Trombonanza se prepara para un año más de excelencia
El encuentro de capacitación de nivel internacional trombonistas, eufonistas y tubistas, acompañado por una grilla de conciertos destacados, vuelve con una parada previa el domingo. En diálogo con El Litoral, el creador e impulsor de la iniciativa, Rubén Carughi, repasó los puntos salientes de la edición 2025, como así también los alicientes para seguir a pesar de las adversidades.
Trombonistas y músicos de todo el país se reunirán en Santa Fe para Trombonanza. Foto: Manuel Fabatia
Con un “pre arranque” el domingo 2 de agosto desde las 18.30 en la Sala Sede UPCN (Rivadavia y Tucumán, con entrada libre y gratuita) a cargo del dúo integrado por Oleg Pishenin (violín, Rusia-Argentina) y Enrique Schneebeli (trombón bajo, Argentina), el lunes 4 comenzará una nueva edición de Trombonanza. Se trata del ya tradicional curso de capacitación y perfeccionamiento para trombonistas, eufonistas y tubistas en cualquier nivel de ejecución y cualquier edad, en géneros como jazz, rock, clásico, tango y folclore.
El mismo, que se extenderá hasta el sábado 9, está acompañado por conciertos de nivel internacional (la mayoría a cargo de los responsables de las clases), incluyendo estrenos mundiales de obras. El programa de conciertos de cada día, las obras en cada concierto y los CV de los profesores ya puede consultarse en la web https://trombonanza.com.ar.
Para ir más allá, El Litoral conversó con el infatigable Rubén Carughi, alma mater de la iniciativa.
Próceres de bronce
-¿Qué particularidades tiene esta edición?
-Tenemos un buen número de inscriptos, a pesar de que hay varios programas de orquestas infanto-juveniles que ya no tienen apoyo o tienen el mínimo apoyo, entonces no pueden venir.
Nos ayudaban con un transporte, no con dinero, era una infraestructura. Pero bueno, tenemos el aporte de empresas privadas, asociaciones, gremios, mutuales; de la Provincia, la Universidad y la Municipalidad.
En lo artístico, para destacar fuertemente es que habrá durante Trombonanza tres estrenos mundiales. Uno se va a dar en el concierto de los profesores, el lunes a las 19: ya arrancamos con un estreno mundial. Osvaldo Suárez ha sido el ganador del Concurso de Composición, se va a tocar su obra “Huellas en el agua”.
Después hay dos estrenos mundiales más que van a ser con la Orquesta Sinfónica de Santa Fe. Uno es el de Nigel Clarke (“Outrageous Fortune”), compositor inglés; que va a estar, porque la obra es para trombón, orquesta y un actor, y él va a ser el actor; basado en un poema de “Hamlet”. El otro estreno mundial va a estar a cargo del tubista James Gourlay (“El Kraken”, de Rodney Newton): las dos obras fueron compuestas para para ser estrenada en Trombonanza. Gourlay va a ser director de la Banda Municipal el miércoles: va a ser un concierto realmente extraordinario también.
Tenemos tres profesoras mujeres: es la vez que más mujeres vinieron como profesoras. Karen Marston es la primera vez que viene, Deb Scott ya vino dos veces, esta es la tercera. Estuvimos en Canadá juntos, las dos son parte de la Asociación Internacional de Trombón, directivas. Las dos tocan bárbaro, Karen es arregladora; ellas van a tocar un concierto en el Paraninfo el viernes con su grupo, que se llama Texicali Trio.
El pianista de este año no va a ser Florencia Rodríguez Botti, que es la que venía siempre, sino Sebastián Achenbach, correpetidor del Teatro Colón; así que el Texicali Trio es Deb Scott, Karen Marston y Sebastián. Con música arreglada por Karen para dúo de trombones y piano: van a tocar mucha música de Argentina.
