EN UN VW GOL POWER 2004

—¿Lo compraste porque te gustó o fue un negocio?

—Lo compré porque me gustó. El Gol siempre fue un auto que era para mí.

—¿Qué es lo mejor que tiene este auto?

—Que no se rompe nunca. Por eso digo que es el auto para mí. Es un “fierrito”.

—¿Tuviste alguna anécdota rara con el coche?

—Di varias vueltas a las provincias de Santa Fe y Entre Ríos en un Renault 6, por un trabajo que tenía anteriormente, con el que nunca tuve un problema. Después lo mandé al plan canje y el dueño anterior, el que me lo había vendido, lloraba. Tenía todos los chiches. Faros de iodo, luces por todos lados en el interior, hasta encendido electrónico. Un día, como no vio más el coche, me vino a preguntar, y le tuve que decir la verdad. Se quería morir. Ese fue mi primer auto.

—¿Alguna vez tuviste algún inconveniente y te dieron ganas de prenderle fuego?

—Sí. El problema era con el burro. Varias veces me pasó de no poder darle marcha. Hasta que aprendí a pegarle para que se despeguen los carbones. A partir de ese día, circulaba con un palo de escoba arriba del auto.

—¿Le sos fiel al Gol?

—Sí, totalmente. No quiero cambiar de marca. Sólo cambiaría por el Gol Trend u otro de Volkswagen. Con el Gol crucé la Cordillera dos veces, le hice más de 6.000 kilómetros en las últimas vacaciones y nunca tuve ningún tipo de problema.

—¿Sos de maltratarlo?

—Sí, pobrecito. He andado por caminos de ripio en la Cordillera, por cuestas muy pronunciadas en segunda, le he hecho de todo. No soy de llevarlo al service a tiempo. La última vez me pasé por 6.000 kilómetros. Y sin embargo, se la sigue bancando.

—¿Cuál es el auto de tus sueños?

—Me gusta mucho el PT Chrysler. Sé que consume mucho pero es muy lindo. Pero el verdadero sueño es tener un motorhome para viajar.

—¿Qué consejo le darías al automovilista de calle?

—El consejo es que antes de subir al auto, baje un cambio. Se ponga el cinturón y sea conciente de la responsabilidad que representa manejar en la calle.