Lorenzo Jaime Amengual tenía doce años, vivía en Villa María (Córdoba) y su padre le regaló un libro que contenía un dibujo que lo atrapó, lo copió y volvió a copiar. Años más tarde se enteró de que era obra de un tal Alejandro Sirio. Un ilustrador que ya nadie recordaba, que había dibujado sobre más de 35.000 papeles, miles y miles ya inexistentes Äperdidos, destruidos. Ése fue el principio de su búsqueda, ése fue el principio de la muestra que se expone hoy en el Museo de Bellas Artes Rosa Galisteo de Rodríguez y que contiene Äoriginales y noÄ 60 ilustraciones: Las Artes de Alejandro Sirio.

Amengual es el autor de un libro que recopila la obra de Sirio, el curador (profesional cuyo saberes posibilitan la exposición, valuación, manejo, preservación y administración de bienes artísticos) de la muestra y por eso llegó a Santa Fe.

Hasta el momento Las Artes de Alejandro Sirio recorrió los museos Nacional de Bellas Artes, el Larreta y Carrafa.

Arrancó la entrevista él:

Ä¿Sabe quién es Alejandro Sirio?

ÄLa verdad que hasta que no llegó a Santa Fe la obra, no tenía la menor idea de quién era...

Allí señaló que muy pocos sabían de quién se trataba y que la pregunta que lo persiguió durante mucho tiempo fue: ¿por qué este hombre está desaparecido cuando en su vida fue muy conocido y exitoso? En el camino encontró la respuesta: porque el prestigio y la popularidad que tuvo Sirio fue producto de la exposición pública que le daban los medios donde publicaba, y porque su obra fue producida en un contexto en el que el ilustrador era considerado un artesano y no un artista. "En el '55, Spilimbergo hizo la primera exposición en la Argentina donde el dibujo es soporte simbólico de contenido artístico. Antes el dibujo era considerado la herramienta del pintor, era instrumental, secundario, lindo pero no coleccionable y fuera del pequeño mercado de arte. Entonces en el momento en que dejan de verse sus dibujos en la prensa diaria... en un par de años se olvidaron de él".