Rubén Carughi, creador de Trombonanza, adelanta la edición 2025 y sus desafíos. Foto: Manuel Fabatia
Vienen muchos trombonistas más, de real relevancia. De Brasil, por ejemplo, viene Ricardo Santos con el trombón bajo, que ya había venido una vez: una maravilla como toca; y Raphael Campos da Paixâo. Viene un grupo completo de trombones de la Universidad de Costa Rica, y viene su director Martín Bonilla, que forma parte del Cuarteto de Trombones de Costa Rica, que ya ha venido tres veces. Van a tocar un concierto el viernes. Viene un grupo completo de México, que va a tocar el lunes a las tres de la tarde.
Viene César Roig, que es el primer trombón de la Orquesta Sinfónica del Sodre en Uruguay; es español, ha ganado el concurso de composición y el de arregladores, y este año viene de profesor.
En la parte de música popular viene Catie Hickey, que ya ha venido algunas veces: mitad estadounidense, mitad panameña. Y la estrella de música popular es John Fedchock, que ya vino una vez y vuelve este año: hace 15 días estuvo tocando con su big band en el Blue Note, y ahora lo tenemos acá. Hace 15 años viene saliendo entre los diez trombonistas del año más votados en la revista Downbeat.
Fue arreglador de la orquesta de Woody Herman durante muchos años; Herman decía que él que John Fedchock era su mano derecha, en varias entrevistas. Realmente de su nivel el superlativo, estamos en primera categoría total mundial.
Tiempos difíciles
-Hay mucha gente que vino a ver qué onda y ahora ya viene con sus alumnos.
-Sí, claro, se da todos los años. Este año no puede venir Paul Compton, que ha venido ya varias veces, un amigo; porque esto que está ocurriendo acá de los recortes en cultura (y en los recortes en general: cultura somos de los primeros que caemos) también se está dando en distintos países.
Paul Compton, que siempre tenía un apoyo de organismos de Estados Unidos y este año iba a venir, hace unos tres meses avisó que no venía porque no le daban el apoyo. Spedidam, una institución europea que iba a colaborar con el pasaje de nueve profesores de Francia, hace cuatro meses les dijo que no, cuando ya teníamos todo arreglado: tuvimos que cambiar todo.
-El mal tiempo es general, diría Martín Bustamante.
-Pero tenemos casi 130 inscriptos, el año pasado éramos 138, o sea, que está muy bien. Más o menos se mantiene; y con respecto a la misiadura general de Argentina está muy bien: mucha gente está haciendo el esfuerzo para venir.
-Lo cual implica priorizar.
-Por supuesto, y con tiempo.
-Vale más la apuesta en la mala.
-Cada vez becamos a más gente, porque no pueden pagar, entonces piden. Tenemos inscriptos de México, Costa Rica, Colombia, Ecuador, Paraguay, Uruguay, Chile, Brasil, Perú y toda Argentina.
-¿En qué consiste la beca?
-No pagan la matrícula, que son 150.000 pesos: si considerás que una clase de una hora con un profesor hoy te cuesta 20.000 pesos, tener ocho horas de clase por día con esta gente, durante una semana entera, es como un regalo del cielo. Creo que 44 pagaron la inscripción completa; los otros tienen media beca o beca.
En cuanto a los alojamientos, UPCN nos da una mano muy grande; y la Universidad, con el tema de los almuerzos al mismo precio de los alumnos regulares: tienen un almuerzo nutritivo, muy bien preparado, con entrada, plato y postre, por dos pesos.
Se trata de ayudar y colaborar en lo que más se pueda, porque la situación está difícil. La hotelería y la gastronomía, del año pasado a este aumentaron un 100 %.
El domingo 2 de agosto, UPCN será sede del “pre arranque” de Trombonanza. Foto: Manuel Fabatia
-No es que tampoco le vaya muy bien.
-No, pero el aumento está. Lo único que aumentó pero no tanto son los colectivos, los buses; Santa Fe-Buenos Aires, o donde sea, que están haciendo ofertas y precios realmente muy buenos. Algo con los aviones, pero cuando querés comprar y llevar dos valijas el avión te cuesta ocho veces más que el colectivo.
