mayoría de los casos viene de esas revisiones de textos que no han sido conocidos: unos porque el autor no llegó a editar nunca un libro, pero tuvo un papel relevante en la prensa. Otros que son textos de prensa de autores que sí publicaron, pero que no fueron conocidos; y en otros casos son antologías de textos editados. Es muy diversa la conformación de los volúmenes, pero lo pienso siempre en relación a esto: a plantear una discusión. No la discusión en el sentido más hiperbólico de la expresión, pero por lo menos asomar una punta de lanza, como quien dice: ya que vengo de allá porque no tener una lanza a mano (risas).
Aparte de todo esto que vengo haciendo con los autores de Entre Ríos, de Paraná sobre todo, para discutir otras cuestiones, uno cuando ve por ejemplo en el panorama literario local (José) Pedroni como una figura ampliamente reconocida (con todos los méritos, por supuesto); o ve en otro tono a Mario Vecchioli o a Carlos Carlino; empezar a trabajar con las mujeres: ¿qué pasó acá?
De hecho la que está en tercer lugar dentro de esta serie, que se llama El Ciprés y la Estrella, es Paulina Simoniello: una escritora esperancina que tuvo en la prensa local (sobre todo en El Litoral) muchas presencia a lo largo del tiempo y mucha obra editada; pero curiosamente no se habla nada de ella. De hecho ella falleció en 1979, en Buenos Aires, y nunca se publicó una antología, nunca se hizo una revisión del lugar que ocupa esta mujer; que incluso presentó el primer libro de Pedroni, “La gota de agua”. Hay algunas cuestiones muy interesantes: qué es lo que hace lo que ha quedado visible y qué es lo que no.
-Hay circunstancias que exceden a la voluntad del autor: no ha sido lo mismo para Juan L. Ortiz el rescate que Juan José Saer, que lo nombraba en todos los lugares a donde iba.
Armándola: -Lógico, hay toda una serie de operaciones que hacen que lo visible sea tal o cual cosa. De hecho, mi discusión central Entre Ríos es con Ortiz: no con él, sino con lo que se ha hecho; que es necesario para discutir que algo quede establecido.
Sarlo dijo: “A Saer ya no lo defiendo más”; en el sentido de que ya logró llevar a cabo su operación, ya está establecido en el sistema literario argentino. Ahora que se defienda solo, en el sentido de también dejar abierto el terreno para las discusiones.
Estas ediciones son de una circulación menor, todas estas cuestiones que comentaba Eli; pero me parece que de todas maneras tienen como esa intención: de asomar algo que puede transformarse en una discusión en tono mayor, para revisar algunas cosas. Entonces los libros en general también van acompañados de un anexo crítico que es producto de todas estas investigaciones; en donde la intención es ubicar dentro del panorama regional a estos autores: ¿Qué discute? ¿Con quiénes discute? ¿En dónde trabajan? ¿Qué hay detrás de toda la creación artística?
Hay toda una apuesta en ese sentido, que va articulada con la materialidad. Es bastante particular la materialidad del libro: el papel, los grabados.
Mercuri: -Los papeles son algo de lo que se ocupa Paula, que es la encuadernadora. Son más caros, pero son papeles libres de ácido que van a perdurar en el tiempo: no se va a poner amarillos. No queremos bajar en ese sentido, ni resignar la calidad de la obra impresa; por eso elegimos a conciencia esos papeles. El encuadernado es a mano, cosido, no se te van a caer las hojas. Hay una intención en el producto impreso que no es solamente “Saco el libro porque tengo ganas”. y no no, no hay un respeto también hacer la historia hacia el placer de ese de esa obra, así que bueno, esa es toda la propuesta nuestra. Y se siguen incorporando autores.
-Hay un trabajo de archivo, hay un encuentro con los textos. ¿Cómo se llega a tener un volumen de obra de cada autor como para llegar a al libro? ¿Se deja algo afuera?
Armándola: -Hay unas decisiones bastante finas en relación a lo que supone tener un acervo. La forma en la que he trabajado para relevar el material es un escáner de mano, horas enteras de días, de semanas enteras, de meses enteros, de años enteros. De hecho, en el Archivo Histórico de la provincia de Entre Ríos estuve dos años enteros yendo todos los días en la mañana; me querían boxear de por romper tanto los quinotos. Lo mismo fue (con otra intensidad) en el Instituto Magnasco de Gualeguaychú.
