La banda liderada por Cristian “Toti” Iglesias regresa a Santa Fe: será el sábado en Piedras Blancas, con Bares, Paseando el Perro y La Lengua de Edgar como bandas invitadas. En diálogo con El Litoral, el histórico cantante habló de la fórmula para seguir adelante después de dos décadas de rock.
Gentileza producción En la primera gira, en enero y febrero en Villa Gessell tocamos 98 veces, tres o cuatro por día: hacíamos dos playas, una plaza y un bar. Estoy cerca de los 3.500 recitales , cuenta Iglesias.
Luego de varios años de ausencia en nuestra ciudad, este sábado 25 de enero Jóvenes Pordioseros se estará presentando este sábado desde las 20 en el complejo Piedras Blancas (Costanera Este y Ruta 168), celebrando sus 20 años de la mano del CD/DVD en vivo “Viva el Rock & Roll”, En esta oportunidad las bandas invitadas serán: Bares, Paseando el Perro y La Lengua de Edgar.
Las entradas anticipadas se consiguen en los siguientes puntos de venta: 1980 Boulevard (bulevar Gálvez 2281) Honky Tonk Santa Fe (La Ribera Shopping, local 37); Terco Tour (25 de Mayo 453, Paraná), o con tarjeta de crédito ingresando a www.entradasclandestinas.com. Cristian “Toti” Iglesias, fundador y motor de este proyecto musical, habló desde Jujuy (donde estaba de gira) con El Litoral, para reflejar una historia con altibajos pero con un empuje constante.
Entre amigos
—En octubre editaron el CD/DVD en vivo “Viva el rock and roll”, grabado en dos shows en Buenos Aires en abril de 2019 en el marco de los festejos de los 20 años. ¿Qué repercusión está teniendo este material?
—Estamos muy contentos. Ya no se venden discos: donde antes vendían discos ahora venden lavarropas. Tuvimos que cambiar la forma de difundirnos. Obviamente está en las pocas disquerías que quedan en el país, pero también manejamos lo que es venta de Internet, y en los recitales se venden, como en los viejos tiempos.
—Como cuando arrancaron.
—Como arrancamos y como lo sabíamos hacer, no fue mucho el cambio. por eso llevamos un conteo de que va bien la cosa, las cifras son más exactas. El CD tiene DVD, con 25 canciones, con varios invitados, fue recibido bien. Por lo menos la gente que nos sigue a nosotros, que le gusta el rock and roll, sigue apostando a comprar CD.
—Uno de los puntos fuertes tuyos y de la banda es el vivo. ¿Pensás que este material es un buen registro de esa química?
—Sí, hace tiempo nos debíamos grabar algo con la gente. Habíamos tenido una experiencia en el videoclip del “Potrostone” (cruce de “Por lo que yo te quiero” de Rodrigo y “Paint it black”, de los Rolling Stones). Ese no salió en los últimos discos, pero hicimos un video de ese cover con imágenes de lo que sucede en todo el país, en una gira en el norte. Ese fue el comienzo de querer generar después un DVD con toda la gente.
Este lo grabamos en El Teatrito, un lugar nuevo. A la gente que lo abrió los conocemos hace muchos años, porque son los dueños del Roxy, La Reina, lugares donde empezamos allá por el 2000: nos hacían tocar a la noche en pleno boliche y nos apoyaron mucho. Como nos tratan re bien, pudimos sumar algo a la inauguración y nosotros nos sentíamos en casa.
Se reflejan también los invitados: Tuvimos la suerte de cantar con Juanse en tres temas, incluso el “Rock del pedazo”, uno de sus hitazos.
—Junto con el “Rock del gato”...
—Íbamos a hacerlo, pero después nos quedaba mejor el otro, y Jóvenes lo toca en vivo como propio. A mí me gusta desde que tengo 15 años, creo que salió cuando tenía 13. Y ahora cantándolo con Juanse. También tuvimos a Ciro Pertusi: yo iba al colegio y escuchaba Attaque 77 en casette; hicimos “Espadas y serpientes” con él. Después está Manu (Moretti) de Estelares, que canta un tema nuestro. Lo había conocido en unos festivales y es un tipazo, tiene un talento natural, sensible.
