Por Ricardo Qüesta
Por Ricardo Qüesta
Es inexplicable que se están contagiando las autoridades; es un mal ejemplo para la población porque indica que no les prestan atención a las medidas de protección Todos sin excepción deben respetar las medidas de protección que son obligatorias. En las fotos deben aparecer con barbijos y guardando distancia, en cualquier circunstancia; estén en reuniones de trabajo, recorriendo los barrios, hablando por la televisión o respondiendo a periodistas.
Estas medidas son tanto o más necesarias en los barrios en los cuales la proximidad de las personas se observa en todo momento, como se ve en las villas (de la ciudad de Bs. As., conurbano y otros puntos del país).
Debería analizarse la conveniencia de usar protección facial hasta en el interior de los domicilios y no quitársela ni siquiera cuando la familia se reúne para ingerir alimentos en cuyo caso sólo la persona que va a ingerir los alimentos se quita el barbijo (hasta que finalice) mientras las restantes permanecen con el barbijo puesto. Y así sucesivamente procederán los otros miembros de la familia cuando les llegue el momento de ingerir alimentos o líquidos. De ese modo se podría evitar la transmisión intrafamiliar del virus. Y tal vez sería aconsejable que lo usen hasta para dormir dada la cantidad de personas que viven en un mismo cuarto de reducidas dimensiones. Hay que aconsejar a las personas que no duerman con las mascotas en la cama y que no las besen en la boca porque eso podría ser una fuente de contagio.
Para que la gente muestre buena disposición para cumplir estas medidas, se le debe mantener el ánimo alto y de alguna manera el sentido del buen humor. No debe faltarle una ayuda financiera, alimentación adecuada, líquidos para beber en cantidad adecuada; y sobre todo despertarle el sentido de la responsabilidad social y el orgullo de estar todos luchando contra un enemigo común que es el virus al cual hay que derrotar. Tal vez nos imponga por un tiempo incierto, que puede ser muy prolongado, hábitos distintos de vida que no difieren mucho de los hábitos cotidianos que teníamos. Muy poco esfuerzo nos exige llevar protección facial, guardar distancia, vida social restringida por un tiempo, con tal de derrotar el enemigo común. Y en esa lucha todos debemos colaborar por igual desde el más encumbrado funcionario hasta el más modesto trabajador o desocupado. Tendremos que aprender a ser más inteligentes, más observadores, más cooperativos, más solidarios, más unidos contra un enemigo común.Con paciencia, perseverancia y fe, lo derrotaremos; y esta lucha nos pone en evidencia que hay muy poca diferencia entre las personas, menos de lo que pensábamos antes de estos sucesos, y que todos jugamos un rol importante en la sociedad. Ya la sociedad tendrá tiempo de reflexionar sobre lo vivido y sacar sus conclusiones.
El gobierno debe convertir al país en un ejército que luche contra el virus. Hacer que cada ciudadano sea un soldado en esa lucha y a su vez que observe que todos respeten las medidas a cumplir y si advierte que hay transgresores que avise de inmediato a las autoridades para que intervengan y se les aplique las sanciones que correspondan. En el lugar que sea, todos debemos estar alertas para ver y avisar si hay transgresores y en cada lugar del país la policía u otros organismos de control deben publicar números de teléfonos a los cuales llamar para que la policía se presente de inmediato y detenga a los infractores.
Sería conveniente que el gobierno disponga de un grupo de 30 o 40 epidemiólogos observadores que recorran las ciudades y barrios de todo el país, que entren en las villas y en distintas viviendas para tratar de observar detenidamente los movimientos y hábitos de vida de la gente y corregir lo que no se haga bien o sugerir nuevas y mejores formas de evitar la propagación del virus y la enfermedad, si no la epidemia se puede prolongar más de lo previsto.
Que hablen con las personas que ya pasaron la enfermedad e interrogar las minuciosamente para ver cómo se contagiaron; preguntarles si usaban o no protección y verificar si dicha protección era adecuada.
Es imprescindible verificar si los barbijos que se usan protegen adecuadamente a las personas, porque muchos son de fabricación casera sin ningún control de calidad, confeccionados con cualquier tela doméstica y su efectividad para prevenir el contagio puede ser baja y si se lo colocan de modo que cubra la nariz correctamente, al menos hasta la mitad del dorso, porque se ven muchas personas que sólo se cubren la boca y la nariz queda al descubierto.
En algunos negocios como inmobiliarias o administradoras de consorcios en los cuales la atención al público se hace desde atrás de una ventanilla o mostrador es útil colocar una lámina grande de acrílico entre el empleado y el cliente. Esta es una protección segura para el empleado que si no conversa con otros empleados no requiere el uso del barbijo. Si los empleados se movilizan en forma permanente e interactúan en el local con otras personas o empleados: todos usarán barbijo permanente. Todos los negocios con características similares a éstas no tienen porqué estar cerrados porque cumpliendo con un protocolo no entrañan riesgo de contagio, como ser las agencia de lotería. Los comedores comunitarios deberían cerrarse, si alguno permaneciera abierto. Sólo entregarán comida para llevar a domicilio.
En los restaurantes y comedores sería conveniente el uso de máscaras que permitan la ingesta de alimentos sin transmitir el virus, algo semejante a las ideadas por los italianos. Hay que desarrollar la imaginación para el diseño de un tipo que permita este objetivo: disfrutar sin riesgo de contagiarse.
Fútbol 5 o fútbol de salón: reabrir con nuevas reglas.Por ej: 2 jugadores menos en la cancha. Guardar distancia de 1,5 - 2 m. Infracción si no se respeta la norma (si es posible controlarla con láser). No gambetear. Sólo jugar con pases largos. Menos tiempo de juego. Usar barbijos y máscaras durante el partido. No competir. El objetivo debe ser distraerse, divertirse y hacer una sesión de juego liviano. No quitar el barbijo en ningún momento. Pasar a los baños y vestuarios de a uno o pocas personas evitando aglomeraciones en éstos. Éstas son sólo ideas a mejorar o cambiar con el objeto que se pueda reabrir esta actividad, ya que son miles en el país y los dueños y empleados están pasando angustia económica.