Campeones de América con el viejo estilo charrúa...

La transpiran tanto que la dejan azul

Si es o no un modelo a seguir depende de los gustos, pero Uruguay tiene un estilo que no se negocia. El talento lo ponen dos delanteros imposibles de descifrar, sobre todo Suárez.

La transpiran tanto que la dejan azul

Del “Centenariazo” al “Monumentalazo”. Uruguay le había ganado en cuartos a Argentina en la cancha de Colón y ese partido fue considerado “clave” por los propios jugadores charrúas. Ayer, el equipo de Tabárez jugó el mejor partido y ganó con total comodidad la final. Un merecido campeón. Foto: EFE

Enrique Cruz (h)

(Enviado Especial a Buenos Aires)

Se siente una sana envidia por ese país chiquito, de menos de 3.500.000 habitantes, la mitad en superficie de Buenos Aires y un poco más grande que Santa Fe, que hoy es campeón de América, semifinalista del Mundial, subcampeón del sub 17 y subcampeón de la Libertadores con Peñarol.

Pero uno también siente sana envidia por ver a esos dos volantes centrales (Arévalo y Diego Pérez) que muerden en todas partes; una defensa que derrocha solidez y seriedad, más dos volantes laterales que parten raudamente en ayuda de los dos delanteros.

Se siente sana envidia por esa dupla tremenda que forman Forlán y Suárez. ¡Qué jugador Suárez! Tremendo en todo, en el desequilibrio individual, en la definición, en la sagacidad para moverse y en una entrega física encomiable.

Se siente sana envidia por la mística que tiene el fútbol uruguayo, que posiblemente haya arrancado en aquellos héroes del Maracanazo, pero que luego siguió con esos equipos que en las décadas posteriores dejaron su sello distintivo. Uruguay tuvo, a lo largo del tiempo, muchos jugadores talentosos que se destacaron, como Francescoli, Rubén Sosa, Juan Ramón Carrasco o Alvaro Recoba, por mencionar sólo algunos pocos ejemplos, pero la tradición indica que la garra charrúa es la que se mantiene intacta e incólume con el paso del tiempo.

La transpiran tanto que la dejan azul

¿Es un modelo?

El fútbol va imponiendo modas y modelos. Cuando apareció Holanda en 1974, el fútbol venía impregnado de aquellos equipos, como el de Brasil de cuatro años antes, con una marcada “preocupación” por jugar a la pelota y por instalar en un plano absolutamente secundario su recuperación. Holanda impuso un fútbol también ofensivo, pero con supremacía de conceptos emparentados con la dinámica, con la rotación, con posiciones no fijas de sus jugadores, con movilidad y, por ende, alto impacto físico.

Luego vino el tiempo de los cambios tácticos, de pasar a marcar con tres atrás, de juntar mucha gente en el mediocampo y, en algunos casos, de regalar poco atrás y no arriesgar demasiado arriba, como fue la Italia campeona de 1982 y 2006.

¿Y este Uruguay?, ¿qué es, cómo se lo define? Uruguay tiene dos delanteros (tres si se lo suma a Cavani) que deben formar hoy la mejor dupla del mundo: Forlán-Suárez. Pero tiene el antiguo estilo del fútbol uruguayo, respeta su tradición, no la negocia. Esa mística charrúa indica que se debe jugar con concentración, decisión y esfuerzo durante los 90 minutos.

Quizás, esto último no resulte tan lúcido ni agradable a la vista. No deslumbra Uruguay, pero es prolijo y sabe a qué juega. ¿Es un equipo de moda?, posiblemente sí, en algunos aspectos. Por ejemplo, se le puede “imitar” la tremenda capacidad que tienen para recuperar la pelota, para presionar, para ahogar al rival y con dos volantes centrales que hasta son capaces de robar una pelota en las inmediaciones del área de enfrente, como pasó con Egidio Arévalo en la jugada del primer gol de Forlán, que echó por tierra con cualquier aspiración paraguaya sobre el cierre del primer tiempo.

