Escenarios & Sociedad: SOCI-05
Dedicado a Eduardo Elgotas
Presentaron nuevo número de Creadores Santafesinos
El acto, que congregó a una nutrida concurrencia, se realizó en la sede del Museo de Arte Contemporáneo de la Universidad Nacional del Litoral.

Una vez más, el empuje, la persistencia, las ganas y el esfuerzo del crítico Domingo Sahda permitieron una nueva publicación de Creadores Santafesinos, un emprendimiento particular con escaso apoyo oficial. En este caso, la nueva publicación está dedicada a la labor del artista plástico santafesino Eduardo Elgotas.

Para referirse al acontecimiento, la Prof. magíster Isabel Molinas recordó que han transcurrido diez años desde la presentación, en 1999, del primer fascículo de la Serie Creadores Santafesinos, en esa oportunidad dedicado al maestro Matías Molinas. A diez años de aquel número, la colección incluye el registro de importantes hacedores del arte en Santa Fe, no sólo de las artes visuales sino también de la literatura y la música, entre otras manifestaciones de la cultura.

"En diferentes oportunidades ÄresaltóÄ, para referirse al rol y a la visibilidad de estos creadores, el Prof. Domingo Sahda ha recurrido a una imagen de Octavio Paz, cuando el poeta apela a la metáfora del iceberg para dar cuenta de la función de señalamiento y de denuncia que, en ocasiones, asume el arte. Imagen perturbadora si las hay, porque bello pero inquietante cada iceberg cifra el enigma de lo que necesitamos ver a tiempo y aprender a bucear más allá de las apariencias.

"Afortunadamente, la dimensión estética de la obra de arte tiene la capacidad de suspender el dolor y volverlo más tolerante a nuestra mirada. No quiero resultar oscura, ni apocalíptica, pero si miramos los objetos más recientes de Eduardo Elgotas, varios de ellos nos interpelan desde lo más íntimo y despojado de la condición humana: el vientre abultado, los pelos de punta y las manos en alto, nos hablan de la integridad de estas criaturas, sólo mitad humanas y largo tiempo agazapadas más acá o más allá de la mirada Äcomo escribió Juan Carlos Rodríguez, en el 2003Ä. Las mismas criaturas que hoy salen a la calle con los brazos en alto, los genitales al aire y un perro como único testigo del desamparo.

"Animales fieles Äremarcó MolinasÄ que no quedan fuera de esta transformación profunda que, al caer la noche o a la vuelta de la esquina, los convierte en cuasibestias y saca a la superficie lo más visceral de la cultura. Es el mismo perro que vimos en la exposición de mayo del 2007 en el MAC y hoy se vanagloria de un trofeo que nos perturba".

Cualidad poética

La disertante sostuvo luego que los objetos de Eduardo "siempre tienen la cualidad poética de lo doble y, junto a lo más angustiante, hacen visible el aura de las manos del artista, la magia del acróbata y la sutil serenidad de un lobo equilibrista. En todos los casos, el arco de alambre dibuja la gracia del movimiento y las insistencias de una vida dedicada al arte. "Duende", diría Federico, acompañándolo en sus paseos por esa calle de Madrid a la que Eduardo siempre vuelve.

"Asistimos a una época en la que no resulta sencillo decir la inminencia del desastre y el riesgo permanente de nuevos holocaustos. En el final del fascículo que hoy presentamos, Sadha escribe: "Dolido testigo social, poeta de agridulce resonancia, meticuloso trabajador del arte, febril constructor de ídolos de mordaz alusión, Eduardo Elgotas teje paso a paso su testimonio en el telar del tiempo, con la fuerza de la apasionada entrega, ennobleciendo la cultura visual del arte santafesino'.

"Los universos que Eduardo imagina no son de esta época. Sus escafandras, las gafas, las manos de ganzúa y las garras Äcomo el iceberg que anuncia la inminencia del desastreÄ pertenecen a otro tiempo. Sus criaturas, profundamente urbanas son sobrevivientes de la catástrofe. Y aquí radica uno de los principales enigmas de la obra que abordamos: seres imaginarios, bestiarios urbanos, sabiduría ancestral en el búho y en la serpiente, escritura cifrada en el comienzo de los tiempos para darles una nueva oportunidad a los hombres.

Isabel Molinas recordó finalmente que Cormac McCarthy, galardonado con el premio Pulitzer, escribe en el final de su novela La Carretera (2006): "Una vez hubo truchas en los arroyos de la montaña. Podías verlas en la corriente ambarina allí donde los bordes blancos de sus aletas se agitaban suavemente en el agua. Olían a musgo en las manos. Se retorcían, bruñidas y musculosas. En sus lomos, había dibujos vermiformes que eran mapas del mundo en su devenir. Mapas y laberintos. De una cosa que no tenía vuelta atrás. Ni posibilidad de arreglo. En las profundas cañadas donde vivían todo era más viejo que el hombre y murmuraba misterio.

"Del mismo modo, es posible leer en la piel de las obras de Elgotas mapas y laberintos de extraña y perturbadora belleza".

De la redacción de El Litoral