Gustavo Peretti*
Cómo se vive el aislamiento en un lugar donde el distanciamiento físico con otras sociedades es parte de la forma de vida de sus habitantes.
Gustavo Peretti*
El 3 de abril de 2020 fue un día particular para quienes habitan el pequeño territorio de las islas Malvinas. De 88 test de coronavirus recibidos del Reino Unido uno de ellos dio positivo. Parece resultar paradójico que las medidas de aislamiento tomadas a nivel mundial para enfrentar a la pandemia se apliquen en un archipiélago. La palabra “aislar” está formada por el prefijo ad- (hacia) y la palabra isla. Es un verbo que tiene el significado de apartar, abandonar, retirar, distanciar, irse y desvincular o dejar solo a una persona, es decir, metafóricamente, ‘ponerlo en una isla‘.
Si el enfrentamiento al virus se hace “ubicando a las personas en una isla”, ¿cómo se explica que en territorios insulares se propague el mismo? Esta aparente contradicción encuentra su respuesta en la mayor conectividad y comunicación que Malvinas adquiere luego de la Guerra de 1982 con lugares remotos del globo con fines comerciales, sanitarios, educativos y turísticos.
Resulta de interés preguntarse: ¿cómo se vive el aislamiento en un lugar donde el distanciamiento físico con otras sociedades es parte de la forma de vida de sus habitantes? Este distanciamiento ¿opera como una fortaleza o como una debilidad que provoca mayor inseguridad y vulnerabilidad? ¿Cómo se vive el aislamiento en una comunidad en la cual, por la escasa cantidad de habitantes —unos 3.000— y la concentración que adquiere ya que casi la totalidad vive en una sola localidad —Stanley o Puerto Argentino—, los lazos de vecindad son muy estrechos? ¿Qué medidas sanitarias, educativas, sociales y económicas se adoptan para hacer frente a la pandemia?
Ser un habitante de las Islas es vivir en un territorio de límites cercanos. Es tener siempre presente que los lugares para el desplazamiento físico y los ámbitos de sociabilidad son reducidos. En un punto, la pandemia y Malvinas de manera paradojal se relacionan. A nivel mundial desde hace días, semanas y meses estamos viviendo en un archipiélago donde cada fragmento resulta ser una amenaza para el otro. Malvinas, como una mamushka, reproduce ese archipiélago en su interior.
El 3 de abril en las Islas Malvinas se recibió el primer resultado positivo para Covid-19. Se obtuvieron 87 resultados del Reino Unido, pero una prueba enviada para un aislamiento dio positivo. El paciente ingresó a la base militar aérea “Complejo Mount Pleasant”, distante 50 km de Stanley (Puerto Argentino), cuando se sintió mal y el personal médico observó una variedad de síntomas similares al COVID 19. La directora médica del único hospital de las Islas “King Edward Memorial (KEMH)”, Dra. Rebecca Edwads, dijo a través del portal Merco Press: “Sabíamos que llegaría el día en que tendríamos nuestro primer caso confirmado, y en algunos aspectos somos afortunados de haber sido libres hasta ahora de COVID-19, ya que hemos aprovechado este tiempo para planificar nuestro enfoque dentro del hospital y también desde una perspectiva más amplia. Hemos reorganizado el hospital y los arreglos de personal, y hemos establecido nuestros suministros y productos farmacéuticos, algo que muchos países no estaban en condiciones de hacer antes de identificar sus primeros casos”.
La integrante de la Asamblea Legislativa de las Islas nacida en Chile y naturalizada isleña, Leona Roberts, fue la encargada de hacer el anuncio y dijo que el paciente se encontraba en el hospital bajo todas las precauciones necesarias de aislamiento y su situación fue descripta como “estable y sin necesidad de un respirador”.
Dos días antes, la Dra. Edwads anunciaba que se habían despejado camas y respiradores para la eventualidad, con profesionales y provisión de fármacos. Destacaba además el distanciamiento de dos metros que mantenían las personas entre sí.
Cabe mencionar que se estaba trabajando y organizando bajo la presunción que el virus ya se encontraba en las Islas. Por esta razón, algunos habitantes ya estaban bajo medidas de autoaislamiento, ya que habían retornado del exterior o por haber estado en contacto con turistas de los cruceros, algunos de los cuales ahora se sabe tenían casos positivos del virus a bordo.
Según información actualizada, los casos con COVID-19 alcanzan la cifra de 13. Pertenecen todos a la base aérea Mount Pleasant, de los cuales ninguno se cuenta entre la población permanente. Los informes son anunciados a través de un sitio oficial y del periódico Penguin News a través de su aparición impresa semanal de los días viernes y por la red social Facebook que tiene más de 3.100 seguidores. Se publican además, recomendaciones en cuatro idiomas: inglés, español, filipino y zimbabwen; hecho que da cuenta de la importancia que reviste en el poblamiento el aporte migratorio.
Desde el 26 de marzo la población tiene recomendado la reducción de todas las actividades no esenciales. Las personas deben quedarse en sus domicilios particulares donde puedan trabajar. Las actividades esenciales incluyen el trabajo crítico y clave, donde esto no se puede hacer desde la casa. A partir del 22 de abril, se ha permitido que el sector de la construcción reanude las operaciones.
La gastronomía trabaja a través de la modalidad de pedido a domicilio, y los supermercados funcionan con normalidad con el distanciamiento en las filas de las cajas de 2 metros entre cada persona.
En cuanto al deporte, no está permitido la realización de las actividades con mayor riesgo de lesiones, incluido el hockey.
De las medidas sanitarias adoptadas, además de la adecuación del hospital ubicado en Stanley (Puerto Argentino), se espera contar con un analizador y equipo que permita realizar pruebas mucho más rápidas de los hisopos para detectar posibles COVID-19 sin ser necesario hacer los envíos al Reino Unido. Por otra parte, se han suspendido tanto las consultas médicas de rutinas como las dentales.
Acerca de la economía, se han adoptado medidas para el sector de la lana dada la importancia que el mismo presenta para la economía de las Islas. Cabe tener en cuenta que el cierre de mercados productores de lana como consecuencia de la pandemia, ha causado una enorme presión sobre el sistema mundial de venta de lana. Los precios de la lana han sufrido una disminución entre un 40 y 50% en comparación con los precios alcanzados hace un año. Los mercados en varios países productores clave de lana ahora están cerrados. Como una de varias medidas económicas enfocadas en la industria a la luz de la pandemia de COVID-19, se ha resuelto en las Islas apoyar a los productores a través de la compra de la lana a precios vigentes a marzo de 2020.
A fines de abril se anunciaron medidas tendientes a apuntalar al sector privado, siendo el ligado al turismo uno de los más afectados. Las disposiciones incluyen:
- un sistema para ayudar en la ocupación de personal, a la vez que garantizar estabilidad de ingresos en los hogares,
- un sistema de subsidio al seguro de desempleo ampliado en apoyo a la estabilidad de ingresos para aquellos hogares, cuyos integrantes han sido económicamente despedidos,
- préstamos directos no reintegrables a las empresas para ayudarlas con la liquidez,
- reducción en las tarifas de electricidad en apoyo a empresas y hogares,
- renuncia por noventa días al cobro de servicios públicos,
- mecanismos de gobierno existentes a los que se pueden acceder en circunstancias de necesidad.
Desde hace días, semanas y meses estamos viviendo en un archipiélago donde cada fragmento resulta ser una amenaza para el otro
*Profesor Titular de la asignatura “Geografía Argentina” de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Universidad Nacional del Litoral.