La vieja canción, en las fiestas vascas de toda Argentina, sostenía en sus versos una secuencia de almanaque. “Uno de enero, 2 de febrero, 3 de marzo, 4 de abril, 5 de mayo, 6 de junio, 7 de julio... San Fermín... a Pamplona hemos de ir...”.
Los “Ejecutivos” de las diversas administraciones de la cosa pública tienen en estos tiempos un discurso común. Estamos muy mal, debemos acomodar lo que tenemos, esto va para largo.
La vieja canción, en las fiestas vascas de toda Argentina, sostenía en sus versos una secuencia de almanaque. “Uno de enero, 2 de febrero, 3 de marzo, 4 de abril, 5 de mayo, 6 de junio, 7 de julio... San Fermín... a Pamplona hemos de ir...”.
“Las Fiestas de San Fermín, popularmente conocidas como Sanfermines, son una Fiesta de Interés Turístico Internacional en honor a San Fermín de Amiens que se realiza, anualmente, en la ciudad española de Pamplona, capital de Navarra. Los festejos comienzan con el lanzamiento del chupinazo desde el balcón del Ayuntamiento de Pamplona, a las 12 del mediodía del 6 de julio, y terminan a las 24 horas del 14 de julio con el Pobre de mí..., una canción de despedida”. Eso dice Wikipedia.
Nosotros somos, ya está dicho pero conviene repetirlo, hijos de Europa. Todas las fiestas tradicionales, todas las comunidades, todos los recuerdos refieren a historias de aquel lado del Océano. Una forma de enojo consigo sostienen la mayoría de los que reivindican “pueblos originarios” en una fervorosa adhesión a lo que, se insiste: en la inmensa mayoría de los casos no es lo suyo.
CUESTIONES DE CAJA
La mínima ley de mnemotecnias, me trajo hasta los “Sanfermines”. El comienzo del mes. Sobre este marzo que no se aguanta en Argentina, en la provincia de Santa Fe y en Rosario, la aflicción empresaria tenía fecha: primera semana de abril. Seguirá y agravará la aflicción el comienzo de mayo, también de junio y, seguramente, ese comienzo de los “Sanfermines”. De la Pandemia no salimos ni con alegría ni pronto. Feo Agosto y ojalá la luz de setiembre nos ponga en marcha positiva. Es deseo, no es seguridad rigurosa y mucho menos científica.
El Estado, que puede recurrir a la emisión de una de las dos monedas con las que nos movemos (insistimos: somos “Bilingües”, cobramos en pesos y pensamos en dólares) también tiene esas fechas. La economía tiene un eje con los sueldos y el comienzo de mes. Tenemos un país en economía blanca que se mueve con esas fechas y una economía negra que se cuela. Al día. No hay stock que aguante el desequilibrio en el que estamos. No hay “Sanfermines” cómodos.
Más claro: en los primeros 5 días hábiles de cada mes deben pagarse los salarios. A los empleados del Estado y a los privados. Eso pone estos meses en “modo tembladeral”. Incertidumbre. Desazón. Rosario, conviene recordar los dichos que he firmado por años, estaba en situación de Default real, aunque no legal (los Estados Municipales no quiebran). Aclaro, jamás desmintieron algo tan fácil de probar: las cuentas municipales de la administración anterior eran de quebranto. El anterior Gobernador, Roberto Miguel Lifschitz, adelantó a Rosario 2.000 millones de pesos a devolver en el 2020 a la provincia. Corrección, debía devolverlos al 31/12/19 según ley. El intento socialista en este año, desde el Poder Legislativo, fue condonar el quebranto con un crédito a 60 meses para “salvar Rosario” de un default real que la anterior intendente, la nicoleña Mónica Fein, no supo cómo resolver. El resto de la provincia no está mejor, simplemente no es tan visible el desaguisado con los dineros públicos. Hay intendencias y comunas con más de uno y hasta dos o tres años de atraso en “Fondos Coparticipables”. Eso debe resolverse ya.