Lo que hago es reunir; y a partir de la lectura empezar a tomar algunas decisiones que tienen que ver con pues tiene mucho más sensibles: a veces no hay tanto como una cuestión híper mentada de cómo tiene que pensarse en términos académicos; sino de algo mucho más sencillo; y a partir de eso sencillo construir, que es lo más sensitivo.
A Eli la someto a una lectura del material, a ver si genera algo a priori, como para empezar a pensar un constructo superador de lo primitivo en el sentido del proceso, que sería lo sensible. A partir de ahí se va este matizando la selección.
Aníbal Marc. Giménez, desconocidísimo (nunca nunca publicó un libro en vida, pero sí tuvo una presencia significativa) nació en Gualeguaychú y se radicó en Rosario, y asumió Rosario como su ciudad (de hecho falleció allá). Y forma parte de la vida cultural de Rosario en los años 30, 40, hasta que fallece en los 50; y todo lo que se conoce de él quedó en la prensa. Se sabe que el armó un librito, que vaya a saber dónde terminó.
Hice esa búsqueda en Caras y Caretas, Atlántida, Fray Mocho, en La Gaceta de Rosario; en algunos medios de acá como la revista Líneas, que dirigía Mateo Booz. Y tratar de encontrar una línea común: a ver cómo pensamos un volumen que pueda reunir este tipo de cuestiones.
Ahí es que se dio esa ese tomo, que está dividido en dos partes, porque a mí me sugirió que tenía que estar dividido en dos partes. La primera se llama “Guitarra vieja”, como el libro: son todos poemas criollistas o paisajistas, escritos entre 1902 y 1934. Tiene que ver con un cantor que regresa y que recuerda o empieza a cantar cosas: aparecen las guerras civiles, la vida gauchesca, la vida rural, la yerra.
-Todo el siglo XIX.
Armándola: -Totalmente siglo XIX; lo curioso es que no está visto desde la óptica del terrateniente: es otra la visión que tiene, más cercano con el personaje que está ahí. Y la segunda parte, que se llama “El acorde de los días” (justamente pensando en la guitarra) es donde hay un predominio del paisaje por sobre el hombre. Después hay otros textos que también están incluidos ahí, que son más diversos: él le escribe a Rosario, escribe algunas canciones.
-Se decidió incluir esos material que no encuadraban.
Armándola: -La idea también es mantener una suerte de línea estética pero temática también de los textos. El segundo autor es Alfredo Martínez Howard, que es un poeta de Paraná que después terminó viviendo en La Serranita, en Córdoba; pasó por acá ganó Juego Florales en Rosario. Hay una dimensión interesante de entrerrianos que vienen para acá y santafesinos que se van para allá: otros que están pensados para la colección son Poldy de Bird (la madre de Poldy Bird), que nació en Rufino y terminó viviendo en Entre Ríos. O (José María) Fernández Unsáin, que terminó siendo secretario de Eva Perón; que nació en Rafaela y se fue a vivir a Entre Ríos. O la misma Paulina Simoniello, que hace todo el recorrido de Buenos Aires. Hay algo de lo itinerante que hace que podamos pensar estas conexiones entre ellos; no explícitas, pero sí, en el contexto en el que se mueven.
En el caso de Alfredo Martínez Howard, los textos que aparecen en ese libro, que se llama “El jardín primigenio”, son textos que escribió cuando era alumno de la Escuela Normal de Paraná en el año 27, un pibe. Es muy interesante para entender qué se leía y cómo se escribía en la época. Yo creo que Entre Ríos y Santa Fe tienen en común que en algún punto se resisten a las vanguardias de Buenos Aires; que van a terminar filtrándose de alguna manera, porque nadie puede resistirse al tiempo.
-¿Cómo sigue el plan editorial?
