Personal Fest 2011

Una noche de rock impermeable

Liam Gallagher al frente de Beady Eye y los neoyorquinos de The Strokes fueron los protagonistas de una noche con clima inestable y sorpresas musicales.

 
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Julián Casablancas de The Strokes y Liam Gallagher (arriba) son parcos sobre las tablas, pero ambos se imponen por su presencia escénica.Fotos: Gentileza Personal

Ignacio Andrés Amarillo

(Enviado especial)

Bajo un cielo que regalaba agua por rachas, el viernes tuvo lugar la primera noche del Personal Fest, con un set list encabezado por The Strokes y Beady Eye, la banda que formó Liam Gallagher tras la separación de Oasis. Pero muchos otros artistas se sumaron a una grilla que no dejó de ofrecer sorpresas a los oídos atentos.

En esta ocasión, fue la sede San Martín del club Gimnasia y Esgrima de Buenos Aires (Geba) el lugar elegido para llevar adelante el festival. Los dos escenarios principales se alinearon uno junto al otro, de manera que cuando terminaba un show en uno comenzaba la mudanza del público hacia el otro, para poder disfrutar del siguiente artista.

Por supuesto, no faltaron los stands más variados, la campaña de prevención vial con clowns y todo el folclore del festival. Y tampoco los que se hicieron la jornada vendiendo pilotos de polietileno, con fin de combatir una lluvia que amenazaba aguar la fiesta, pero que supo retirarse a tiempo.

Variedad

Como se dijo, la jornada invitaba al disfrute de nuevas propuestas, y eso incluyó a Toro y Moi, proyecto encabezado por el moreno Chazwick Bundick, una alineación basada en dos teclados (a veces teclado y guitarra), bajo y batería, que se mueve entre un sonido rockero y una versión más salvaje y rústica de Jamiroquai.

También, mientras el cielo lloraba, se sumaron los White Lies, estandartes del sonido británico, al sumar sonoridades que recuerdan a todo lo brit: desde David Bowie hasta Franz Ferdinand, pasando por Blur y Tears For Fears. De las bandas menos estelares, fueron los que más hinchada propia tuvieron. Mientras tanto, una escasa concurrencia presenciaba el concierto de Rosal en su versión trío en el tercer escenario.

Broken Social Scene fue otra de las revelaciones: una formación canadiense bastante inclasificable, con integrantes que rotan en los instrumentos y combinando las guitarras machacantes al estilo de los Kings of Leon (llegaron a tocar a cuatro guitarras, sacándole gran provecho al estéreo del sistema sonoro) con una sección de vientos y voces femeninas minimalistas (a lo Juana Molina, podríamos decir). Al término, alguno que otro se habrá hecho una escapada para ver el final del show de Poncho en el escenario 3, con su reversión del “Crua Chan” de Sumo en clave electrónica.

Electrodiva

Como para meter un corte entre tanto equipo Vox con las válvulas ardientes, la lista dispuso que Goldfrapp sea el aperitivo antes de las dos bandas centrales. El proyecto que comanda Alison Goldfrapp (con su voz algo rememorante de la de Debbie Harry) puso en trance a la audiencia con su electropop hipnótico. Todo sazonado con una puesta visual basada en luces de colores, videoarte en las pantallas y la propia presencia de Alison, enfundada en un catsuit negro y una especie de poncho con flecos metalizados, que junto con sus cabellos eran hechos volar por sendos ventiladores.

Poco conversadora (más allá de preguntar “¿OK?” o “¿All right?”) anunció: “Creo que conocen esta, antes de tocar “Ooh La La” (la que muchos querían escuchar), penúltima de la lista.

El hermanito

Y sí, después fue el turno de Beady Eye, recibido por un estruendoso “Olé, olé olé olé, Liam, Liam”, y algunas Union Jacks. El cejijunto ex Oasis no faltó a su personaje: chaqueta cruzada (aunque sudaba copiosamente), manos a la espalda y la cadera doblada hacia la izquierda.

El repertorio obviamente pasó por las canciones del único disco de la flamante banda, “Different Gear, Still Speeding”, más un cover (“Sons of Stage”, de World of Twist). De la mano de sus nuevos compañeros revivió el sonido que lo hizo célebre, de la mano de una ajustada formación, auque sin la potencia “cancionera” propia de la mano de su hermano y enemigo Noel.

También aprovecharon a pleno los recursos visuales, echando mano a las ilustraciones que componen el booklet del disco. “Gracias por sus jugadores”, se alcanzó a oír desde su inglés mascullante, en referencia al “Kun” Agüero, ahora que Tévez está a la baja en Albión. Tras una hora de show, partieron, para dejar lugar a la frutilla del postre.

Chicos ricos

Desmintiendo con algunas bromas entre ellos rumores de desacuerdos, The Strokes puso sobre el escenario su misma esencia: cinco tipos bastante estáticos sobre el escenario, sin demasiada puesta escénica (casi como unos nuevos Ramones); un sonido basado en guitarras machacantes con melodías filosas (Nick Valensi y Albert Hammond, Jr.), un bajo zumbón mezcla del mejor John Deacon y una pista de drum & bass (Nikolai Fraiture), y una batería que viene a ser como una versión rockera de Gene Krupa (Fabrizio Moretti). Sobre todo esto sobrevuela la voz sinuosa de Julián Fernando Casablancas, de gafas oscuras y campera de cuero.

Repasando clásicos (de sus primeros discos, cuando fueron revelación) y temas más recientes, generaron la mayor agitación de la noche, con unos y otros. “Mi español es terrible, especialmente para un tipo llamado Casablancas”, dijo el hijo del dueño de la agencia Elite, y le pidió algunas palabras a Hammond, hijo de la ex Miss Siete Días Claudia Fernández.

Cumplido el ritual rockero de irse y volver para hacer dos temas más, se despidieron del escenario, dejando una multitud agotada: algunos se quedaron bailando al ritmo del DJ Matías Aguayo, mientras otros se fueron a recuperar fuerzas para la segunda noche.