Dr. Hugo D. Valderrama - Médico neurólogo - Máster en Neurociencias (Mat. 5010)
Dr. Hugo D. Valderrama - Médico neurólogo - Máster en Neurociencias (Mat. 5010)
La idea de intimidar, amenazar y segregar el personal de salud que cuida de nuestra salud es muy probable que surja de un cerebro colapsado de miedo. El miedo tienen un gran impacto en nuestras decisiones: sin control, puede alterar o anular las vías neuronales de la lógica.
Episodios de distorsión, juicio muy inexacto, o lo que se llama en términos generales irracionalidad, pueden pasarnos a todos. “Sesgos cognitivos”, es una forma de denominarlos y surgen de la interpretación de la información recolectada por el individuo, aunque los datos no sean lógicos o no estén relacionados entre sí.
Hay dos sesgos que parecen haber aumentado su frecuencia frente a las momentos emocionales que estamos atravesando. Uno es el “sesgo de confirmación”, la tendencia a favorecer, buscar y recordar, la información que confirma las propias creencias o hipótesis, dando desproporcionadamente menos consideración a posibles alternativas.
Los profesionales de la salud son los más expuestos a la pandemia, pero también los que más protocolos de bioseguridad siguen, con el objetivo de poder atender a aquellos que los necesitan. También son los que tiene más chances de detectar sus propios síntomas, por controles clínicos y test de protocolos. Por supuesto que puede haber casos de agentes de salud infectados asintomáticos, pero a diferencia de la población general —también con casos infectados asintomáticos—, es menos frecuente que el agente de salud abandone la responsabilidad que todos debemos tener respecto a la normas de bioseguridad, lamentablemente infringidas por miles de personas día a día.
El otro es el “sesgo de falso consenso”, es decir, la tendencia de creer que las propias opiniones, creencias, valores y hábitos están más extendidos entre el resto de la población de lo que realmente lo están. Es el caso de los habitantes de un edificio o una comunidad, que solo escuchan a los que coinciden con desplazar de manera forzosa de su vivienda al trabajador de la salud. Anulan las voces de otros vecinos que, por el contrario, le brindan ayuda para que pueda concentrarse y sea lo más efectivo posible en su tarea de asistencia, lo cual involucra la bioseguridad dentro y fuera del lugar de atención.
El ser humano tiene potencialmente la capacidad de empatía por cualquier ser humano o especie, pero las investigaciones muestran que es más frecuente sobre los individuos más cercanos, los que se consideran “grupos”. Si por pánico y sesgos, parte de nuestra comunidad trata a los agentes de salud como “un grupo distinto”, ¿cuál sería el desenlace si los agentes de salud, errónea o inconscientemente, contraponen una reacción igual frente a las atenciones médicas indispensables?
Mahatma Gandhi dijo: “Las tres cuartas partes de las miserias y malos entendidos en el mundo terminarían si las personas se pusieran en los zapatos de sus adversarios y entendieran su punto de vista”. La conducta solidaria que surge a partir de la empatía comunitaria, ayuda a regular el miedo fisiológico individual, empezando por el diálogo y dando paso a la posibilidad de la inteligencia colectiva. Frente a un objetivo en común como vencer una pandemia, todos podemos cometer errores, pero nunca debería suceder como adversarios, sino como aliados que nos equivocamos. Si es así, esas tres cuartas partes pueden transformarse casi en una totalidad.