Ayer a la tarde en Guadalupe Norte

Violento asalto a un quintero

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Miguel Angel Valli (57) se trabó en lucha con los delincuentes y los puso en fuga. De la pelea resultó con golpes y heridas cortantes en la cabeza, rostro y manos. Foto: Danilo Chiapello

Actuaron dos delincuentes armados. Golpearon e hirieron a un conocido agricultor de la zona.

 

Danilo Chiapello

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Un conocido agricultor de la zona norte fue víctima de un violento asalto domiciliario, del que resultó con numerosas heridas contuso-cortantes.

El grave suceso ocurrió a media tarde del sábado y tuvo lugar en Callejón Funes al 2000, en jurisdicción de Guadalupe Norte.

En dicho sector (ubicado entre el ex-Gada 121 y el campo de deportes Las Achiras) Miguel Angel Valli (57) lleva adelante desde hace muchos años (“de toda la vida”, como dijo) distintos emprendimientos vinculados a la agricultura.

Pero ayer a la tarde su vida dio un drástico giro. Lo que sigue es su relato.

Cuidando un caballo

“Yo estaba sentado al lado del gallinero, sobre un tacho de pintura. Estaba junto a un caballo que me habían traído para cuidar. Lo estaba observando para que no se espante, porque no era nuestro. De pronto me doy cuenta de que el caballo se asusta. Miro para el costado del galpón y veo a dos tipos que vienen corriendo, uno de ellos armado.

Eran dos tipos jóvenes, de unos 20 años. A cara descubierta. Uno tenía anteojos oscuros. Estaban vestidos con ropas oscuras y traían una bolsa.

Enseguida me gritaron: “¡Quedate quieto y mirá para abajo!. Vamos para adentro’ (de la casa) fue la segunda orden.

“Les dije: “No tengo las llaves. Mi hermano se fue a la otra quinta y se llevó las llaves’.

Pero me contestaron, “y en qué se fue tu hermano. ¿En el tractor?’. Y eso es verdad. Aquí tenemos un tractor, con lo que me dejaron en claro que habían hecho un trabajo de inteligencia previa. Conocían los movimientos de aquí.

“Más adelante volvieron a insistir con ingresar a la casa. Entonces cuando íbamos cruzando por el gallinero trato de cerrarle un portillo. Entonces allí comenzamos a pelear y nos caemos al suelo. A todo esto el otro rufián corrió hacia la casa.

“En el forcejeo yo logro quitarle el arma. Comienzo a gatillar apuntando hacia arriba pero no salió ningún disparo.

“Entonces comencé a gritar: “¡Carli, Carli, vení a ayudame que me están robando!’. Carli es un vecino al que yo había visto un rato antes y que sabía que estaba afuera lavando su auto.

“En la refriega también le mordí la mano. Después lo tuve que largar para poder seguir gritando, pidiendo auxilio.

“Entonces uno de los cacos le gritó al que estaba adentro de la casa “¡vamos, vamos!’ y escaparon corriendo por un camino lateral. Sé que un vecino los corrió también pero no los pudo alcanzar. Finalmente se dieron a la fuga”.

“Todavía estoy temblando”.

“Todavía estoy temblando”, dijo Miguel en una pausa de su relato.

“Si ellos me metían adentro de la casa, esto iba a ser un infierno. Me iban a golpear hasta que yo diga donde había dinero. Aquí no hay dinero.

“Cuando los vecinos vieron el revuelo se acercaron a ver qué había ocurrido. Al verme lastimado llamaron a la policía.

“Después vino una ambulancia y me llevaron al hospital. Me dieron tres puntos de sutura en el cuero cabelludo y me diagnosticaron heridas cortantes en nariz, en la frente y las manos.

Además tengo lesiones traumáticas por los golpes que me dieron en todo el cuerpo.

“Ahora tendré que ir a curaciones todos los días”.

Todo cambia

Por último el productor se refirió al cambio de fisonomía del barrio.

“Esto siempre fue un lugar sumamente tranquilo. Históricamente fue un lugar de quintas y de pequeños y medianos emprendimientos.

“Pero hace ya algún tiempo estamos observando, con preocupación, movimientos de personas. Se han instalado en los alrededores asentamientos precarios.

“Ya estoy un poco cansado porque veo que cada vez todos estamos un poco peor. Entonces pido seguridad para poder vivir en paz.

“El poder político y la Justicia tienen que tomar cartas para proteger a los barrios”, sentenció.