De la asonada contra Correa

La sublevación policial, perpetrada en la capital de Ecuador contra el presidente Rafael Correa, ha sido conjurada pero habrá que prestar atención al desarrollo de los futuros acontecimientos. No se debe perder de vista que Ecuador encabeza en América Latina el récord de gobiernos electos que no han podido cumplir con sus mandatos. La sublevación militar y las movilizaciones de las comunidades indígenas son los factores de poder que han perturbado el desarrollo de las instituciones de la democracia.

En este caso, la rebelión policial debe ser condenada sin atenuantes. Es lo que han hecho todos los gobiernos de la región, más allá de sus posiciones políticas e ideológicas. Es así como al repudio de Venezuela, Bolivia y Argentina, se sumó el de Chile, Perú y Colombia, países gobernados por presidentes calificados de “derecha”. Es que en América Latina, felizmente, no hay lugar para las asonadas militares, entre otras cosas porque el escenario que durante décadas las propició ha desaparecido o se ha debilitado. En este sentido, hay que decir que EE.UU. también repudió la intentona.

De todos modos, no se debe perder de vista que en muchos de estos países las fuerzas armadas siguen siendo factores importantes de poder. Es el caso de Chile, por ejemplo, pero también de Colombia, Venezuela, Bolivia y Perú. Esto no quiere decir que en estos países haya rumores de fronda, pero es importante saber que las fuerzas armadas existen y que la mayoría de los gobiernos ha establecido con ellas algún tipo de entendimiento.

El único gobierno militar de la región es el que paradójicamente se reivindica más a la izquierda. Hablamos de Venezuela, en la que uno de los soportes decisivos de Chávez es la estructura militar. Pero en Ecuador, los militares no son protagonistas menores. El propio Correa se ha beneficiado políticamente del entendimiento con ellos, algo que en otros tiempos no ocurría.

Por eso, es importante prestarle atención al desarrollo de los acontecimientos. En Ecuador, la importancia de la policía no es para subestimar. Asimismo, hay un debate abierto para saber si el reclamo de los sediciosos era gremial o salarial o, por el contrario, si detrás de esa demanda “sindical” se ocultaban otras ambiciones políticas.

Por lo pronto, Correa parece no tener ninguna duda de que la mano desestabilizadora de la oposición ha estado tejiendo esta asonada. Es probable que tenga algo de razón, pero también es probable que sobreactúe. Correa es un político maniobrero que no dejará pasar esta crisis sin obtener algún rédito político. Por lo pronto, su “odisea” ha despertado la adhesión y solidaridad de todos los jefes de Estado, incluidos los de Europa.

A juzgar por sus recientes declaraciones, da la impresión de que está dispuesto a ir por más. Es decir, por más poder. No será ésta la primera vez que el apresuramiento y el espíritu faccioso de grupos extremos de la oposición terminen haciéndole el juego al mismo que pretenden combatir.