La banda, de gran repercusión en las escenas del metal y el stoner, debió cancelar su gira por la pandemia, pero siguen presentando singles y trabajando a distancia en canciones nuevas. Así lo contó a El Litoral el vocalista Pato Larralde, mientras espera la vuelta a los escenarios.
Gentileza Nacho Lunadei David Iapalucci (guitarra), Mow Howdin (bajo), Pato Larralde (voz), Pablo Huija Andrés (batería) y Sergio Tano Conforti (guitarra) editaron Oro para las naves en mayo de 2019.
“Queremos que esto pase de alguna forma y poder reencontrarnos con el público de la zona: de hecho teníamos un show en Santa Fe”. El que habla es Pato Larralde, vocalista de Los Antiguos, quienes tenían previsto presentar su último disco, “Oro para las naves” el próximo 11 de julio en el Camco.
Y agrega, resignado: “De todas las actividades, la nuestra es la que más tarde va a despertar. Por lo que se ve, por el traslado de famoso pico y la meseta y por el tema de la temperatura: está lloviendo y refrescó un montón, y supuestamente este bicho vive más con el frío, eso va a hacer que la gente no se pueda juntar en la calle y menos todavía en lugares cerrados, donde convocamos tanto nosotros como lo que tiene que ver con el teatro y el entretenimiento”.
Ansioso por seguir en movimiento, Larralde (de frondosa barba blanca, como la de su tío José), charló con El Litoral sobre el momento que estaban viviendo antes de la pandemia, y cómo buscan mantener la conexión entre ellos y con el público.
Vértigo
—“Oro para las naves” salió hace casi un año, en mayo.
—Exacto: el 11 de mayo fue la presentación en el Roxy.
—¿Cómo fue el proceso de hacer los temas, grabarlos y sacarlos?
—En 2012 grabamos nuestro primer disco, que para algunos es un simple y para nosotros es un disco llamado “Simple”: es un disco corto, pero es un disco, tiene seis temas. Ese fue el que nos abrió un poco el camino. Dos años después, en el proceso de tocar “Simple” en vivo, acompañando bandas y abriendo shows, cuando empezamos a hacer los propios shows fuimos incorporando material de nuestro segundo disco que salió en el 2015, “Madera prohibida”.
Entramos a grabar “Oro” en diciembre de 2018 y lo terminamos de mezclar en ese mismo mes.
—Fue rápido.
—Todas las grabaciones fueron en tiempo récord, nos sentimos bien haciéndolo así. “Simple” lo grabamos y mezclamos en 24 horas: fue una cosa muy vertiginosa. En “Madera” duró un día más el trabajo (en cuanto a la grabación; paralelamente se va haciendo la gráfica y todo lo demás). En “Oro” la diferencia está en que hicimos una preproducción bastante intensa de todo el disco, y sobre eso se trabajó en arreglos, en detalles, que por ahí con el vértigo de entrada de la banda no lo pudimos hacer.
El tercer disco es bastante difícil en la carrera de cualquier banda; y teniendo en cuenta que los discos que lo precedían habían tenido buena repercusión obviamente no queríamos defraudar al público. El laburo de preproducción y producción artística, a cargo de David Iapalucci, uno de los guitarristas, fue como más minucioso; no porque los demás no lo hayan sido, sino porque las cosas son como se van dando.
Con “Madera prohibida” giramos mucho, estábamos siempre tocando y no teníamos momentos para encontrarnos a componer más allá de ensayar para los shows que teníamos. Hubo un momento en que nos decidimos a meternos a la sala a tratar de componer y de llevar todas las ideas que veníamos teniendo hasta que nos encontramos con el disco.
En el proceso de “Simple” a “Madera” fueron saliendo los temas mientras estábamos girando, porque necesitábamos un repertorio más grande: sólo teníamos seis temas para tocar. Entonces empezamos a transformar todas las ideas en temas; eso fue completando un show que pasaba de media hora (de apertura a otras bandas) a una hora, hora y pico, con los temas que todavía no habíamos grabado.
