Una investigación de la FAUBA

El girasol podría elevar rendimientos con una mayor densidad de siembra

Un trabajo técnico determinó que esta oleaginosa podría producir más aceite si se la siembra en densidades más altas que las usuales. Esta novedosa información sería de gran utilidad en planes de mejoramiento genético de la especie.

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Midiendo. Al espaciar los surcos 70 cm, los rendimientos en aceite crecieron hasta 14,3 pl/m2, cuando en los cultivos comerciales el rendimiento en aceite no aumenta más a partir densidades entre 3 y 6 pl/m

 

Campolitoral / Pablo A. Roset

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El girasol es uno de los cuatro cultivos principales de la Argentina junto con el maíz, el trigo y la soja. Se lo produce desde la Región Pampeana y la Chaqueña hasta el NEA, el sur de Córdoba, el norte de La Pampa y la Mesopotamia. Debido a los altos márgenes económicos del maíz y de la soja, en los últimos 20 años fue desplazado hacia zonas potencialmente menos productivas, donde, sin embargo, los rendimientos se mantuvieron. Investigadores de la Facultad de Agronomía de la UBA (FAUBA) estudiaron esta característica del girasol y concluyeron que existe un gran margen para elevar los rendimientos aumentando en el futuro la densidad de siembra. Los resultados serían relevantes para el mejoramiento genético.

“En todos los cultivos se pretende obtener el máximo rendimiento posible, y para eso hay que tomar muchas decisiones. Por ejemplo, la densidad de siembra. Normalmente, se busca aumentar los rindes sembrando los lotes a densidades y distancias entre surcos que optimicen la captura de agua, radiación y nutrientes. En nuestro trabajo investigamos hasta qué punto podemos subir el rendimiento del girasol aumentando la densidad de siembra y la distancia entre surcos, lo cual es muy novedoso”, sostuvo Mónica López Pereira, docente de la cátedra de Cultivos Industriales de la FAUBA.

Para cumplir su objetivo, Mónica exploró el efecto de incrementar al mismo tiempo la distancia entre surcos y la cantidad de plantas por metro cuadrado (pl/m2), y encontró que “a 70 cm entre surcos ?el espaciamiento tradicional? estudiamos el rinde en aceite y la producción de biomasa en un rango de densidades entre 2 y 14,3 pl/m2, casi el triple de lo usual. A 140 cm entre surcos investigamos un rango de densidades más estrecho, de 2 a 7 pl/m2”. Además, aclaró que para lograr los más altos rendimientos posibles realizó los experimentos en condiciones controladas, sin restricciones de agua ni de nutrientes y protegidos de plagas y enfermedades.

“Al espaciar los surcos 70 cm, los rendimientos en aceite crecieron hasta 14,3 pl/m2, cuando en los cultivos comerciales el rendimiento en aceite no aumenta más a partir densidades entre 3 y 6 pl/m2, según la zona de producción. Por otra parte, al espaciar los surcos 140 cm, los rindes en aceite aumentaron hasta las 7 pl/m2 de densidad”, afirmó Mónica, cuyo trabajo está publicado en la prestigiosa revista científica Field Crops Research, en coautoría con Antonio Hall, docente de la cátedra de Fisiología Vegetal de la FAUBA.

También biomasa

La investigadora añadió que, al igual que el rendimiento en aceite, la biomasa total del cultivo también aumentó a lo largo del rango de densidades, mientras que el índice de cosecha ?es decir, el peso del grano cosechado en relación con el peso de la biomasa del cultivo? permaneció constante. “Esto demuestra, una vez más, que el girasol es muy plástico. Es decir, tiene una capacidad muy alta para compensar las pérdidas de rendimiento que ocurrirían, por ejemplo, cuando por fallas en la siembra los lotes quedan con sectores menos densos”.

“Es importante aclarar que la plasticidad es la capacidad de reacción que tiene un genotipo frente a una distinta disponibilidad de los recursos que necesita para vivir. Por ejemplo, sembrar un número bajo de plantas por hectárea resulta en menores rendimientos. Sin embargo, al haber menos plantas, cada una va a disponer de más recursos como agua, luz y nutrientes. Si esas plantas son ‘plásticas’, pueden aprovechar la mayor oferta ambiental, crecer más, tener hojas más grandes y compensar al menos en parte la pérdida de rendimiento debido al menor número de plantas “.

Paradigmas poco plásticos

López Pereira comentó que para maximizar los rendimientos se busca que los cultivos cubran el 90% del suelo inmediatamente antes de floración para capturar del ambiente la mayor cantidad posible de recursos, tales como la luz del sol, el agua y los nutrientes del suelo. En su experimento, Mónica verificó que al girasol, este paradigma le queda un tanto ‘rígido’.

“Nuestros resultados están en conflicto con lo que dice la ecofisiología de cultivos porque, a igual densidad de plantas, a 140 cm entre surcos el girasol no llegó a cubrir todo el suelo, pero rindió en aceite casi lo mismo que a 70 cm entre surcos, donde sí cubrió el 90% del suelo. Esto se explica porque a 140 cm de distanciamiento, el girasol fue más eficiente para producir biomasa y las plantas terminaron siendo de tamaño similar a las de 70 cm entre surcos. Es la primera vez que esto se verifica en girasol”, dijo Mónica, y añadió que esta característica puede ser un objetivo para el mejoramiento.

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Diagnóstico. Debido a los altos márgenes económicos del maíz y de la soja, en los últimos 20 años fue desplazado hacia zonas potencialmente menos productivas, donde, sin embargo, los rendimientos se mantuvieron

Trabajo para los mejoradores

López Pereira destacó que los usuarios potenciales de los hallazgos de su trabajo son los mejoradores. “Creo que debo ser clara en esto, no es un trabajo que le sirva directamente al productor, sino un mensaje a futuro para quienes hacen mejoramiento en girasol: en este cultivo habría una posibilidad concreta de elevar el rendimiento aumentando la densidad de siembra”.

“Al igual que en el caso del maíz, sembrar a mayores densidades el girasol podría incrementar el rendimiento potencial. Para esto será clave controlar o eliminar los efectos negativos de tener una alta cantidad de plantas por unidad de superficie. Estos efectos normalmente se asocian con mayores impactos de las enfermedades y con una propensión más elevada de los tallos al vuelco o quebrado”, puntualizó López Pereira.

Y finalizó: “Hay muchas evidencias científicas de que la plasticidad tiene bases genéticas. Por eso, pensamos que estudiar la genética de la plasticidad que encontramos en este trabajo debería contribuir a los programas de mejoramiento que busquen aumentar la tolerancia del girasol a las altas densidades”.