Al margen de la crónica

Inseguridad: ¿qué hacemos los buenos?

Sábado pasado. Hora: 6.45. Lugar: Autopista Santa Fe-Rosario, a escasos 500 metros del ingreso a la capital de la provincia. Dirección: Rosario-Santa Fe, entrando a esta ciudad, antes de la avenida Perón. Un periodista de El Litoral se dirige, como tantos santafesinos a esa hora, a su lugar de trabajo. De pronto, la trampa: todo el ancho de la calzada cubierta por ramas y troncos; a un costado, un muchacho con gorrita “dada vuelta” haciendo como que cruza la calle. El conductor reacciona a pesar del sueño que tiene a esa hora y toma una decisión: elige acelerar y pasar por encima de los troncos; atrás, un matrimonio y una criatura no entienden nada de la brusca maniobra del que va adelante. Como dudan, a la altura de los troncos, reciben un gomerazo de una chica que -arrodillada del otro lado, a la altura del ingreso a la villa- se queda sin su botín.

En el semáforo de Perón e Iturraspe, el matrimonio y el chico le dicen al periodista de esta casa: “Si parábamos, perdíamos todo”. Ese todo, en el caso de nuestro colega, eran 22 pesos.

El dato sorpresivo: todos los días, cerca de allí y a esa hora, las luces están prendidas y hay un coche policial con varios efectivos. De pura casualidad -“fueron a hacer el relevo de gente”, dijeron a El Litoral-, no había nadie para evitar el atraco que no llegó a concretarse. Es el ingreso a la capital de la provincia. Es tierra de nadie.

El periodista llega a la redacción. Se lo cuenta a sus colegas de policiales, a los que ya nada sorprende. Atrás, llega una colega a la redacción que acaba de pasar por el lugar: “Había como cinco patrulleros”. Tarde, siempre tarde, como en las películas.

De todos modos, el sábado no es tan improductivo para el periodista de El Litoral que esquivó la trampa de los troncos en medio de la autopista. En un reflejo de lucidez, decide no hacer la denuncia. ¿Para qué? No sirve de nada. Aunque no perdió del todo -algún daño en el coche por los troncos-, sabe que mandan ellos. Los malos y sus socios, los que parecen buenos.