El Loco González, uno de los más queridos de la hinchada sabalera, estuvo en El Litoral...

Cosita loca llamada amor

Calcula que “el 80 por ciento en esta ciudad es de Colón”, criticó a Riquelme y a Vignatti; elogió a Martino y dijo que la gente lo amaba “porque entraba a la cancha a divertirme”.

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“Colón está cambiadísimo, ahora es un club formidable”, dijo el “Loco”, que fue invitado por Sergio Villanueva, presidente de la Agrupación que lleva su nombre. Se hizo ídolo de Colón, apenas en un año.

Foto: Guillermo Di Salvatore

 

Enrique Cruz (h)

Hacía mucho que no se alteraba la Redacción ante una visita a nuestro diario. Es que cuando días atrás apareció la figura del “Loco” González, nadie se privó de la tentación de saludarlo.

Gabriel González debe ser uno de los pocos ejemplos de cómo hay que hacer para ganarse el corazón del hincha en tan poco tiempo. Apenas un año pasó desde que el Loco llegó a Santa Fe para cargar sobre sus espaldas la responsabilidad de ser el conductor de un equipo que llevaba 15 años en la B, hasta que logró el ansiado ascenso. Y además, el simple hecho de haber marcado tres goles en los dos clásicos que terminaron con victoria sabalera en aquella temporada, intensificó el cariño y la marca grabada a fuego que dejó este paraguayo en su corto paso por la ciudad.

—¿Por qué pensás que la gente te quiere tanto?

—No lo sé... Mirá, recuerdo que un día me fui a pescar y todos los que estaban pescando eran de Colón. Yo estaba un poco de incógnito pero me reconocieron al instante y se acercaron a saludarme. Eran todos de Colón, por eso creo que en esta ciudad el 80 por ciento son hinchas de Colón.

—Colón tiene ídolos que se ganaron esa consideración luego de mucho tiempo de trayectoria en el club. Nombrar a Di Meola, a Cococho Álvarez o al propio Fuertes, basta para ejemplificarlo. Pero vos, sólo un año...

—En verdad, no lo sé... En una de ésas fue la alegría del fútbol que brindaba y las locuras que hacía en la cancha. A mí, la gente me alentaba o se enojaba. Pero ese año, hice catorce goles y un montón de asistencias, por eso creo que la gente me quiso tanto.

—¿Entrabas a la cancha a divertirte?

—Totalmente. Yo sé que eso no se ve hoy en día, pero yo estaba muy bien de acá arriba, de la cabeza. Y eso me permitía lucirme.

—¿Cuál fue el mejor recuerdo de aquel tiempo?

—El día del ascenso a Primera y los dos clásicos. El que le ganamos en la cancha de Unión, fue 2 a 1 con dos goles míos. Y después, le ganamos 3 a 1 con un gol mío. ¿Cómo olvidarme?

—La gente de Unión ¿no te quería?

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“El Loco” junto a tres de los muchos “admiradores” que encontró en nuestra casa. César Benítez, Germán (alias “Chipi”) y “Albertico” Fabatía.

Foto: Guillermo Di Salvatore

—Me trataban con respeto, porque yo siempre los respeté.

—¿Y el momento más triste de tu carrera?

—La equivocación cuando le pegué al árbitro en ese partido de Olimpia, mi equipo, contra Sportivo Luqueño. Me equivoqué fiero, no es el sentido que quiero darle a mi equipo. Mi carrera profesional duró 20 años y no me arrepiento de muchas cosas.

—¿Te sacaste ese día?

—Me pasé de rosca, se me fue la mano, quise hacer justicia por mano propia y eso no puede ser.

—¿Qué opinás de Martino?, ¿sabías que estuvo dirigiendo a Colón antes de irse a Paraguay?

—Pues claro, por supuesto. Martino es un excelente técnico, armó un buen plantel y creo que sólo le está faltando un 10, un jugador que mueva al equipo, que lo haga jugar.

—¿No existe 10 en Paraguay o no hay?

—No hay, no se ven más... Ustedes lo tienen a Riquelme acá en la Argentina, pero Riquelme no quiere jugar al fútbol en serio, es caprichoso, muy renegado, no sé qué le pasa... Es excelente, pero cuando juega en la selección no rinde.

—¿Se están extinguiendo los enganches como vos?

—No existen... Estábamos hablando con el Bichi Fuertes y con mi amigo Sergio Villanueva, que el fútbol es total. Hoy, el que no corre no puede jugar. Han cambiado muchísimo las cosas. Yo digo que hoy al fútbol pueden jugar los jóvenes, porque se corre mucho.

—¿Podrías brillar hoy?

—Sí, claro... Tendría que estar bien físicamente y estoy seguro de que entraría a la cancha a divertirme. Yo trabajaba mucho en lo físico porque sabía que tenía que superar a mis compañeros para hacer mi juego. Pero el fútbol argentino es muy exigente. Acá te equivocás dos veces y chau, la gente te insulta.

—¿Por qué los argentinos vamos a buscar paraguayos?

—Mirá, Uruguay puso más de lo que podía en este Mundial, nos sacó eso que tanto identificó al fútbol paraguayo, que fue la garra y la entrega. Los uruguayos jugaron el Mundial tocados en su orgullo. Corrieron un montón y llegaron al cuarto puesto. Pero le tocó la mala suerte de haber errado el Tacuara Cardozo aquel penal, porque España no nos bailó... Contestando tu pregunta, sí, es cierto, los argentinos van a buscar jugadores a Paraguay y puede ser por esto que te digo, de la entrega de los paraguayos.

