A pesar de los 100.000 evacuados, en el 2003 AFA no suspendió los partidos: Colón fue a la Bombonera y Unión-River se jugó en Patronato. El Cementerio de los Elefantes hizo de dique ante la tragedia hídrica.
“¿Quién dijo que todo está perdido?...Yo vengo a ofrecer mi corazón...Tanta sangre que se llevó el río...”. Hace 17 años una generación de santafesinos conocimos lo que eran las siguientes palabras: “tragedia”...”catástrofe”...”fenómeno”. Todas palabras que saltaron de los libros y se hicieron penosa realidad.
Y como esa inundación ya es historia, en tiempos de pandemia, tus hijos te preguntan: “¿Papi, vivieron antes algo así?”. Y la referencia, no igual pero similar, fue el 2003 con el Salado. Entonces, como los chicos de ahora no andan con vueltas, te preguntan: “¿cuántos santafesinos murieron por el Salado?”.
Y es ahí donde uno trata de unir las puntas de un mismo lazo...La vida me fue haciendo “agnósticamente político”. Respeto sus cargos, avalo la voluntad popular, pero me he tomado el derecho civil y republicano de no creerle a ninguno de los políticos de un tiempo a esta parte.
Soy parte de una generación a la cual siempre nos mintieron y nos cagaron: desde una guerra absurda en Malvinas que no ganamos, desde un Puente Colgante que no desapareció sino que se lo chorearon, desde un dólar al que no había que apostar porque se perdía, desde un arzobispo que no perdonaba sino violaba y desde un irresponsable que nos dijo hace 17 años que “nos quedemos tranquilos que el agua no iba a entrar” o de otro que aceleró para escapar diciendo que a él no le habían avisado. No les creía, no les creo y ya cerca de los 50 no creo que les crea. Por eso hoy desconfío de los test, de los contagios, de la curva. Capaz hoy me dicen la verdad, pero como siempre nos mintieron...cuesta creer. Es como cuando un vidrio se rompe en mil pedacitos. Nunca vuelva a quedar igual.
¿Qué dejó esa foto de hace 17 años?: asombro, incertidumbre, miedo, solidaridad. Siempre digo lo mismo: desde el relato, Santa Fe se partió en dos. El que se inundó y lo que no nos inundamos. Sacó lo peor y lo mejor de esta ciudad de Garay. “No será tan fácil como pensaba como abrir el pecho y sacar el alma”, canta Fito.
¿Qué pasaba con el fútbol? Apenas un par de días antes, el 20 de abril, se había jugado un clásico triste: 0 a 0 en la cancha de Unión. Como si fuera una premonición en modo Simpson, a los pocos días nos inundamos. Y como si fuera un residual de esa catástrofe debieron pasar ocho largos años para volver a verse. Nunca se alejaron tanto como después de esa inundación.
La cancha de Colón fue la cuna de los pobres siempre abierta, como dice el rosarino: hizo las veces de dique, desaparecieron los arcos, flotaron los autos y el Salado entró un poco más manso porque lo amortiguó el Cementerio de los Elefantes.
“Cuando no haya nadie cerca o lejos...”, pensaban varios miles de santafesinos que se fueron a dormir y vivir al techo de su casas para cuidar lo poco que les quedaba. Ya en esos tiempos uno se peleaba con Grondona: la AFA, insensible como casi siempre, programó los dos partidos igual el fin de semana: Boca-Colón allá y Unión-River acá.
El querido “Enano” Bontemps, “Chupetito” Marini y Palito Rivas, jugadores profesionales sabaleros, se inundaron. Y el plantel no tenía ropa por cuestiones obvias: todo el estadio se anegó, los arcos quedaron tapados en una foto del Cementerio de los Elefantes que recorrió el mundo.
Archivo - Alejandro Villar.
Foto: Archivo - Alejandro Villar.
En Unión la pasaron mal Martín Valli (se inundaron sus padres en Recreo) y Diego Olivera. La AFA, como la cancha de Unión estaba en una zona céntrica y alta, programó el partido igual. Jugar fútbol en Santa Fe con 100.000 evacuados. Total, eran tiempos de “Todo Pasa”.
Al final, a alguien se le cayó una idea y el partido se fue a la cancha de Patronato. A ese mismo lugar, Colón fue dos veces: con Banfield y San Lorenzo. ¿Qué me acuerdo?: un golazo de Capria de tiro libre en el Grella que no sirvió para nada porque ese Unión descendió y las puteadas de la gente de Colón a un equipo del Patón Bauza que jugaba mal.
Hoy, a 17 años, muchos santafesinos siguen esperando culpables, responsables. Y “como un documento inalterable”, la cámara de Apelaciones ratificó las condenas a Frati y Berli, pero les sigue quedando apelar en la Corte Suprema de la Provincia y luego en la Corte Suprema de la Nación. Conclusión: les va a llegar antes la ley de la vida que la Justicia Argentina.
Cuando en estas tierras los políticos eran creíbles, allá por 1935, un senador nacional (¿qué paradoja no?) llamado don Lisandro de la Torre denunciaba la mafia de los frigoríficos ingleses. En ese momento caliente, se produjo un asesinato en el Senado de la Nación y la mafia se llevó la vida del legislador Enzo Bordabere.
Cuando la Policía detiene al matón Ramón Valdez Cora, que había apretado el gatillo, el santafesino Lisandro de la Torre dejó una frase célebre para todos los tiempos: “Se conoce el nombre del matador...hace falta conocer el nombre del asesino”.
Con la inundación del 2003 en Santa Fe nos pasa lo mismo y hay que aplicar la frase de un senador nacional en serio como era Lisandro de la Torre. “Procesaron a los inundadores, falta conocer el nombre del asesino”.