Cómo ve a la ciudad

María Inés Pernuzzi

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Es docente de adultos y ambientalista. Nació en López en 1963 y estudió en el Instituto Leopoldo Chizini Melo de San Carlos Centro. Trabaja como docente en la casa de las madres del Hospital Iturraspe, donde alfabetiza a las mamás que tienen internados sus bebés en Neonatología. Este proyecto -denominado “Aula corazón: un puente saludable hacia la escuela”- depende de la Escuela República de Méjico Nº 2543. Además es Secretaria de Relaciones del Centro de Protección a la Naturaleza (Ce.Pro.Nat).

1 / ¿Cómo ve a Santa Fe?

Veo a la ciudad despertando a un cambio bastante interesante. Viví en Santa Fe entre 1984 y 1991, y volví en 2009. En la primera etapa, observando desde la distancia y la perspectiva, recuerdo un espacio del que quería salir, irme. De hecho me fui. No lo sentía como un lugar seguro para el desarrollo de la infancia de mis hijas.

Si bien eran tiempos personales diferentes, ya que en la primera etapa mi vida era Facultad y bebés, y ahora cuento con tiempos propios para mi trabajo y para el voluntariado ambiental, siento que en esta etapa me sentí incluida socialmente. Esa es la gran diferencia. Se ve a la ciudad en movimiento constante, trabajando para la cultura, con intención aparente de ser inclusiva, de abarcar espacios para dar lugar a otros. Se ve la voluntad. Es un buen intento, más allá de que falten algunas cosas todavía. Creo que de a poco la gente va siendo parte, se va abriendo la conciencia de que todos somos importantes para el cambio.

2 / ¿Qué es lo mejor que tiene?

Creo que hay mucha riqueza que se empieza a hacer visible. Quizás lo más importante que tenga la ciudad es tanta gente creativa, que empieza a sentirse valiosa porque cuenta con espacios para difundir su trabajo. La gente que se anima porque sabe que se puede, y la gente que anima a los que no se animan para que se animen, para que se sumen. Los trabajadores silenciosos y anónimos, los voluntarios de organizaciones solidarias sociales que hacen lo que deben hacer, simplemente porque es su aporte para construir una sociedad mejor para todos. También valoro las Universidades y otros espacios educativos, que preparan y capacitan para tener buenos profesionales en cada área.

Por otra parte, es muy importante la riqueza natural: el agua con sus peces, la costa que cobija, los pájaros, los árboles urbanos y los del litoral fluvial, que generan espacios de reconexión con lo natural, para hacernos recordar nuestra esencia.

3 / ¿Qué debería cambiar?

Hay que abrir espacios de conciencia, generadores de información para que la gente sepa que la salud es muy importante, para que exija a las autoridades los controles necesarios para que los alimentos que lleguen a nuestras mesas no estén modificados genéticamente.

Los gobernantes deberían cambiar su mirada hacia el “bienestar general”, como reza el preámbulo de nuestra Constitución Nacional, y no a los intereses de unos pocos que para llenar sus bolsillos, gastan y envenenan el suelo; y si envenenan el suelo -que es el alimento de los vegetales que después ingerimos- significa que también nos envenenan a nosotros. Además de poner en riesgo el patrimonio que representan los suelos para una nación como la nuestra. Santa Fe debería despertar a una conciencia ambiental, para hacer desde cada lugar un aporte al bienestar ambiental y para exigir que se cumpla con el derecho a un ambiente sano, que es un derecho constitucional.

4 / ¿Cuál sería su principal preocupación si pudiera tomar decisiones?

Cuando la gente se siente bien, feliz y valorada es capaz de hacer cosas que ni sabía que podía hacer. Entonces creo que hay que trabajar ahí. Trabajaría para que la gente levante su autoestima en cada lugar de trabajo, para que sienta que lo que hace es importante y valioso, porque ésa es la receta para mejorar cada día. Generaría espacios para valorarse y valorar a otros, para aprender a cooperar; porque cooperar es hacer que lo difícil se haga fácil.

Estos espacios abarcarían todas las áreas de todos los trabajos, en cada uno de los barrios y en cada una de las escuelas de toda la ciudad. Trabajaría especialmente con los niños para que no pierdan su propio valor, para que desde pequeños sean comprometidos con los espacios sociales desde un aporte generoso.

Un niño valorado y autovalorado es un adulto consciente y comprometido, que será capaz de dar lo mejor de sí. Con ciudadanos autorrealizados, la sociedad entera se autorrealiza.