Política: POLI-02
El gobierno ante la crisis financiera internacional
Perro encerrado
La presidenta parece disfrutar del julepe financiero global, como si la Argentina estuviera a salvo. En el fondo, los Kirchner deben estar haciendo gancho para que el perro no se suelte.

Sergio Serrichio (CMI)

Si es que en algún momento le había flaqueado, las palabras y los gestos de los últimos días muestran a las claras que la presidenta Cristina Fernández de Kirchner (CFK) recuperó la confianza. Casi podría decirse que está agrandada.

Esa confianza se expresa también en la cada vez más intensa actividad de su esposo, el ex presidente Néstor Kirchner, que ora recibe intendentes de a decenas en Olivos; ora propugna que las demás provincias (no el Estado nacional, ívade retro!) le devuelvan a Buenos Aires tajadas de coparticipación de impuestos; ora diagrama giras al interior: ora recibe al ex jefe de Gabinete, Alberto Fernández, en Olivos, porque un buen padre perdona a un hijo descarriado, especialmente si éste hace antes gestos de contrición, como el de declararse "kirchnerista ortodoxo".

Todo eso sucedió en los últimos días, mientras el matrimonio oficial preparaba las valijas para visitar una de sus ciudades favoritas, Nueva York, donde la presidenta participará en una nueva sesión de apertura de la Asamblea General de Naciones Unidas.

Está por verse si la jefa de Estado reitera en la Gran Manzana, sede de Wall Street, esos discursos sarcásticos, a dedo alzado, con los que últimamente se dedicó a verduguear a "loros y gurúes" (para el caso es lo mismo) que criticaban la política económica K mientras se desfondaba el piso y se volaba el techo de su propia guarida. Pero seguro que le encantaría.

Porque te quiero, te aporreo

Que la presidenta disfrute tanto de los pesares del kilómetro cero del capitalismo y centro de irradiación de la globalización financiera es entendible y paradójico al mismo tiempo.

Entendible, por la naturaleza del relato con el que los Kirchner dan cuenta de la realidad y justifican su lugar en el mundo. Un lugar presuntamente justiciero y productivo, en las antípodas de la especulación financiera mundial, esa que quedó desnuda a mediados de 2007, deambuló más de un año en busca de cobijo y estalló este mes en rescates urgentes, quiebras impensables, pánico y Äen finÄ un auxilio estatal que aún está por verse qué efecto tendrá.

Al tiempo que financió desequilibrios gigantescos y facilitó un quinquenio de crecimiento extraordinario, la globalización multiplicó desigualdades e injusticias. En 1980, precisó recientemente un panel de expertos convocados por la Organización Mundial de la Salud (OMS), los países más ricos, donde habita un 10 por ciento de la población del mundo, tenían un ingreso total 60 veces más grande que el de los países más pobres, donde vive el 10 por ciento más pobre del mundo. Hacia 2005, esa brecha se había estirado a 122 veces.

Pero es improbable que el goce presidencial con las tribulaciones de Wall Street sea una revancha por su injusticia distributiva. Más parece tener que ver con que el julepe global dejó en segundo plano el desagradable juicio de Miami, derivado de aquella valija con 800.000 dólares que hace más de un año ingresó a la Argentina en manos del pintoresco ciudadano venezolano-norteamericano Guido Alejandro Antonini Wilson, viajero "accidental" de un avión rentado por la petrolera estatal argentina Enarsa en la que viajaban, además, cinco funcionarios K y tres de PDVSA, la petrolera estatal venezolana. Lo paradójico es que la presidenta, en los mismos discursos en que critica la endeblez de la especulación global, se congratula de la firmeza del modelo oficial, siendo que éste reposa de modo fundamental en los precios en niveles históricos de las materias primas, algo que hizo posible aquel entrevero de hipotecas, bonos, derivados e instrumentos exóticos que inflaron el globo más grande de la historia. Sin esos valores extraordinarios, también la economía argentina quedaría pedaleando en el aire.

Colgados del yuyo

Para dar una idea de cuánto oxígeno externo recibió el modelo, bastan unos números. Los actuales precios de la soja, el trigo y el maíz son, respectivamente, 187, 117 y 110 por ciento más altos que los vigentes durante el infeliz gobierno de Fernando de la Rúa. Y eso después de la baja de los últimos dos meses. En julio pasado, las diferencias habían llegado a ser de 284, 180 y 170 por ciento respectivamente. Entre el aumento de los precios y de la producción, el valor de la soja argentina a precios mundiales saltó de 3.400 millones de dólares en 1997 a 24.000 millones de dólares este año. El aporte del "yuyo" (CFK dixit) al PIB, casi se multiplicó por ocho.

