Una festividad orlada de verde

En los últimos años, la celebración de San Patricio fue ganando un espacio importante en nuestro país y también en Santa Fe. Pero, ¿cuál es el origen de este festejo?.

TEXTOS. ZUNILDA CERESOLE DE ESPINACO. FOTOS. EL LITORAL.

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Cada 17 de marzo los irlandeses celebran una fiesta en honor a San Patricio, quien evangelizó el país cristalizándolo y eclipsando la religión pagana que, guiada por los druidas, reinaba allí.

Se llama a Irlanda “La Verde Erin” ya que el 50 % de su superficie está ocupada por pastos y praderas de un color verde excepcional, semejando un tapiz mágico que cubre al suelo.

El santo se acostumbró a llevar un trébol de tres hojas para simbolizar a la Santísima Trinidad (Padre, Hijo y Espíritu Santo). Expresaba que, como el trébol del que de un mismo tallo surgen tres hojas, así ocurre con las tres personas de un mismo Dios. Al ser llevado por él, como tradicionalmente se atribuía al trébol el poder de dar suerte y el de alejar a las brujas y a los espíritus malvados, su uso se hizo popular como amuleto.

La fiesta de San Patricio está signada por el color verde, por la ingestión de cerveza y por el trébol. Se suele utilizar esta especia de vegetal en un rito popular llamado “Mojar el trébol”, que consiste en agradecerle la protección brindada bebiendo copiosamente.

En América, debido a la corriente inmigratoria de Irlanda, esta fiesta fue celebrada por primera vez en USA, en la ciudad de Boston (Massachussets) en el año 1797, es decir en el siglo XVIII.

En Argentina, en los últimos años se ha comenzado a festejar; claro que, salvo para los irlandeses que viven aquí, o los descendientes de estos inmigrantes, el festejo carece de la tradición intrínseca que lo caracteriza.

LA EXPULSIÓN DE LOS DUENDES (UNA LEYENDA)

Luego de haber fundado su primera iglesia en Irlanda, San Patricio se esforzó por lograr que la gente abandonara a sus dioses paganos y se convirtiera al cristianismo.

La tarea, en un principio, fue muy dura; no era fácil desterrar creencias tradicionales de un pueblo supersticioso y altivo como era el celta.

Al realizar este sacerdote una serie de milagros, la nueva fe que propagaba comenzó a ganar adeptos y poco a poco la gente ingresó a la iglesia para practicar la nueva religión.

Los druidas (sacerdotes paganos) se inquietaron al ver lo que sucedía y por ello decidieron obstaculizar la conversión de su gente. Mediante ritos extraños convocaron a un ejército de duendes para que molestaran de mil maneras a San Patricio y a los feligreses, instalándose en el templo.

Los duendes cumplieron el mandato recibido: molestaban a los fieles con pellizcos, ruidos extraños, carcajadas socarronas, remolinos de viento y aullidos espeluznantes. De esta manera les impedían rezar a cualquier hora del día; además hacían muchos desmanes en el templo, escondían cosas, arruinaban objetos y los ensuciaban a diario.

Sabiendo que todo ésto era obra de los druidas, San Patricio tomó la decisión de enfrentarlos; entonces, un día con voz firme les dijo: “en nombre de Dios Todopoderoso, yo los expulso, espíritus impuros” y de esta manera los echó de la iglesia.

Es común utilizar en Irlanda la imagen de San Patricio para protegerse de los duendes, ya que éstos no soportan ver al causante de su destierro de la casa de Dios.

UN MILAGRO SINGULAR

En la época antigua, las serpientes se habían reproducido de manera extrema en el “Condado del Trébol”, uno de los nombres con que suele llamarse a Irlanda.

Tanto en los montes como a la orilla de los lagos y ríos, y especialmente en las praderas, estos reptiles se desplazaban formando una alfombra viva y reptante.

El pavor invadía el corazón de los irlandeses; temían sobre todo por los niños que en su inocencia desconocían su peligrosidad, y por los ancianos quienes, debido a una visión deficiente, no podían advertir la presencia de las serpientes.