La inscripción el año pasado costaba 110 dólares y este año 120; tenemos un 10 % de aumento. No la podemos trasladar, y eso implica también una baja en los recursos. Pero ya te digo: hay muchas empresas privadas que aportan y ayudan, y por eso se puede hacer.
-Para el estándar internacional, Trombonanza se hace con nada.
-Claro: hacemos asado con hielo, y ellos no pueden entender cómo sale rico.
Hablando de lo artístico, está todo muy bien preparado como para que salga muy bien. Algo para destacar es que hemos hablado con la comunidad qom (los tobas): van a estar el lunes en el concierto de las tres de la tarde, van a ir a conocer la Escuela de Música 9.901, y después a las siete van a estar en el primer concierto de profesores. Obviamente haciendo una actividad que no hicieron nunca en su vida ,ni que se imaginaban que pudiera existir, y que no saben ni lo que es
-Conociendo un mundo nuevo.
Tratando de acercar gente, de la misma manera que ayudamos a todos.
-Hablabas de una semana de clases por 150.000 pesos; pero también es una experiencia 360 ir a clase con unos profesores y después terminar viéndolo tocar e concierto o tocando al lado tuyo.
-Sí, eso es como único. No conozco otros lugares donde se hagan la misma magnitud, salvo en los que en lo que están inspirados en Trombonanza, como Turbón en Chile, el de Panamá, y varios más: se dan cuenta de lo hermoso que es eso, del estímulo que genera, entonces lo están haciendo también. Pero en Estados Unidos, Europa, etc., no lo tocás ni con una caña de bajar higos.
Esas son de las particularidades de Trombonanza, como esa obra que tocamos en el intervalo del concierto de la Sinfónica: eso es único, en el mundo no se hace en otro lado. Es realmente una experiencia surround, de 360 grados; porque te suena de arriba, de abajo, de los costados.
-Aparte con la acústica del Teatro.
-Claro, es realmente maravilloso.
-Y lo que vos decís de escuchar el instrumento al aire.
-Sí, porque no es solo escucharlos.
-Es sentir la presión del aire.
-Claro, esa vibración que si vos lo tocás te das cuenta de que está vibrando (como ves vibrar una cuerda de un violín); con 150 de esas vibraciones dentro de un recinto se te mueve hasta la bolita del ojo.
De Santa Fe al mundo
-Hablabas de Canadá, fuiste a recibir un premio...
-Como yo andaba con el marbete, la cucarda que decía Rubén Carughi y Trombonanza, me sorprendió la cantidad de gente que se acercaba y me saludaba, y conocía Trombonanza; de varios lugares del mundo.
-Gente con la que no habías tratado nunca.
-No, ni idea. Se presentaban y me decían: “Lo felicito por Trombonanza, que es algo que vemos como una cosa maravillosa en el mundo, en un lugar donde antes no había absolutamente nada”. Había, pero no lo conocían, no en esta magnitud. Y ellos dicen: “Trombonanza, Santa Fe, Argentina”. Santa Fe está apareciendo en el mapa.
-Poner a Santa Fe en el mapa mundial.
-Que fue lo que dije cuando me dieron el premio: el orgullo de recibir el premio y de todo esto; porque es un premio a mi trayectoria, un premio personal: el Lifetime Achievement Award, que literalmente significa “el premio a los logros de toda una vida”. ¿Cuáles fueron los logros? Sí, está bien, toqué más de 30 años en dos orquestas sinfónicas; estuve siempre tocando música popular; la Santa Fe Jazz Ensamble; dar clases más de 30 años. Son logros y está bárbaro; pero el verdadero logro fue el de poner a Argentina, a Santa Fe, a Sudamérica y Latinoamérica en el mapa.