Los superávits gemelos sencillamente no existirían si no hubiera mediado ese extraordinario salto. En la versión oficial, el crecimiento se mantendrá porque el modelo es sostenible, pues los Kirchner, sabiamente, mantuvieron saldos fiscales y comerciales positivos.

¿No habrá sido, en cambio, que los saldos fueron positivos gracias a los precios y a que hubo crecimiento? Para verificar la secuencia basta la memoria. Entre 2003 y 2005, mientras Roberto Lavagna negociaba la deuda, Kirchner y sus voceros decían a voz en cuello que el superávit fiscal no excedería ni "en un centavo" el 3 por ciento del PIB. Mas era insensata ortodoxia, angurria de acreedores y del FMI. Luego fue al revés. Y ahora CFK promete reforzar la firmeza del modelo, aumentando los excedentes fiscal y comercial.

De última, la cuestión será saldada por la realidad. Si la tormenta global no amaina, la Argentina la sufrirá como cualquier hijo de vecino. O tal vez más, porque a la sequía financiera se agregará el asedio comercial.

En el fondo, los Kirchner deben estar haciendo gancho para que la masiva intervención del Tesoro y el Banco Central de los Estados Unidos preserve la maquinaria. Si resulta, celebrarán su osadía, como esos chicos que le hacen pullas a un perro encerrado. Y si no, será cuestión de huir y echarle la culpa al dueño del perro, que es malo, malísimo. En eso, el matrimonio presidencial es experto.

Vida política

La Comisión Episcopal de Pastoral Social, presidida por el obispo Jorge Casaretto (San Isidro), buscará este fin de semana instruir a jóvenes cristianos y de extracción partidaria para que participen activamente en la vida política del país. "La idea es repensar la política junto a jóvenes católicos y de diferentes partidos, como un aporte común para lograr el país que queremos", dijeron voceros del sector. El encuentro comenzó hoy y finalizará mañana, en la localidad de La Cumbre, Córdoba.

La presidenta

Cristina Fernández de Kirchner viajará hoy hacia Nueva York, donde brindará su primer discurso como jefa de Estado ante la Asamblea General de la ONU, mantendrá reuniones bilaterales con el primer ministro italiano, Silvio Berlusconi y el presidente español José Luis Rodríguez Zapatero. El viaje se iniciará a las 20 desde el Aeropuerto Internacional de Ezeiza, arribará a Nueva York mañana por la mañana y a partir del lunes se iniciará la actividad oficial.

Una mala posición

La mitad de los entrevistados en una encuesta cree que la Argentina está "mal" posicionada para afrontar la crisis financiera internacional que, a partir de la gran exposición que tiene en los medios, se ha convertido hoy en la principal preocupación de los argentinos.

Así, la situación de los mercados con 28,2 % ha superado a los problemas del Indec (20,4 %), el caso del triple crimen (9,5 %), el juicio de Cromagnon (7,5 %) y la valija de Antonini Wilson (6,3 %), de acuerdo a la agenda mediática.

En relación a la crisis; 81,8 de cada 100 encuestados cree que el país saldrá "afectado" de alguna manera, 39,% "mucho" y otro 42,1% "poco", mientras que 5,7% supone que "nada". La referencia está en línea con la convicción que expresó la mitad (49,4 %) de los 700 encuestados por Ibarómetro sobre que la Argentina está "mal" posicionada ante la crisis.

Ante la misma pregunta, 22,3 % sostuvo todo lo contrario, mientras que el resto prefirió no opinar.

En cuanto a la credibilidad de Cristina Fernández, el relevamiento indicó que fue la inflación, con 23,5 %, el tema que más afectó al gobierno y luego se encolumnaron los problemas de seguridad (22,1 %), la gestión en general (20,5 %) y la corrupción (15,1 %), mientras que 11,4 % dijo no creer que estuviese afectada la credibilidad de la presidenta.

Por último, 42,6 % consideró que el gobierno recuperaría más rápidamente su credibilidad si implementara "un plan integral que incluya todos los temas". Luego, con un porcentaje marcadamente inferior (17,2 %) aparecen quienes creen que lo lograría "presentando un plan para combatir la inflación" y sólo 9,9 % señaló como condición que resuelva el problema del Indec.