San Patricio alejó de Irlanda a los ofidios, conduciéndolos hasta el mar al cual entraron como atraídos por una fuerza poderosa, ahogándose en sus aguas que se tornaron turbulentas.

De esta forma el santo realizó otro de sus numerosos milagros en la lejana isla del continente europeo.

ENCUENTRO BENEFICIOSO

El leprechaun es un duende irlandés de hábitos solitarios, de estatura pequeña y con apariencia de hombre viejo. El duende lleva un sombrero triconio rojo, y calza zapatos de alto tacón, adornados por grandes hebillas de plata.

Este ser feérico se ocupa de arreglar zapatos desparejados que luego son utilizados para guardar sus no pocas riquezas.

Como le gustan las bebidas alcohólicas, suele penetrar a los hogares durante la noche para robarlas y embriagarse a gusto.

Quien pase por los bosques irlandeses el Día de San Patricio y escuche el sonido de un martillo, debe alegrarse porque hay un leprechaun trabajando y ésto le traerá suerte si logra apresarlo, porque el duende obligadamente tendrá que conducirlo hasta el escondite donde acumula monedas de oro. Entonces, de la noche a la mañana se volverá rico. Mas, como es un duende muy astuto, no podrá perderlo de vista. Si así lo hiciera, al instante el leprechaun desaparecerá y consecuentemente la fortuna anhelada lo hará con él.

SUPERSTICIONES

El trébol es, para los irlandeses, símbolo de protección que creen aumentada si es de cuatro hojas; para el día del santo muchos lo introducen en el calzado esperando que su simbología particular -la primera hoja a la izquierda del tallo trae fama, la segunda riqueza, la tercera amor y la cuarta salud- se vea potenciada en esa fecha.

Si no luces algo verde ese día, los duendes te visitarán de noche, atormentándote al pellizcar tus piernas durante las horas nocturnas.

Siempre es bueno guardar un trébol de cuatro hojas en la Biblia, pero es mejor hacerlo el Día de San Patricio.

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En América, debido a la corriente inmigratoria de Irlanda, esta fiesta fue celebrada por primera vez en USA, en Boston en 1797. En Argentina, salvo para los irlandeses que viven aquí, o los descendientes de estos inmigrantes, el festejo carece de la tradición intrínseca que lo caracteriza.

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BENDICIÓN

Que vivas por el tiempo que tú quieras, y que nunca quieras vivir tanto como vives.

Recuerda siempre olvidar las cosas que te entristecieron

pero nunca te olvides de recordar las cosas que te alegraron.

Recuerda siempre olvidar a los amigos que resultaron falsos,

pero nunca olvides recordar a aquellos que permanecieron contigo.

Recuerda siempre olvidar los problemas que ya pasaron,

pero nunca olvides recordar las bendiciones de cada día.

Que el día más triste de tu futuro no sea mayor a la felicidad del día más feliz de tu pasado.

Que nunca se te venga el techo encima y que los amigos reunidos debajo de él nunca se vayan.

Que siempre tengas palabras cálidas en un frío anochecer,

una luna llena en una noche oscura,

y que el camino siempre se abra a tu puerta.

Que haya una generación de hijos en los hijos de tus hijos.

¡Que vivas cien años, con un año extra para arrepentirte!

Que el Señor te guarde en su mano y nunca apriete mucho el puño.

Que tus vecinos te respeten, los problemas te abandonen,

que los ángeles te protejan, y que el cielo te reciba.

Que la fortuna de las colinas irlandesas te abracen,

que las bendiciones ded San Patricio te contemplen,

que tus bolsillos estén pesados y tu corazón ligero,

que la buena suerte te persiga, cada día y cada noche.

Muros contra el viento, un techo para la lluvia, bebidas junto a la fogata.

Risas para consolarte y aquellos a quienes amas cerca de ti.

¡Y todo lo que tu corazón desee!

Que Dios esté contigo y te bendiga,

que veas s los hijos de tus hijos,

que el infortunio sea pobre, seas rico en bendiciones.

Que no conozcas nada más que la felicidad.

Que desde este día en adelante Dios te conceda muchos años de vida.

De seguro Él sabe que la tierra no tiene suficientes ángeles.