Un mes después del crimen

Intentó fugarse el acusado de matar a golpes a una beba

El juez del caso tramitaba el envío del reo a la cárcel de Las Flores, mientras se resuelve su situación procesal.

c_dc.jpg

El jueves 1º de septiembre la policía allanó la casa de Hermanos Madeo al 1600 donde vivían Cáceres, su mujer y la beba.

Foto: Danilo Chiapello / Archivo

Juliano Salierno

[email protected]

Un mes después del homicidio de la beba Luna, de 22 meses, el único detenido por esa muerte intentó fugar de la Subcomisaría 3ra. donde se encontraba detenido y a disposición de la Justicia. Se trata de Eduardo José Cáceres, de 23 años, y terminó con un disparo de Itaka en la pierna que frustró la huida.

El domingo, “Curi” Cáceres atacó al centinela con una chuza de madera cuando éste se acercó a la celda para llevarle un balde con agua. La agresión hizo retroceder al guardia y le permitió al reo avanzar algunos metros, pero el uniformado reaccionó a tiempo y realizó un disparo disuasivo contra el piso que alcanzó a Cáceres en una pierna, logrando así ser rápidamente reducido.

Por ese motivo, el juez de Instrucción Tercera, Néstor Troncoso, tramitaba ayer el envío del preso a la cárcel de Las Flores, precisamente al pabellón de Los Hermanitos, puesto que el propio Cáceres expresó su temor a ser asesinado dentro del penal, tanto por el delito que se le atribuye como por viejos enemigos que se encuentran ahí adentro, dijo.

Primeras sospechas

Además de la “tentativa de evasión”, agravada por haber atentado contra el personal de guardia, Cáceres se encuentra detenido por el homicidio de Luna Leiva, la pequeña de un año y diez meses, que fue muerta a golpes la madrugada del 1º de septiembre pasado, en una casa del barrio Santa Rosa de Lima. Además, se suma la imputación por “promoción y facilitamiento de la prostitución” en perjuicio de su concubina.

Por el crimen de la nena quedó detenida la madre, una mujer de 20 años que trabajaba como meretriz en la esquina de avenida Freyre y Juan de Garay. Sin embargo, el 9 de septiembre el juez Troncoso dictó la “falta de mérito” y ordenó su inmediata libertad, ya que se pudo comprobar que no había estado en la casa la noche de la brutal paliza.

De acuerdo con las declaraciones de testigos, la madre había estado toda la mañana en la casa de Hermanos Madeo al 1600, en el barrio Santa Rosa de Lima. Así lo cuentan en una despensa donde compró un paquete de arroz y en una panadería en la que la joven se llevó “al fiado” un kilo de harina y media docena de huevos.

Mala vida

Ese mediodía almorzaron torrejas de arroz, aportó la mujer para sostener su relato. A medianoche, mientras dormía, su concubino la obligó a levantarse para ir a trabajar a la calle, cosa que obedeció aunque a desgano.

Una noche buena, la chica se llevaba a su casa entre $ 350 y $ 400, que él administraba y gastaba en vicios, y nada dejaba para la casa.

Esa situación había empezado a resentir la relación y la mujer se mostraba reticente a cumplir con el mandato de su explotador sexual.

Como si fuera poco, por esos días “Cáceres vivía encerrado en la casa”, aseguran fuentes vinculadas al caso; es más, “lo estaban buscando para matarlo”, confirmaron. Según surge de la causa, tenía enemigos en el mismo barrio y de no ser por su detención, hay quienes aseguran que no hubiera llegado con vida hasta hoy.

Quienes conocen el ambiente hablan que el preso no era ajeno al mundo de las drogas y la prostitución. Es más, de las declaraciones que se tomaron para investigar el crimen de la nena Luna surge que la madre se encontraba trabajando para él en la calle cuando pasó todo.

Trató de cubrirlo

Tal era el grado de sometimiento de la mujer, que incluso inventó una trama delictiva para cubrir a su pareja ante los médicos y la policía cuando llevó a su hija al Hospital de Niños en estado desesperante.

La primera historia daba cuenta de que regresaba a su casa con su hija en brazos cuando en Aguado y Juan de Garay fue asaltada por dos delincuentes que comenzaron a golpearla; que la pequeña cayó de sus brazos y fue nuevamente golpeada en el suelo.

La menor ingresó alrededor de las 2.30 del jueves con “traumatismo grave de cráneo”, producto del cual falleció minutos más tarde.

La mujer, que había improvisado una historia para encubrir al asesino, se quebró ante la desgracia y relató una nueva versión de los hechos.

Aunque en un principio su compañero intentó responsabilizar a la madre de la tragedia, luego ensayó otro argumento y contó que se le había caído, pero ni los golpes se condecían con una caída normal ni el trasfondo permitía creer sin más en ese cuento, echando por tierra la coartada del hombre.