También están Ale Kurz (El Bordo), Pilo Gómez, vino el padre César (Scicchitano), el cura rockero que andaba con Pity (Álvarez), lo conozco hace mucho tiempo. Vinieron Los Gardelitos, los ex Intoxicados Felipe (Barrozo) y Jorge (Rossi), Fachi (Fabián Crea, ex Viejas Locas). Eso nos quedó afuera, capaz que hacemos un EP para Spotify, de seis o siete canciones.
—¿Cómo salieron las invitaciones?
—Los llamamos porque los conocemos hace muchos años y vienen. No invitamos a cualquiera, no es que hay una banda que está de moda y la llamo para subirnos a ese tren. Acá todo es porque se dio durante los años, y en el disco en vivo tenían que estar. Ale Kurz cantó mil veces con nosotros, está buenísimo que venga.
—Hay algunos que eran tus ídolos y después los que compartieron la ruta y los festivales.
—Claro. Qué bien eso que dijiste, lo voy a empezar a usar en las notas como que es mío (risas). Si bien ya conocí a muchos ídolos de los que escuchaba en mi Walkman cuando iba al colegio (Pappo, Charly, Juanse, Pity, Attaque), después pude compartir escenarios y cosas, sigo respetándolos. Con muchos somos re amigos, somos familia: me puedo ir de vacaciones con Juanse. Pero sigo teniéndoles el mismo respeto y admiración, porque no me fallaron.
Después conocí a muchos otros que se me han caído como ídolos. Cuando no respetan a la gente, a los trabajadores, ya no son más ídolos. He llegado a mi casa y tiré todos los discos de alguno de ellos. Los que están acá siempre han sido respetuosos además de talentosos. Y también están los que conocimos en la ruta: Ale Kurz es uno de los ejemplos: admiro lo que han hecho, y son más chiquitos que yo.
Comienzos
—Festejan los 20 años, pero empezaron adolescentes...
—En realidad estamos cerca de los 30 años, pero éramos chiquitos. Le pedíamos la guitarra prestada a un vecino, la casa a un tío; queríamos ensayar a las dos de la tarde y arrancábamos a las siete porque no teníamos instrumentos. Íbamos casa por casa, arrancábamos cuatro y llegábamos 20.
Hubo un tiempo en que repartíamos casettes a los amigos, grabados en el doble casettera. Elegía los mejores temas de los ensayos, a veces no se escuchaba la voz; les daba una fotocopia con las letras porque no se entendían. Las tapas las hacía yo a mano: alguien me hacía el logo de la banda, alguien que me hiciera la letra, después yo cortaba y juntaba todo con cinta scotch y sacaba fotocopias. Todo eso está en la casa de mi vieja.
—Hubo un casette que llegó hasta acá, que estabas vendiendo en la playa con una novia que tenías en esa época; ya la tapa era color.
—¡Cristina! Ella vendía los casettes con la novia del batero. Tocábamos cuatro veces por día, media hora en cada lugar para hacernos conocidos. Tengo todo eso en VHS, algún día queremos hacer un documental; ya lo apalabramos al Bebe Contepomi para que sea la voz.
Yo tocaba en Cemento el sábado y el lunes estaba a las 6.40 en las galerías del subte tocando a la gorra, porque no teníamos un peso en mi casa. Antes de la crisis del 2001 y después. Pedía monedas en la calle: por Rivadavia desde el 900 hasta el 10.000 (de Congreso a Liniers) con esa novia, uno de cada lado.
La gente me bendijo. En esa gira del casetito salíamos: “¡Hola señora, señor, somos Jóvenes Pordioseros, una banda de Villa Lugano. Hacemos rock and roll!”, y arrancábamos con “Start me up” de los Rolling Stones en castellano: “¡Levántame, levántame ahora!”. Hacíamos eso como un gancho para que se acerque la gente, y para que entiendan la letra. Porque en esa época al no haber Internet no se sabía lo que decía la letra. Yo tenía una letra y se me ocurrió adaptarlo. con eso hicimos 500 casetitos (“Homenaje”) para los amigos con los que compramos las primeras remeras: la segunda gira fue casette más remera.
