Técnicas para destapar cervezas

Entre los saberes mínimos exigibles para un santafesino de ley, está el del conocimiento de diferentes técnicas para abrir botellas de cerveza. Esta nota sirve incluso para quienes, infaustos, sólo toman gaseosas. Estamos en el destape.

TEXTOS. NÉSTOR FENOGLIO. DIBUJO. LUIS DLUGOSZEWSKI.

 
Técnicas para destapar cervezas

Antes, las tapas de las cervezas tenían una consistencia importante, un aspecto robusto, unas púas capaces de dañar al inexperto; una especie de tuna o de rosal: para llegar al objeto anhelado deberás sortear antes las espinas, una lección de vida, si se quiere...

Por lo mismo, venían unos destapadores de cerveza con impactante presencia: pesados, grandes, casi como una herramienta -eso eran, finalmente- comparable con la tenaza o la pico de loro, un instrumento capacitado para ejercer palanca y hacer caer la empalizada que nos separaba del tesoro. Con uno de esos destapadores vos podías sacarte una muela con un solo movimiento, reducir a un ladrón, apuntalar o levantar la rueda pinchada del auto y, en fin, destapar la botella.

Con la progresión de la tecnología y los años, y con unificación de los chupadores que antes estaban disgregados en dos bandos antagónicos -los tomadores de vino, los tomadores de cerveza-, aparecieron los destapadores duales, que tanto podían entrarle a un corcho afirmado, como, con una hendidura especial más discreta que su pesado antecesor, a un porrón bien frío.

Por supuesto, están los tipos que andan por la vida con la vitorinox incorporada y pueden no ponerse desodorante, pero el cortaplumas multiuso va con ellos hasta a la playa. Son tipos que creen que hay que estar preparados para todo y con ese instrumento comienzan a calmar esa aprensión -cuando a uno le suceden cosas realmente importante esos elementos no sirven igualmente para nada, se los aclaro, mis chiquitos previsores...- y ganan puntos cuando en cualquier reunión ellos pelan el instrumento y destapan la botella que disfrutarán todos.

Por estos días, he visto un invento maravilloso: una chancleta u hojota que en su base tiene ya incorporado un destapador de cerveza. ¡Genial! Entregan tantos premios Nobel por cosas que no sabemos qué corno son o para qué sirven y no sabemos todavía el nombre de ese prócer, cuya estatua o imagen debería adorarse en todos los kioscos del mundo.

Y pululan unos simpáticos llaveritos, que tienen un destapador en miniatura que igual te saca del paso, no es tan petulante ni pretensioso como el cortaplumas multifuncional, pero cumple. El tamaño, en algunas cosas, no importa.

Luego tenés la larga lista de conocimientos empíricos para destapar porrones y cervezas y con ellos los santafesinos podríamos desasnar al resto.

Uno de esos sistemas es el del funcionario corrupto: siempre atento al mordisco. El chabón santafesino toma decidido el porrón, lo lleva hasta su boca y mientras alguno le dice “pará, che, vos estás loco...”, el tipo le manda muela -los más orcos lo hacen con los dientes, directamente- y saca la tapa como quien muerde una zanahoria.

Tenés el otro especialista que con cualquier objeto duro, y en su defecto con la mano, los nudillos, el codo, la tibia, el callo plantal -lo que sea-, hace palanca y con un golpe seco, saca la tapita y se gana los aplausos de la concurrencia. Y ya para iniciados o rejevis (es una castellanización fenogliana libre de re heavy), tenés, ante una tapita insacable por herrumbre, o sólo para demostrar técnicas innovadoras, cortan directamente el cogollo de la botella. Yo, por las dudas, tomo unos tragos pero no me vuelvo a juntar nunca más con ese tipo...

En los baúles de los santafesinos, en vez de exigir pavadas tales como matafuegos o sábanas blancas, debería verificarse la existencia de al menos una botella de cerveza vacía y un destapador como la gente. Y las fábricas de cerveza, en vez de regalar gorritos, banderas o remeras, tendrían que entregar directamente destapadores piolas para estar siempre listos para cualquier contingencia. Es hermoso tener una contingencia o dos, o un montón, después del picado, del fulbo cinco, del paddle, o simplemente cuando el sol comienza a caer y las sombras de la noche tapan las formas y encienden esas ganas específicas y santafesinas en la garganta. Y entonces, hasta las sombras de la noche vamo a destapar, iiisaaaa....