Para “Oro” tocamos algunos temas como adelanto pero en realidad nos guardamos bastante el material; y fue ahí cuando decidimos parar para terminarlos y grabar.
Creación compartida
—¿Cómo es la dinámica de creación en la sala?
—Generalmente nos juntamos a ensayar el repertorio para los shows, y por ahí la hora previa alguno de los chicos viene con algún riff (casualmente ahora estamos trabajando material nuevo a distancia, cada uno en su área): David, el “Tano” Sergio Conforti (el otro guitarrista) o Mow (Houdin), el bajista; con la base rítmica de Pablo “Huija” Andrés, el baterista. Empezamos a zapar esa idea, tal vez nos enganchamos y estamos todo el ensayo con ese tema. Yo trato en su momento si no tengo una letra preescrita empezar a ver qué me sugiere, y empiezo a ladrar encima de esa base. Nos llevamos eso a casa y cada uno va puliendo eso y volvemos. Básicamente es tracción a sangre: más allá de las ideas del integrante que las traiga, después son horas de sala, encerrarse y tocar hasta que le damos vuelta.
El tema que estamos trabajando ahora, es un riff de David, y él le está buscando la vuelta a cosas que ya estábamos tocando en la sala (está bastante avanzada, tiene letra) para pasarle a los compañeros los nuevos arreglos a ver si podemos en estos tiempos de estar guardados hacer que la gente lo escuche.
El otro día me mandó un mensaje David: se levantó y tocó nueve riffs nuevos. Uno no puede forzar la inspiración, cuando cae cae. Por suerte le cayó un fin de semana, porque todos lo que pueden siguen trabajando (en mi casa estoy completamente parado).
—Además de aprovechar el parate para generar cosas nuevas, también es bueno para la cabeza de uno.
—Sí, totalmente: es fundamental estar ocupado en estos momentos. También entendemos que la banda, como casi todas, funciona juntándose. Más allá de que la cuestión virtual no es algo novedoso, ya instalado como medio de comunicación y de laburo, nosotros funcionamos en la sala. Ahora estamos tratando de generar cosas para llegarle a la gente, para mostrarle que estamos trabajando. También estamos compaginando un video que filmamos con partes en vivo, de un tema de “Oro para las naves”, “Senda de la luz fantasmal”. Estamos todo el tiempo pensando en ver cómo estar presentes para la gente, y también para entretenerlos un poco, porque el publico merece que estemos pensando en ellos: nos han dado tanto que queremos de alguna forma entretenerlos dentro de esta cuarentena.
—En enero salió el video de “La Nassa”.
—Y tenemos el del primer corte, “Con la suerte de saber”, el video-letra. Después hay unos videos caseros de la gente. Ahora el encargado de los videos, el “Loco” (Pablo) Ubeira, está trabajando en “Senda”, es inminente poder compartirlo con el público (Nota: salió el miércoles 29).
Identidad
—¿Cómo fue la recepción del público de estas canciones en vivo?
—Habíamos tocado algunas antes: “Vamos!!!”, “Senda”, “La Nassa”, la intro “No te lo puedo decir”, que va pegada a “La Nassa”. Pero “El coso” no la habíamos tocado nunca, tampoco “Pechos flacos” y ‘No hace falta que pregunte”; “Pa’ el monstruo” lo hicimos una sola vez. Como el público siempre va rotando (“Madera” nos permitió girar por buena parte del país y “Oro” acentuó eso) federalizamos más los shows, el año pasado tocamos una sola vez en Capital. Teníamos 20 fechas ya confirmadas hasta agosto; de septiembre para adelante podíamos acomodar fechas. Era el año más importante para la banda, eso carga un poco la angustia y la ansiedad, pero también te hacer querer (cuando se pueda) volver con todo. Porque pasaron cosas increíbles que le dan a lo próximo de la banda una proyección internacional que era impensada. Cuando todo pase vamos a tratar de acomodar la agenda para cumplir esta agenda; estamos hablando de futurología (risas); ojalá se abra la posibilidad de llevar la música de Los Antiguos a otros lares.
—Una cosa que los hace atractivos para diferentes públicos es un sonido que combina el metal clásico, el stoner, géneros más contemporáneos. ¿Cómo se fue armando eso?