En este fútbol donde no todos apuestan por el juego, donde la preparación física y la táctica lo han emparejado, donde el aprovechamiento de las pelotas quieta es primordial e indispensable (¿o acaso no hay tantos partidos que se definen con una maniobra de este tipo?), Uruguay muestra un respetable potencial en lo que se refiere a orden, entrega y solidez, más la cuota de claridad que le brindan dos jugadores muy capaces del medio hacia arriba. No tienen a Francéscoli pero cuentan con el respaldo de todo lo otro que identifica al fútbol uruguayo. En esto también uno tiene una sana envidia. Porque el problema de los uruguayos es el mismo que el nuestro: casi todos sus jugadores juegan en el exterior. En la formación titular, sacando Coates (tiene 20 años y juega en Nacional), todos juegan afuera. Los dos volantes centrales juegan en Italia y Brasil (Diego Pérez y Arévalo), pero se conocen como si fuesen los dos “5” del mismo equipo y desde hace años. Y la dupla de arriba también, con un técnico de 64 años (¿se acuerdan cuando los argentinos decíamos que el problema de Basile era que los jugadores no lo entendían por la enorme diferencia generacional?) que les ha sacado el máximo jugo posible y hoy lo ha transformado en una verdadera potencia sudamericana, quizás por encima de Argentina.

El valor de la humildad

En Uruguay no se discute ni la edad del técnico, ni si los jugadores no se conocen porque juegan todos afuera, ni la falta de entrenamientos, ni nada que se le parezca. Tienen un estilo de juego, lo sostienen, lo defienden, lo aceptan, transpiran la celeste hasta “transformarla en azul” y se manejan con una sencillez y humildad poco común. Se vio en Santa Fe, cuando no tuvieron problemas en sacarse fotos con la gente, atenderlos, firmarle autógrafos, hacerse ver. En definitiva, se comportaron como verdaderos ídolos. Y el ídolo no debe perder nunca la humildad porque se debe a la gente. Eso los hará más felices, más terrenales y les enseñará a descubrir el orgullo de ponerse la camiseta de la selección. Uruguay lo tuvo, lo tiene y seguramente lo seguirá enarbolando como bandera innegociable. Nosotros no. O al menos no se nota tanto. Y en esto también siento una sana envidia.


La transpiran tanto que la dejan azul

El mejor jugador del torneo

Después de un “mini sombrerito”, llegó la definición de Luis Suárez para meter la pelota junto al palo derecho de Villar. Abajo, el festejo enloquecido de la figura del partido, elegido como el mejor del campeonato. Un delantero impresionante. Fotos: EFE

Uruguay.pdfParaguay.pdf

/// SÍNTESIS

Uruguay 3

Paraguay 0

Cancha: Estadio Monumental.

Árbitro: Salvio Fagundes.

Uruguay: Muslera; Alvaro Pereira, Lugano, Coates y Maximiliano Pereyra; Alvaro González, Diego Pérez, Arévalo y Cáceres; Suárez y Forlán. D.T.: Oscar Tabárez.

Paraguay: Villar; Piris, Da Silva, Verón y Marecos; Riveros, Cáceres, Ortigoza y Enrique Vera; Haedo y Zeballos. D.T.: Gerardo Martino.

Goles: en el primer tiempo, a los 11 m Suárez (U) y a los 41 m Forlán (U). En el segundo tiempo, a los 44 m Forlán (U).

Cambios: en el segundo tiempo, a los 17 m Cavani por Alvaro Pereura (U), a los 19 m Hernán Pérez por Cáceres y Estigarribia por Vera (P), a los 24 m Eguren por Diego Pérez (U), a los 31 m Lucas Barrios por Zeballos (P) y a los 42 m Godín por Cáceres (U).

Los mejores.

Además de Suárez, que fue elegido el mejor jugador del torneo, hay que resaltar al arquero paraguayo Justo Villar, designado como mejor arquero, y el defensor Coates, elegido mejor jugador joven. El goleador del torneo fue el peruano Paolo Guerrero. El premio fair play fue para Uruguay.

15

veces

ganó Uruguay la Copa América. Es la selección que más veces se adjudicó el trofeo continental en 40 participaciones. Uruguay jugó 190 partidos por esta Copa, con 106 triunfos.

25.000 uruguayos.

El Monumental presentó un buen aspecto en las tribunas, aunque no fue un lleno total. De las 57.000 localidades disponibles, se habrían ocupado unas 50.000. La mitad eran hinchas uruguayos, pero la otra mitad se repartió entre argentinos o de otras nacionalidades, y unos 10.000 paraguayos.