Dos poemas

Wislawa Szymborska

A mi corazón el domingo

Gracias te doy, corazón mío,/ por no lamentarte, por ir y venir/ sin premios, sin halagos,/ con diligencia innata.// Lates setenta aceptaciones por minuto./ Cada una de tus sístoles/ supone el impulso a una canoa/ hacia alta mar/ en un viaje alrededor del planeta.// Gracias te doy, corazón mío,/ porque una y otra vez/ me rescatas del todo,/ para mantenerme indivisa hasta en el sueño.// Cuidas de que no me sueñe al vuelo,/ y hasta el extremo de un vuelo/ para el que no se necesitan alas.// Gracias te doy, corazón mío,/ por haberme despertado de nuevo,/ y aunque es domingo,/ día de descanso,/ bajo mis costillas/ continúa el movimiento de tu día laboral.

Amor a primera vista

Ambos están convencidos/ de que los ha unido un sentimiento repentino./ Es hermosa esa seguridad,/ pero la inseguridad es más hermosa.// Imaginan que como antes no se conocían/ no había sucedido nada entre ellos./ Pero ¿qué decir de las calles, las escaleras, los pasillos/ en los que hace tiempo podrían haberse cruzado?// Me gustaría preguntarles/ si no recuerdan/ —quizá un encuentro frente a frente/ alguna vez en una puerta giratoria,/ o algún “lo siento”/ o el sonido de “se ha equivocado” en el teléfono—,/ pero conozco su respuesta./ No recuerdan.// Se sorprenderían/ de saber que ya hace mucho tiempo/ que la casualidad juega con ellos,// una casualidad no del todo preparada/ para convertirse en su destino,/ que los acercaba y alejaba,/ que se interponía en su camino/ y que conteniendo la risa/ se apartaba a un lado.// Hubo signos, señales,/ pero qué hacer si no eran comprensibles./ ¿No habrá revoloteado/ una hoja de un hombro a otro/ hace tres años/ o incluso el último martes?/ Hubo algo perdido y encontrado./ Quién sabe si alguna pelota/ en los matorrales de la infancia.// Hubo picaportes y timbres/ en los que un tacto/ se sobrepuso a otro tacto./ Maletas, una junto a otra, en una consigna./ Quizá una cierta noche el mismo sueño/ desaparecido inmediatamente después de despertar.// Todo principio/ no es más que una continuación,/ y el libro de los acontecimientos/ se encuentra siempre abierto a la mitad. (Versión de Gerardo Beltrán y Abel Murcia Soriano).

Dos poemas