Ahora hay latinos tocando por todos lados, argentinos, chilenos y uruguayos, que son aceptados, y gran parte de eso es por Trombonanza. Ese creo que es el logro; los demás forman parte de mi carrera. Hay mucha gente que tiene más de 30 años tocando en una o en dos orquestas, o que tiene más de 30 años dando clases en la universidad, en escuelas de música y todo eso. Lo otro no: haber promovido y estimulado a cientos y cientos de personas, haberle cambiado la vida a a mucha gente, eso es un logro diferente.
Satisfacciones
-¿Cuándo tomaste dimensión de lo que lo que significaba?
-Creo que la primera vez fue hace unos años, cuando apareció mi foto en la tapa de la revista de la Sociedad Internacional de Trombones. Estoy yo, con el trombón en la mano, con los brazos abiertos, en la tapa: ahí dije “Ah”. Y el otro momento que dije “mirá” fue ahora: el concierto de cierre del Festival Internacional de Trombones fue a cargo de Jimmy Bosch, que estuvo acá en Santa Fe: “el avión de la salsa”. Y él me invitó a tocar adelante, junto con él. Me invitó a tocar, yo estaba tocando con la sección de vientos, con un saxofón barítono; y me invitó a ir adelante, a improvisar un rato junto con él. Y dije: “Mirá: estoy tocando delante de 500 trombonistas de todo el mundo, todos de primer nivel en el concierto de cierre”.
-También te debe emocionar el momento en que ves que gana un concurso uno que lo viste de purrete.
-Richard Alonso era un pibe, creo que tenía 19 años, y vino tocando la tuba muy bien. Vino a Trombonanza, vio la posibilidad, se vino a vivir acá, y ganó concurso en la Sinfónica de acá y en la de Entre Ríos. Después ganó en Buenos Aires, lo conoció a Daniel Baremboim, y terminó tocando con la Filarmónica de Berlín: es el tubista preferido de Barenboim, que lo llama cada vez que hacen un concierto con gente de todo el mundo
Damián Stepaniuk un día vino a la Escuela de Música: “Yo quiero tocar el trombón”. “Bueno, se toca así, asá”. Y terminó siendo el primer argentino que ganó concursos acá a los 19 años en la Orquesta Sinfónica de Argentina; después se va becado (gracias a Trombonanza) a estudiar en la Hochschule Robert Schumann en Alemania; y después hace su maestría con Mike Svoboda en Basilea. Volvió y ganó el concurso de primer trombón en la Sinfónica de Rosario. O sea, y ahora es profesor de Trombonanza ya dos o tres veces. El mérito es de él, so es indudable; pero nosotros lo ayudamos, creamos el caldo de cultivo para que se desarrolle.
-En el contexto actual de dificultades, es importante contener las vocaciones porque hay mucha presión a largar todo.
-Siempre están esos casos, con gente que toca muy bien, y que vos ves que tiene un talento que le da para hacerlo. Se dan casos, por todos lados.
Otro de los orgullo por los demás: terminé tocando en la Orquesta Sinfónica con segundo trombón, ex alumno mío; tercer trombón, ex alumno mío; y el tubista que se vino y conoció Argentina por Trombonanza. Y que ahora tienen sus cargos ahí y en Paraná, y viven de la música. Un día vinieron sin nada más que haber visto el trombón porque había hecho una clase para todos (como se hace en la Escuela de Música siempre) y les gustó. Y los trajo la mamá de la mano, un nenito: ahora son músicos y trabajan de eso.
-Son señores músicos.
-Y ganan concursos. Hay varios casos de alumnos que, a los 18 o 19 años, han ganado concurso en la Banda Municipal, acá o en otro lado; y que pasan a ganar más dinero que su padre, por ejemplo; algunos de condición muy humilde, que ayudan a su familia con eso que aprendieron a tocar en la escuela.
-La música como ascenso social.
-Totalmente. Con cada caso de esos tengo para trabajar cinco años: no me importa más nada de todos los problemas que haya.
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