De pedir monedas a venir a Jujuy y que la gente me dé mucho cariño. Soy un bendecido, ¿qué más puedo pedir? No me puedo quejar de nada.
Buenas y malas
—Pasaste por cambios de compañeros, diversas situaciones a nivel humano y artístico, pero siempre seguiste adelante. ¿Cómo se hace para renovar las energías y seguir girando, componiendo y grabando?
—Tomamos como referencia el 2000, la gira con el primer casette que era “Probame”, después lo volvimos a grabar como nuestro primer disco. Para mí fue ayer, así como también fue hace mucho. Hay días que me levanto y digo: “Parece que tuviera que enchufar a la playa y tuviera que decir: ‘¡Hola, somos Jóvenes Pordioseros, una banda de Villa Lugano!’”; hay días que lo veo lejano.
Esto tiene que ver con que nunca paramos. En la primera gira, en enero y febrero en Villa Gessell tocamos 98 veces, tres o cuatro por día: hacíamos dos playas, una plaza y un bar. Apenas empezamos. Estoy cerca de los 3.500 recitales. Una vez cuando se separa Jóvenes Pordioseros en el 2008, formé Hijos del Oeste, y fui a tocar a La Trastienda. Llevaba como 1.700 recitales, y a la gente le dijimos como promoción “Los 1.000 recitales de Toti”. Porque 1.700 no cerraba. Tocamos todos los fines de semana, algunas ni siquiera salen en Internet (si te fijás en el Facebook oficial no figuran, pero ya tengo 15 recitales de hoy en adelante). Hay bandas que meten 15 recitales en dos años. ¿Cómo sigo? Capaz que el secreto es no parar.
Tuve mis vicios; ahora soy padre, tengo una hija de cinco meses y estoy más tranquilo. La miro a los ojos y mi alma, mi corazón me dicen “tranca, hacé todo con cuidado”; entonces sé donde parar. Pero antes estaba cinco días despierto, hacía cuatro bares, dos boliches y después de ensayar, todo en un día: volvía a las siete de la tarde a mi casa y después salía a las 12 de nuevo: le metía ritmo. Pero por ese ritmo un día dije: “Uh, qué pasa, no estoy componiendo”. Iban seis meses y estaba en la joda, no componía. Y todos se creen que va de la mano la joda con la banda, porque es rock and roll. Está buenísimo, pero cuando perdés el eje no está bueno.
Creo que el rock and roll me mantuvo en ese clima de tener energía e ir para adelante. Después tuve unos altibajos de guita. Después de Hijos del Oeste y el disco “Pánico” (tres discos atrás) venía muy mal, tenía deudas en todos lados: 2014 tenía una deuda de 100 lucas en expensas. Sale “Pánico” y la gente me vuelve a apoyar. Cuando dejaste de sonar un tiempo, la gente no te escucha, no te ve, no va a los recitales. De tocar para 1.300 personas bajábamos a tocar 23, 40; y yo tocaba igual.
Estuve dos semanas comiendo azúcar Ledesma con agua de la canilla, porque no tengo papá, tíos que me vayan a apoyar con dinero, porque tienen su familia. no tengo amigos millonarios tampoco. Me daba mucha vergüenza pedirle plata a mis amigos, se enteraron después de que lo superé; se habían enterado dos o tres, que me ayudaron para que no me corten la luz.
Iba a La Reina a tocar, es boliche, había 1.800 personas. Obviamente cobrábamos lo nuestro, como mucha gente que labura. Me bajaba del escenario y como ya tenía deudas lo que entraba lo ponía ahí; llegaba a casa y lloraba. Y al otro día decía: “Acá vamos otra vez”. Lo llamaba al manager, “fijate si metés una fecha, si no es con Jóvenes decile al productor que voy con una banda de allá”. Hice cumpleaños de 15: viajás 400 kilómetros para hacer tres temas, le llevás una rosa a la del cumpleaños y vos no sabés si en realidad le gusta al padre. “¡Te dije Pity, papá, no Toti!”. “¡Te dije Airbag, no Jóvenes Pordioseros!”. Y por chirolas. Pero cuando no tenés con las chirolas sos Ricardo Fort.