Segundo centenario de la muerte del músico

Intenso jubileo para recordar a Haydn

En diversos ámbitos de Einsenstadt, diversas exposiciones recuerdan la época y la figura del genial músico.

Intenso jubileo para recordar a Haydn

“Fenómeno Haydn” es el título de la amplia exposición repartida en los aposentos del Palacio Esterházy y la Casa de Haydn, así como en el Museo de la Diócesis y el Museo del Estado de Burgeland. En la foto, la Sala Haydn del Palacio Esterházy.

Foto: Agencia EFE

De la redacción de El Litoral

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La ciudad austríaca de Eisenstadt, al este de Viena y contigua a la frontera con Hungría, se ha convertido en el centro del intenso jubileo con motivo del segundo centenario de la muerte del compositor Joseph Haydn, escribe Wanda Rudich, de la agencia EFE.

A partir del 1º de este mes cuatro lugares de esta poco conocida urbe, de tan sólo 12.000 habitantes, invitan a descubrir las diversas facetas del famoso creador de la “Creación”, un compositor que los estudiosos coinciden en calificar de renovador clave, sin el cual la historia de la música hubiese sido muy diferente.

“Fenómeno Haydn” es el título de la amplia exposición, repartida en los aposentos del Palacio Esterházy y la Casa de Haydn (“Haydn-Haus”), así como en el Museo de la Diócesis y el Museo del Estado de Burgenland, cuya capital es Eisenstadt.

Haydn “no fue una estrella de masas”, sino un músico “que dio un paso tras otro” y que tuvo que “trabajar duramente para mejorar su posición social”, destacó el presidente de Austria, Heinz Fischer, al inaugurar el martes en Eisenstadt el jubileo oficial de este compositor, nacido el 31 de marzo de 1732 y fallecido el 31 de mayo de 1809.

El jefe de Estado recordó también el importante papel que tuvo su mecenas Nicolás, príncipe de Esterházy, para quien Haydn trabajó más de tres décadas en las que logró fama internacional, coronada más tarde con grandes triunfos en Londres y Viena.

Palacio musical

El Palacio de Esterházy, en la época en que Haydn inició su trabajo allí, era la residencia principal de una de las familias nobles más ricas y poderosas de Hungría, y gracias a la afición del príncipe a la música, un centro de cultura musical.

Ese palacio es este año el centro del jubileo que la república alpina festeja por todo lo alto, y dedica dos pisos a la exposición principal, además de la suntuosa Sala Haydn, que acoge una serie de extraordinarios conciertos.

El jueves por la noche se llenó para oír cuatro sinfonías del celebrado compositor, interpretadas por el Concentus Musicus bajo la batuta del maestro austríaco Nikolaus Harnoncourt.

Éste cosechó un entusiasmado éxito de público y abrió una gran expectativa hacia su proyecto de llegar a interpretar este año 41 conciertos, que abarcan todas las 107 sinfonías que compuso Haydn.

La exposición no sólo refleja la larga y fructuosa vida del artista, sino que también arroja luz sobre las costumbres de la época, incluidas las normas laborales, las relaciones entre los músicos, la edición y difusión de partituras o las tradiciones para interpretar las obras.

En Eisenstadt, el visitante puede sacar sus propias conclusiones después de leer el contrato laboral del joven músico, firmado el 1º de mayo de 1761 por el príncipe Nicolás I. Esterházy, y otros documentos originales, como un “Protocolo de Reorganización de la Música de Cámara Principesca”, la lista de sueldos a los músicos o las denuncias e informes sobres sus disputas y peleas.

Manuscritos, instrumentos, vestimenta

Una mayor intimidad se encuentra en los manuscritos expuestos junto a instrumentos originales y vestimenta de la época en la casa en la que Haydn vivió con su esposa, Maria Anna, entre 1766 y 1778, situada a pocos pasos del palacio.

Por otro lado, la fama conquistada por Haydn entre sus contemporáneos se hace palpable en los numerosos retratos que pintores de la época hicieron del maestro, así como en su relación protectora y de gran influencia con muchos otros músicos, entre ellos los genios Wolfgang Amadeus Mozart y Ludwig van Beethoven.

Impresiona, asimismo, la inusitada y creciente independencia conquistada por Haydn gracias al desarrollo de una casa editorial propia, que a partir de los éxitos londinenses también publicaba sus obras en inglés, además del alemán.

La gran muestra, que incluye su tumba en la Bergkirche (Iglesia de la Montaña) y reliquias expuestas en la diócesis, acompaña al rico programa de conciertos con el que Eisenstadt espera atraer este año a un público internacional.

Para ello cuenta con destacadas actuaciones, entre ellas, del maestro catalán Jordi Savall, quien al frente de la Filarmonía Austro-Húngara Haydn interpretará tres sinfonías del compositor, que dejó un legado de unas 1.200 obras.

Su música será interpretada también aquí por la Orchestra of the Age of Enlightenment, la Amsterdam Baroque Orchestra, la Englisch Chamber Orchestra, Il Giardino Armonico, Les Talents Lyriques, la Camerata Salzburg, la Academy of Ancient Music, o la Haydn Akademie.

 

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Un aporte esencial

Con Mozart y Beethoven, Haydn es el tercer gran representante del clasicismo vienés. Aunque no fue apreciado por la generación romántica, que lo consideraba excesivamente ligado a la tradición anterior, lo cierto es que sin su aportación la obra de los dos primeros, y tras ellos la de Schubert o Mendelssohn, nunca habría sido lo que fue. Y es que a Haydn, más que a ningún otro, se debe el definitivo establecimiento de formas como la sonata y de géneros como la sinfonía y el cuarteto de cuerda, que se mantuvieron vigentes sin apenas modificaciones hasta bien entrado el siglo XX.

Nacido en el seno de una humilde familia, el pequeño Joseph Haydn recibió sus primeras lecciones de su padre, quien, después de la jornada laboral, cantaba acompañándose al arpa. Dotado de una hermosa voz, en 1738 Haydn fue enviado a Hainburg, y dos años más tarde a Viena, donde ingresó en el coro de la catedral de San Esteban y tuvo oportunidad de perfeccionar sus conocimientos musicales.

Allí permaneció Haydn hasta el cambio de voz, momento en que, tras un breve período como asistente del compositor Nicola Porpora, pasó a servir como maestro de capilla en la residencia del conde Morzin, para quien compuso sus primeras sinfonías y divertimentos.

La aportación de Haydn fue trascendental en un momento en que se asistía a la aparición y consolidación de las grandes formas instrumentales. Precisamente gracias a él, dos de esas formas más importantes, la sinfonía y el cuarteto de cuerda, adoptaron el esquema en cuatro movimientos que hasta el siglo XX las ha caracterizado y definido, con uno primero estructurado según una forma sonata basada en la exposición y el desarrollo de dos temas melódicos, al que seguían otro lento en forma de aria, un minueto y un rondó conclusivo.

No es, pues, de extrañar que Haydn haya sido considerado el padre de la sinfonía y del cuarteto de cuerda: aunque ambas formas existían como tales con anterioridad, por ejemplo entre los músicos de la llamada Escuela de Mannheim, fue él quien les dio una coherencia y un sentido que superaban el puro divertimento galante del período anterior. Si trascendental fue su papel en este sentido, no menor fue el que tuvo en el campo de la instrumentación, donde sus numerosos hallazgos contribuyeron decisivamente a ampliar las posibilidades técnicas de la orquesta sinfónica moderna.