—No nos propusimos un sonido. Sí las canciones: “Esto va, esto no va”. En realidad tratamos de no cerrarnos a nada. El sonido tiene que ver con la impronta que tiene cada uno de los integrantes, de qué escuela viene: alguno con un contenido más extremo, otro más rockera, otro del death metal. Como dice el Tano siempre: “Es una banda de metal con escuela de rock”. A todos nos gusta mucho el rock en general, y la impronta de cada uno hace a la personalidad de la banda.
El hecho de que disco a disco seamos los mismos compañeros es importante: nos hicimos amigos también, algunos nos conocemos más, otros menos. Es un grupo muy grande, no sólo nosotros cinco: hay un gran equipo en el sonido, en la iluminación, en la proyección de las imágenes (donde las podemos llevar), los stages. Es una familia que viene trabajando desde el día uno, algunos se incorporaron más tarde. Esa familia tiene una identidad, no sólo a nivel sonido: a nivel estético no tenemos que hablar mucho con el que está a cargo de la gráfica, ya sabe lo que queremos. Siempre hay una idea y sobre eso se trabaja, y se corrigen algunas cosas. Pero todo el mundo sabe lo que tiene que hacer, es maravilloso.
—Es como evolucionar juntos.
—Exactamente. Yo aprendo mucho de mis compañeros y de la gente que labura con nosotros, es un ida y vuelta hermoso. A veces nos duele mucho cuando tenemos que girar y no pueden ir todos, pero los productores no pueden costearlo; como estaban las cosas antes de esto, ni quiero pensar cómo va a ser el futuro. Queremos tener a nuestro iluminador; nuestro sonidista siempre viaja con nosotros; a veces vamos sin stage. Nos extrañamos, esta situación nos junta aún más: estamos en comunicación viendo si alguno necesita algo.
El encuentro
—¿Cómo combinan este proyecto con los que tienen en paralelo (Sauron en tu caso)? ¿Qué encuentran en este que los otros no les brinden?
—Tiene que ver un poco con la química que se genera, lo que sucede en el momento de estar en el escenario (y la previa, los viajes): es una retroalimentación que produce que después de un show, si no tenés uno al otro día, nos queda la adrenalina. Es lo que nos da ganas de estar juntos. Es muy difícil de explicar; es esa ansiedad ahora de vernos, de juntarnos a zapar; a través de la tecnología no es lo mismo.
Eso se generó desde el día uno: cuando ya estábamos los cinco, algunos tenían sólo ganas de grabar el disco y nada más; después cuando vieron lo que pasaba era “grabo y después veo”. Se fueron quedando, enamorando de la historia, todos juntos al mismo tiempo.
Otra cosa que tiene esta banda es el amor de la gente: tenemos unos seguidores muy fieles que viaja por todo el país para vernos, eso es algo que no habíamos vivido creo que ninguno con sus proyectos. Algunos de esos seguidores los comparte Sauron, pero generalmente el público de Los Antiguos es muy fiel, algunos viajaron miles de kilómetros para vernos viviendo en Capital, hasta Uruguay. Eso es lo que hace la diferencia con lo que nos pasó anteriormente a cada uno. Está entre el misticismo y la química.
—Se da o no se da.
—Claro: pasa o no pasa.
—De ahí se renueva la energía como para querer seguir a pesar de las adversidades.
—Totalmente. No hay día en que yo, y mis compañeros también, no nos levantemos pensando en todo lo que íbamos a hacer en estos tiempos, y no podemos. Pero nos retroalimenta esa manija: saber que hay un montón de shows y que en algún momento los vamos a hacer.
Estamos como gato enjaulado, porque queremos volver a vivir la energía de la gente: tanto en los escenarios más grandes como en los lugares más chiquitos se genera un ida y vuelta fenomenal, no podés bajarte sin dejar todo. Es impresionante verlos cantar las canciones y hacer el quilombo que hacen (risas). Ahora mantenemos el contacto a través de las redes, porque uno sube una foto, un video, y la gente está ahí, en sus casas.