Han comenzado las clases y hemos dado ya la primera vuelta a la manzana de la lectura personal, la de la escuela y la de la propia vida en un nuevo año de participación y estudios compartidos.

Tenemos apretados en el corazón todos los recuerdos primeros de la casa de nacer con ese rico perfume de pan recién tostado y ese rincón sabroso de los juegos y la casa en el árbol con los cuentos de abuelos y el vuelo de los pájaros en busca de sus nidos nuevos.

Hemos dado la vuelta a esa manzana y esperamos más cuentos y aventuras, más búsquedas en las ciencias siempre "con las palabras en juego" para seguir creciendo cada vez un poco más.

En cada caso los cuentos nos están convocando, viven entre nosotros con palabras habladas y escritas deslizándose por las hojas de los libros que atienden siempre nuestros juegos de pensar y decir, de contar y contar.

Por esta maravilla de los cuentos, "recreos con palabras" recordamos otra vez aquel histórico andarín cuentacuentos, Hand Christian Andersen porque es abril y porque al comenzar abril festejamos todos los años el Día Internacional del Libro Infantil, en su homenaje.

Ya que estamos entonces festejando a la palabra narrándonos, diciéndonos, enseñándonos, la palabra que es el centro vivo de toda comunicación humana, recordemos que cada una debe ser entendida e interpretada desde sus diferencias precisas, por ejemplo:

.No es lo mismo burla que chiste. La burla busca reirse de, mientras que el chiste, busca reirse con.

.Cuando hablamos de las relaciones de tiempo y dedicación entre padres e hijos, entre docentes y alumnos, no es lo mismo cantidad que calidad. En el primer caso se trata del tiempo medido por el reloj y en el segundo hablamos de tiempo medido por afectividad, aliento, caricias.

Es por esto que hay que tener bien claras las diferencias entre forma y contenido a la hora de entender, de comentar, de discernir; a la hora de contar, de leer para crecer en el lenguaje afectivo y efectivo de cada día.

Procuremos entonces acercarnos cada vez con mayor atención a la palabra entera, a la comunicación oral y escrita, a la lectura desde lo preverbal, a lo verbal, construyendo mundos, esperanzas y emociones en esa costumbre histórica de poner nuestra impronta dejando verdaderas señales de humanidad desde la imaginería inagotable de los cuentos y los sueños personales y grupales.