La actriz Marlene Dietrich fue uno de los mitos del cine del siglo XX. Con su bello rostro, su altivez y su mirada indescifrable, emergió como musa ideal para muchos directores e intervino en cintas hoy consideradas piezas modélicas del séptimo arte (“Sed de mal”, de Orson Welles, “Testigo de cargo” de Billy Wilder y “Juicio en Nuremberg” de Stanley Kramer, son ejemplos). Pero su conversión en estrella de jerarquía internacional se produjo a partir de su labor en “El ángel azul”, estrenada en Berlín hace 90 años, el 1° de abril de 1930, donde interpreta a una artista de cabaret que enamora y acaba humillando a un rígido profesor.
El argumento del film, el primer eslabón significativo del cine sonoro alemán gracias a la ductilidad del director Josef Von Sternberg, es simple en su estructura pero de mayor espesura en sus implicancias psicológicas y sociológicas. Inspirado en la novela “Profesor Unrat” de Heinrich Mann, cuenta como un puritano docente solterón, se dirige una noche al cabaret “El ángel azul” para persuadir a sus alumnos de que no concurran al local, al que considera pecaminoso para sus mentes en formación. Pero, irónicamente, cede ante los encantos de una de las bailarinas para terminar humillado y degradado.
En línea con la novela de Mann, hay una sólida reflexión sobre el autoritarismo, la represión, el deseo y la decadencia. Y también una punzante crítica a la doble moral de la Alemania posterior a la Primera Guerra Mundial, cuando en el entorno del profesor todos se escandalizan por la estrecha relación que establece con la bailarina, mientras él se mantiene firme y se reinventa como referente de los ámbitos que detestaba.
“El ángel azul” tiene también su valor artístico más allá de Dietrich. Todavía el director se encontraba aferrado a la estética expresionista que había desarrollado en tiempos del cine mudo (aunque “El ángel azul” ya corresponde a la naciente era del sonoro que se había inaugurado con “El cantante de jazz” en 1927) y emplea un estilo oscuro y recargado, que subraya el estilo recargado del actor Emil Jannings, formado en ese movimiento.
Sin embargo, lo que hizo al film perdurable en el tiempo es la interpretación de Dietrich, que resplandece en la pantalla desde su primera aparición. Su personaje puede alinearse entre las más logradas mujeres fatales del cine, a la altura de Lana Turner, Barbara Stanwyck y Jane Greer. Es manipuladora, plenamente consciente del poder que encierran sus encantos, del efecto que es capaz de producir en los hombres y los utiliza en su provecho. Sin embargo, su actitud contiene algo de resignación, como si ese su destino fuera indefectible, su obligado rol en el mundo.
Poco después de “El ángel azul”, Marlene Detrich intervino en otros filmes históricos como “Marruecos” (1930), junto a Gary Cooper y “El Expreso de Shangai”, antes de comenzar una etapa en Hollywood y la construcción definitiva del aura mítica que mantuvo hata su muerte, a los 90 años, en 1992. Lo cierto es que “El ángel azul” sigue vigente a casi un siglo de su primera presentación en las salas de cine como un sueño que al final se vuelve amargo para el profesor Unrat, pero que contribuyó a la historia del cine con uno de sus íconos más grandes.