Armándola: -Sigue Emilia Bertolé, nacida en El Trébol, cercana en amistad a Alfonsina Storni, frecuentaba los círculos porteños. Incluso hay una cuestión de la construcción de ella como personaje público, muy interesante. En consonancia con Alfonsina: un poco irreverente, discutir que el matrimonio es una estupidez, en los años 20. Otro de los santafesinos que pensamos trabajar en esta línea es Horacio Caillet-Bois, en su obra poética; en su única novela publicada o su gestión cultural ha tenido un poco más de visibilidad. Su obra poética es bastante breve, pero también interesante y rica.
-Se lo nombra más de lo que se lo lee.
Armándola: -También están las familias de los autores. Tratamos de llegar a los familiares para que se sepa que se está trabajando sobre ellos; no solo por una cuestión de derechos (en el caso de que los haya) sino para acercar esa información y quizás acceder a algún material.
En el caso de Guillermo Saraví, que es uno de los poetas que vamos a trabajar, que fue una figura señera en el Diario de Paraná, soy depositario de la obra, de lo que ha quedado manuscrito. Pero no todas las familia de los autores se ha preocupado por conservar.
No hay un mayor interés que el de volver a poner en circulación estos nombres, estas obras; poder arrimar una idea de discusión. Nosotros estamos detrás: el libro está por delante.
-¿Cuántos libros están en proceso?
Mercuri: -Howard tiene que salir ya, Simoniello y Bertolé tiene que compilar él, ponele de acá a fin de año. Va a salir en el medio otra propuesta, que tiene que ver con poesía contemporánea dentro de esos autores y autoras, pero en el área infantil: ahí tenemos otra patita también (“El grillito Frac Negrito” y “Una niña barriendo”, de María Ruth Fischer, y “La escuela de las flores”, de Paulina Simoniello; todos con ilustraciones de Alejandra Dotti). Eso tiene que salir antes de noviembre, que es la Feria del Libro de Santa Fe.
El plan de acá a fin de año es terminar con por lo menos cuatro o cinco títulos para público adulto; dos lo menos infantiles, ojalá lleguemos a los tres (creo que lo vamos a lograr, porque son un poco más simples). Y lo que va a quedar para el año que viene es la parte de diseño. Es algo que desde mi área hace mucho que tengo ganas de hacer: de hecho junto con Paula era una de las propuestas iniciales; después bueno, surgió todo esto y encaramos para este lado.
Material técnico, específico de diseño no hay; a nivel nacional, hay una sola editorial que es Daniel Wolkowicz; el resto del material viene todo de afuera y digo: "La pucha, pero si contacto tengo"; y estamos trabajando en esa área: está más verde la cosa claro
-Material específico escrito por argentinos.
Mercuri: -Hay, pero escritos en papers, en trabajos de cátedra, pero no hay una sistematización editorial. Tengo todos los que son docentes en Fadu en Buenos Aires, todos han sido docentes míos en algún momento, nos hemos cruzado y nos conocemos desde hace 10 millones de años. Dos o tres han editado pero lo hicieron afuera: Horacio Gorodischer, José Scaglione, son más docentes acá que en UBA, pero también han dado clase allá. Les dije: “Gente, editaron en Campgràfic, con lo que nos cuesta en Argentina traer libros de afuera”.
-En la cátedra lo resuelven con una fotocopia.
Mercuri: -Les dije: “Quiero tener esos textos acá”.
Después hay mucho material latinoamericano: durante muchos años coordiné la Bienal de Tipografía, la de Tipos Latinos y me quedaron contactos en un montón de lugares. Hay mucho material a nivel latinoamericano, que también se editó de la misma forma que se edita en la Argentina: un librito, salieron 100 o 500 ejemplares, se pudo hacer con algún fondo; pero no hay un (Gustavo) Gili, no hay un Campgràfic, no hay un Jardín de Monos.
-Cómo se sostiene en términos económicos todo este proyecto?
Mercuri: -Lo que hicimos al principio fue una vaquita, como hacemos todos.
Armándola: -Un aporte inicial.
Mercuri: -Eso (risas). Pusimos todos un poco de plata, se compró papel, y con la venta de los ejemplares en ferias se reinvierte y se va comprando más material. La impresión es casera: así como ves que parece re de imprenta es en la casa de Paula y en mi casa; la encuadernación la hace ella, y la diferencia está en la selección del papel y toda la curaduría que ya hablamos.
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