—¿Y lo nuestro, fue fracaso?

—Sí, fue un fracaso porque tiene una potencia increíble de jugadores... ¡Messi!, ¡es lamentable lo de Messi! y es porque la camiseta argentina pesa mucho, mucho más que en el Barcelona.

—¿Es por eso que rinde más en el Barcelona que en Argentina?

—Y porque en el Barcelona todos juegan bien, todos tocan, todos juegan a lo mismo y nadie divide la pelota. ¿Vos ves los partidos del Barcelona?, decime en qué partido el Barcelona divide la pelota, nunca. Acá, en la Argentina, ocurre lo contrario. Se divide mucho la pelota, pica mal, es rara y es difícil de dominar.

—Hace poco estuvo Bilardo en Santa Fe y dijo que el que gana es el que sirve y el que pierde es el peor. ¿Coincidís?

—Coincido. Cuando se contrata a un técnico, es por capacidad. Pero si no se le dan los resultados, uno empieza a dudar de la capacidad de ese técnico para cambiar la historia. Acá no hay tiempo de enseñar, en Primera no se enseña, se enseña en inferiores... ¿Es así o no?

—El tiempo del aprendizaje es en inferiores, por supuesto...

—¿Entonces?.... No, no, no... En inferiores se aprende, en primera se gana o chau, juega otro.

—¿Se trabaja mucho en inferiores en Paraguay?

—Cerro Porteño y Libertad trabajan bien, Nacional puede ser, pero Olimpia no. Para trabajar bien en inferiores hay que tener estructura, como la que he visto en Colón, que es un club estupendo.

—Vos conociste el Colón de las tribunas de madera y ahora te encontrás con algo totalmente diferente, ¿no?

—La diferencia entre el Colón que conocí y éste que vi ahora, es abismal. Nosotros teníamos que deambular de lugar en lugar para practicar, no completábamos las camisetas y las medias para que sean todas iguales. Sólo los más viejos y los más cotizados tenían la ropa, pero el resto no. Así era el Colón que yo conocí en el ‘94-’95. Ahora no, ahora está todo muy bien armado. Está bárbaro este club.


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Gabriel González conversa junto a una de nuestras directoras, Silvia Víttori. También se observa a Sergio Villanueva, a José Vigil, al jefe de fotografía, Alejandro Villar, y al autor de la nota.

Foto: Guillermo Di Salvatore

En detalle

Gabriel González Chaves nació el 19 de marzo de 1961 en Itapé, Paraguay. Es uno de los más reconocidos e idolatrados jugadores del Club Olimpia de Paraguay.

Como jugador del Olimpia, González ganó la Copa Libertadores, Supercopa Sudamericana, Recopa Sudamericana y varios campeonatos de la Liga Paraguaya, formando el aguerrido trío de ataque del Olimpia a principios de los noventa junto a Adriano Samaniego y Raúl Vicente Amarilla.

“El Loco” también jugó en España, concretamente en la segunda división, donde militó en el Atlético de Madrid B (temporadas 1983-84 y 1984-85), Albacete Balompié (temporada 1985/86) y también lo hizo en Argentina en el Estudiantes de La Plata y en Colón. Y en Perú, demostró su talento en el Universitario de Deportes de Lima.

González fue suspendido de por vida luego de aquella reacción contra el árbitro (le pegó un puñetazo y el referí debió ser hospitalizado). Le redujeron la sanción a dos años y medio. Jugó un partido más y en marzo de 2004 anunció su retiro.

(pasa a página 7)

Cosita loca llamada amor

De la más pura estirpe colonista

Gabriel González junto a Miguel Ángel Gambier, Marcelo Saralegui y Alejo Medina, en ocasión de ser distinguidos en el Brigadier López. Comparten la nota gráfica, los dirigentes Rubén Moncagatta, Pedro Eusebio (h), Carlos Marín y Darío Giménez. Foto: Pablo Aguirre

“Lerche es muy humilde”

 

—¿Qué opinión guardás de Vignatti?

—Vignatti fue un muy buen presidente, sólo que era muy egoísta; quería ser él y nadie más. No se daba cuenta de que el club no era él, sino él y la gente.

—¿Conociste al actual presidente?

—A Germán Lerche lo conocía y estuve con él. Me hizo recorrer el estadio y el predio. Es maravilloso lo que está haciendo este presidente y además es humilde, sencillo y no tiene que perder esa humildad. Lo conocí hace un par de años y me trató como nunca me trataron en un club en el mundo.

—¿Por qué?

—Porque me abrió las puertas del club y me dijo que seguían abiertas para mí en el momento en que precise algo, que todo el club estaba a disposición. “Vos no necesitás pedir permiso para entrar a Colón porque Colón es tu casa”, me dijo Germán cuando vine hace un par de años. Y de esas palabras no me olvido más. Nunca antes me habían tratado así. Y no me olvido de que una vez no me dejaron pasar.

—¿Cuándo fue eso?

—No, mejor no recordarlo. No fue, obviamente, con esta dirigencia; nada que ver. Pero una vez no permitieron que pisara el césped de Colón.

—¿Cuál de los tres goles que le hiciste a Unión más te gustó?

—El que le hice en cancha de Colón, porque había pateado varias veces y todas afuera. Estaba sintiendo el silbido de la gente cuando le pegué y le entré de lleno. Fue el día de la venia a los militares amigos. Nosotros practicábamos en un lugar de militares y me pidieron que le hiciera la venia si metía el gol. Y cumplí.