Argentina está mal, muy mal. Por si todo esto fuese poco una palabreja: coronavirus. No es difícil colocar sobre la mesa los dolores, los problemas. Argentina en recesión hace 10 años. El 40% de la economía en negro y malcriada. Más de 11 millones de pobres de solemnidad. Más de 15 millones que solo se rescatan a sí mismos. Conglomerados urbanos que dependen de planes y subsidios y que, además, no viven en un estado de mínimo confort. Sub asistidos, infravalorados y sin destino aparente. Sobre este mapa llegó el coronavirus. Con el coronavirus la quietud social (cuarentena, pronto toque de queda, sin que sea con todas las letras lo que viene será un Estado de Sitio), el “no salgas a la calle” como única ley necesaria para frenar el virus y que, nadie puede desconocerlo, puso un cero mata cero en las finanzas, la economía, las billeteras y las cajas.
COMO SI FUESE UN LOCO “CHINCHÓN”
El empresario con el que hablé fue claro... “Cada día retrocedo un poco más, menos dos, menos tres, pronto pasaré el menos 10 y nadie me dice cuando parará esta caída...”. Sumemos los costos fijos de cada local. Lo que no se vende, porque debés entender que no se vende nada, a lo que no se vende agregá lo que hay que pagarle a los empleados, los cheques girados a los mayoristas, los alquileres comprometidos... estamos en caída libre y yo entiendo que la vida está primero pero el Estado va a tener que hacer algo... y no quiero ni pensar en los que no tienen nada y están desesperados por morfar y no contagiarse...”.
En este loco “Chinchón” al que refería el empresario amigo y afligido debemos inscribir a tres personas. Fernández en el país, Perotti en la provincia y Javkin en Rosario.
Creo entender a los cuerpos legislativos. Creo entenderlos en su afán del co-gobierno. Pero aún ellos, porfiados en esa cuestión de las alícuotas de poder, deben observar el tiempo que les tocó y el mundo que los rodea. No es caprichoso citar el mundo. Es deliberado, y muy necesario, para cachetear a los que siguen, tozudamente, mirando la realidad con el aliento de una película que ya no está en la pantalla de ningún medio. De ninguno. En Santa Fe debemos mirar el mundo y quitarnos anteojeras y fotos del 17 de junio o del 11 de diciembre de 2019. Hay otra película, de terror universal. ¿ No la ven? ¿Qué termo los aloja?
El 5 de cada mes la cuestión es un sueldo esquivo, para una comida que no se sabe si estará y un circuito productivo que tiende a detenerse, por la inutilidad de la esperanza. Una alucinada carrera a un San Fermín, a una fiesta que no está, que no estará.
JUGAR CON FUEGO ES ESO
Cuando uno conversa, en la intimidad, con cada uno de los “Ejecutivos” de las diversas administraciones de la cosa pública, encuentra que insultan a quienes no entienden que la situación es muy fea y será peor. Se los encuentra con un discurso común. Estamos muy mal, debemos acomodar lo que tenemos, esto va para largo.
En todos los casos insisto según lo que soy: periodista. Contar la verdad es un camino que puede resultar sorprendente y desconocido, sin que se sepan las consecuencias finales, pero reitero: insisto, toda vez que puedo, contar la verdad ayuda y contestan, en todos los casos; “explícaselo a los de la oposición”... Allí me planto.
El coronavirus es un cuerpo, ni siquiera es bacteria, es un cuerpo que cuando se instala en nuestras células las convierte en bombas para disparar su multiplicación, es un programa del mal del que se conoce secuencia y sistema pero no el freno, la eliminación, la cura. Debo insistir: ¿alguien está pensando en aquellas fiestas de San Fermín?
El 5 de cada mes la cuestión es un sueldo esquivo, para una comida que no se sabe si estará y un circuito productivo que tiende a detenerse, por la inutilidad de la esperanza. Una alucinada carrera a un San Fermín, a una fiesta que no está, que no estará.
Cuando uno conversa, en la intimidad, con cada uno de los “Ejecutivos” de las diversas administraciones de la cosa pública, encuentra que insultan a quienes no entienden que la situación es muy fea y será peor. Se los encuentra con un discurso común. Estamos muy mal, debemos acomodar lo que tenemos, esto va para largo.