A los 20 años, Fabián Rodríguez comenzó a trabajar con títeres, rol que desempeñó hasta 2013. Un tiempo después, hacia mediados de la década de 1980 se metió ya de lleno a trabajar en el teatro y desde ese momento nunca dejó de hacerlo. Lo hizo como director y actor de diversas puestas, junto a varios grupos. Y como docente en la Escuela Provincial de Teatro. Hoy, en un tiempo en que la pandemia impuso condicionamientos a la actividad, continúa sus diferentes proyectos desde lo virtual a la espera de que se autorice la posibilidad de volver a las sesiones presenciales. Admite, sin embargo, que todo este proceso dejará, indefectiblemente, una serie de marcas que implicarán reflexión y reinvención. En medio de ese trance, accedió a compartir sus puntos de vista en el marco del trabajo que El Litoral realiza desde marzo para analizar presente y futuro de las artes escénicas.
“Coincido mucho con lo que dice (el director e investigador teatral) Eugenio Barba, en el sentido que es es muy difícil poder pensar estando inmersos en la situación. Siempre la reflexión puede hacerse a la distancia. De todas maneras, yo sostengo que el teatro, como bien dicen muchos, es algo que desde que apareció nunca ha desaparecido. A pesar de situaciones catastróficas naturales, climáticas o guerras. Siempre ha estado presente, resurge o se reinventa. Y sobre todo en este momento donde se está de alguna forma volviendo a la esencia”, plantea ante todo.
“El teatro es un arte que transita lo esencial. Hay allí unas personas en medio de prácticamente nada. Como dice Peter Brook, solo hace falta un espacio vacío y un actor o una actriz que lo habiten y lo atraviesen y ya podemos estar hablando de teatro. No hace falta demasiado para que el teatro acontezca. Sólo que unas personas necesiten escuchar una historia y haya otras dispuestas a contarla. Cuando nos reencontremos físicamente, eso va a ser absolutamente necesario. Y si no, como se está haciendo ahora, utilizando las herramientas tecnológicas. Es cierto que el medio es diferente, pero ya tenemos experiencias concretas de artistas que lo están haciendo”, añadió.
Para Fabián, esa viraje hacia la esencia es fundamental. “El ser humano necesita sentir identificación. Por supuesto que todo esto nos lleva a lo que es también lo básico filosóficamente. Es decir, volver a preguntarnos quiénes somos, de dónde venimos y hacia dónde vamos. Volver a lo esencial para volver a caminar hacia un futuro posible. No sabemos como va ser la vida de ahora en más, porque es posible que estos virus y epidemias se mantengan en el tiempo. Tratamos de sobrellevarlos a través de vacunas que los van frenando, pero cada vez el ser humano se inocula más vacunas para subsistir. Y al mismo tiempo se va destruyendo la naturaleza que nos cobija”, analizó.
“¿Por qué el teatro y la literatura en contextos como éste?”, se preguntó. “Justamente porque necesitamos que nos cuenten historias y encontrar identidad en esas historias. Saber que no somos uno solo, sino que hay muchos a quienes les pasa lo mismo. En el teatro, la gente paga para que le contemos historias. Hay allí un hecho de común acuerdo y tácito. Vamos a ver algo que nos cuentan que sabemos que es ficción, que no es la realidad cotidiana, es otra realidad que necesitamos ver para comprendernos a nosotros mismos. Allí está la esencia. Por eso digo que el teatro no va a desaparecer. Todo lo contrario. Va de la mano del ser humano”, reflexionó.
Buena parte de las cavilaciones de Rodríguez en este momento se basan en sus aficiones literarias. “Me gusta mucho la obra de José Saramago, me ha hecho pensar mucho”, afirmó. Por ejemplo, la relectura de “Ensayo sobre la ceguera”. “En esas situaciones límite como las epidemias, el ser humano se plantea la necesidad de repensarse, verse de una forma diferente donde aflora lo más bello y lo pésimo. También he pensado en otras obras de Saramago, como “La balsa de piedra”, donde la península ibérica se desprende de Europa y viaja como una isla por el océano a reencontrarse con Iberoamérica. Y, fundamentalmente, en “La caverna”, donde el hombre se ve inmerso en un lugar que ha sido construido para que direccione su mirada hacia un aspecto determinado de la vida”, explicó.
Pero la clave más importante la encontró en una frase de Alejo Carpentier: “Todo futuro es fabuloso”. “Carpentier reflexiona sobre la idea de la fábula a la que le tiene tanta aversión la Historia, que trata de aferrarse a hechos concretos y reales, como si la fábula fuese algo desechable. Entonces, generalmente, se hace referencia a la fábula como lo pasado. Y el replantea eso y dice que la fábula debe ser un punto a ubicar en el futuro, la posibilidad de encontrar cierta forma de esperanza. Armar la idea de un lugar mejor y plantarla en el futuro. En ese sentido, estoy esperanzado”, finalizó.
Actualmente, entre otros proyectos, Fabián Rodríguez tiene en pie “Pecas”, con dramaturgia y dirección de María Rosa Pfeiffer, junto a actores de Humboldt. Con ellos, mantiene reuniones virtuales en forma periódica. “También hicimos teatro leído, un ejercicio que ha dado muy buenos resultados. Se armó un blog donde ya se publicaron tres obras. Uno está reinventándose, trabajando permanentemente”.