El futuro del Perú

El misterio de Humala comienza a revelarse

El presidente electo se encuentra frente a una serie de decisiones vitales sobre el futuro gabinete.

Foto: Archivo El Litoral

El misterio de Humala

comienza a revelarse

Gonzalo Ruiz Tovar

DPA

Por ahora parece claro que Ollanta Humala no será como presidente del Perú ese monstruo que asustó a la derecha y la llevó a buscar fórmulas para impedirle que llegara al poder.

La anunciada presencia en el próximo gobierno de abiertos liberales en cargos estratégicos tranquilizó a mercados y empresarios, pero generó nuevas dudas sobre el perfil de gobierno de quien apareció en política como un izquierdista nacionalista radical pero moderó su discurso con el tiempo hasta no saberse ahora en dónde está realmente.

Esos liberales convivirán desde el jueves en el gabinete con izquierdistas, centristas y técnicos, dentro de un Consejo de Ministros presidido por Salomón Lerner Ghitis, acaudalado empresario que se define como “izquierdista democrático” y que ha tenido vínculos con varios gobiernos peruanos de diverso signo.

“Un gabinete que busca contentar a todos”, definió el analista Augusto Álvarez Rodrich al equipo anunciado. “Las lógicas previsibles eran: un ancla ortodoxa en la economía, un reparto de carteras siguiendo las líneas de casi todos los grupos de influencia en la alianza, y un acento en lo tecnocrático”, dijo su colega Mirko Lauer.

Los giros

Al Humala original era imposible imaginarlo con un ministro de Economía como Luis Miguel Castilla, liberal ortodoxo que fue hasta la semana pasada viceministro de Hacienda del gobierno centroderechista de Alan García, y de quien cuentan fuentes que era de los ‘fanáticos‘ para oponerse a cualquier gasto que le supiera a innecesario.

Incluso, versiones periodísticas aseguran que Castilla le fue “impuesto” a Humala por la poderosa Confederación de Instituciones Empresariales Privadas del Perú. Nadie ha confirmado ese rumor, pero es claro que los dueños del gran capital están felices con él.

También lo están con la ratificación como presidente del Banco de Central de Julio Velarde, un socialcristiano que ha luchado contra la inflación y contra el desorden en el cambio monetario. A Velarde nadie podría imaginarlo en un gobierno claramente izquierdista.

Y en Comercio Exterior estará José Luis Silva, por varios años presidente de la Asociación de Exportadores del Perú y entusiasta impulsor de los tratados de libre comercio firmados con otros países, acuerdos que Humala consideraba hasta hace pocos lesivos.

Pero esas designaciones no harán, según Humala, que quede atrás la promesa de inclusión social. Lo que se hará, dice, es que ésta se dé a partir de políticas concretas en buena parte a cargo del Ministerio de Producción, que ocupará Kurt Burneo, el economista heterodoxo que moderó el plan de gobierno para la segunda vuelta.

Otros planes sociales dependerán del Ministerio de la Mujer, para el que se designó a Aída García Naranjo, de pasado radical y quien representa a uno de los sectores abiertamente socialistas dentro de la futura alianza gobernante Gana Perú.

Posibles conflictos

Para analistas, un riesgo potencial es que Burneo se convierta en una especie de segundo ministro de Economía y choque con Castilla. Y que grupos de ministros también se dividan por discrepancias. Humala y Lerner Ghitis, se anticipa, deberán hilar fino en la heterogeneidad.

“Este es un gabinete que refleja lo que en Estados Unidos llaman una coalición arcoiris y eso siempre supone algunos problemas de estabilidad por el camino”, anticipó Lauer.

También en el gabinete estará el partido centrista Perú Posible, del ex presidente Alejandro Toledo. Por ahora se le entregaron dos carteras: Defensa y Trabajo. Aunque Humala y Toledo se empeñan en aclarar que no es un “cogobierno”, la del ex mandatario puede ser una presencia poderosa por su carácter institucional.

A Humala se le acusó de comunista y todo lo demás en la campaña. Sus críticos abrazaron la opción ultraderechista de Keiko Fujimori -rival en segunda vuelta-, para impedir que llegara a acabar con una política que ha dado buenos resultados macroeconómicos.

Ahora la pregunta es qué pasará si Humala hace un gobierno continuista y se olvida de aquellos millones de votantes que lo apoyaron para que le pusiera fin a lo excluyente del crecimiento. Cinco años claves develarán totalmente el misterio.