Un mosaico trágico

Las causas del hambre que castiga al África

La catástrofe provocada por la hambruna que vive el este de África no surgió de un día para otro, sino que varios factores la fueron forjando desde hace tiempo.

Las causas del hambre que castiga al África El efecto de La Niña en la zona ha sido devastador y las sequías golpean con fuerza una amplia zona. Foto: Agencia EFE

 

 

 

Carola Frentzen

dpa

El este del continente, y especialmente el Cuerno de África, tiene desde hace años una triste fama por las continuas y periódicas sequías y emergencias por hambre. Pero lo que ocurre actualmente en Etiopía, Kenia y sobre todo Somalia, un país inmerso en una guerra civil, no se había visto en los últimos 60 años.

¿Cuáles son los motivos de esta devastadora sequía y de la dramática situación de la población en amplias partes de la región?, ¿Es realmente sólo la falta de lluvia lo que causó la catástrofe?, ¿O hay otros factores que se unieron como en un mosaico para dar pie a la tragedia?

“Hay varios motivos que llevaron a esta horrible situación, entre ellos el encarecimiento global de los alimentos, largos períodos de sequías y el continuo conflicto en Somalia que obligó a huir a millones de personas”, explica Christopher Tidey, de la Agencia de la ONU para la Juventud y la Infancia (Unicef).

La catástrofe se forjaba desde hace meses, opina, pero “a veces la crisis debe crecer en todo su potencial para poder llamar la atención de la comunidad internacional”.

Los expertos meteorológicos señalan que el fenómeno La Niña -hermano de El Niño- fue uno de los principales desencadenantes. No es la primera vez que el tiempo deja una tragedia en la zona, pero desde el verano de 2010, La Niña golpea con inusual dureza, afirman los expertos.

Entre otras cosas, se intensificaron los vientos occidentales sobre el océano Índico, que se llevan la humedad de África oriental en dirección a Indonesia y Australia. El resultado: inundaciones y una exhuberante vegetación en Oceanía y el sureste asiático, y sequía en una amplia región de África oriental.

Fuerte sequía

El inicio de la crisis es datado por muchos hace meses. “Comenzó tras las fuertes lluvias de octubre a diciembre de 2010 y con ello malogró las cosechas”, cuenta Judith Schuler, del Programa Mundial de Alimentos (PMA) a DPA. Y el resto de veces que llegó la lluvia, lo hizo demasiado tarde y de forma totalmente imprevisible.

“En algunas partes del norte de Kenia y el sur de Somalia, la media de precipitaciones fue sólo del 30 por ciento de lo que llovió entre 1995 y 2010”, cuenta Schuler. En el este de África, donde toda vida depende de la transición entre épocas de lluvia y sequías, esos períodos de sequía tuvieron consecuencias fatales.

Y por si no fuera suficiente, se añade la guerra civil que sigue golpeando Somalia desde hace 20 años. No es casualidad que el país sufra más que sus vecinos por el hambre, sobre todo el sur, controlado en una gran parte por los rebeldes de la milicia Al Shabaab. El gobierno de transición apoyado por la ONU apenas tiene poder e incluso en Mogadiscio lleva las riendas sólo en parte.

“Tras dos décadas de combates ininterrumpidos, en la mayor parte de Somalia la gente vive cerca del abismo”, resumió recientemente la televisión británica BBC. Y cuando Al Shabaab rechazó en 2009 los suministros de ayuda de las organizaciones occidentales, la situación se agravó aún más.

La sequía fue uno de los motivos. Otro es de naturaleza política: “Estas crisis ocurren cuando los modelos migratorios de los pastores se ven rotos y dejan de tener acceso a otros pastos y fuentes de agua”, explica un miembro del renombrado instituto de desarrollo británico ODI en su web.

Cuando los pastores tradicionalmente nómadas ya no pueden atravesar grandes territorios por los combates territoriales y las nuevas fronteras impuestas, el desastre está asegurado.

Además, Al Shabaab sacudió a la población con una de sus acciones más brutales: la Sociedad para los Pueblos Amenazados informó que los rebeldes decapitaron a varios pastores que se negaron a entregarles las pocas cabezas de ganado que les quedaban y arrastraron luego por la ciudad los cadáveres con sus jeeps para intimidar a la población.

El horror es una realidad y vive en medio del este de África, sin que pueda negarse ya. Lo único que aún puede tratarse son “los peores síntomas” de la crisis. “Todo se veía venir desde hacía tiempo”, destaca Tidey. “Quizá no habría podido evitarse, pero habría podido ser un poco menos malo, si el mundo hubiera dado un poco más de atención al asunto hace un par de meses”.