“¿A nadie se le ocurrió preguntarse qué hacían restos de un masculino en el arma homicida?” se cuestionó la Dra. Andrea Alberto durante los alegatos de clausura del juicio por el crimen de Gisela Guadalupe Aguirre. La defensora pública arremetió contra la teoría del caso de la fiscalía, que acusa a las vecinas de la víctima por el homicidio, presentando como sospechoso al hijo y ex marido de las actualmente coimputadas.
El tribunal compuesto por los jueces Gustavo Urdiales -presidente-, Rosana Carrara y Rodolfo Mingarini escuchó durante casi tres horas a fiscales, querella y defensas, y resolverá el próximo miércoles si condena a María Celeste Benítez (30) y Gladys Amarilla (56) por el “homicidio en coautoría” de Gisela. El pedido de pena es de 25 años de prisión, mientras que la contraparte solicita la absolución.
Tenés que leerCrimen de Gisela Aguirre: una de las imputadas se autoinculpó ante la policíaPara Alberto “había tiempo de buscar al autor, había tiempo de traerlo a este juicio”, pero en vez de eso la acusación se centró en el relato de dos testigos a quienes “no les creo nada”. Fueron precisamente ellas quienes dijeron ver cómo Amarilla sostenía con los brazos por detrás a Gisela mientras Benítez la atacaba con una cuchilla aquella noche del 1° de noviembre de 2018, en la vereda de Lavalle al 8100.
Tanto para la representante del Servicio Público Provincial de la Defensa Penal (SPPDP) -por Benítez- como para los abogados particulares Matías Pautasso y Martín Risso Patrón -por Amarilla- el relato del hijo de la víctima en cámara Gesell exculparía a sus clientas. Aun así, el análisis de las defensas resulta contradictorio, ya que mientras la primera señaló al hijo de Amarilla como el agresor, la segunda apuntó contra Benítez.
Para las fiscales Cristina Ferraro y Ana Laura Gioria “la cámara Gesell es un elemento clave, el hijo mayor estuvo presente y vio cuando mataron a su mamá”. El niño “cuenta como puede y según sus posibilidades lo ocurrido”, situando a sus vecinas en la vereda discutiendo con Gisela. Recalcaron el relato de las testigos oculares, que nunca cambió, mientras echaron por tierra lo declarado por Amarilla y Benítez: “Lamentablemente en formas coincidentes ambas hicieron un aporte muy fragmentado y recortado de la realidad. Llamativamente las dos perdieron la memoria respecto a lo central del suceso”.
Para las representantes del MPA “más allá de eso, si pudiéramos llamar ‘versiones’ a los relatos -de las imputadas-, los mismos no cuentan con un respaldo” ya sea a través de pruebas, declaraciones de testigos o algún tipo de evidencia objetiva. Además, “no coinciden los relatos entre sí”. Particularmente el de Benítez “revela una hipocresía que no podemos dejar de remarcar, pretendiendo ensuciar la memoria de la víctima”, señalaron Ferraro y Gioria, ya que “Gisela no fue capaz ni siquiera de insultarlas ni de responder verbalmente al ataque de estas dos mujeres”. Por último, se refirieron a la única puñalada que Benítez reconoció haberle asestado a la víctima, lo cual “no se entiende” cuando “Gisela tenía trece”.
A su turno, la querellante María Lucrecia Fernández del Centro de Asistencia Judicial (CAJ) recalcó la “solidez de la teoría del caso”, que permite pedir la condena como coautores del homicidio de Gisela Aguirre, y la pena máxima de 25 años de reclusión. El próximo miércoles a las 11 se conocerá la resolución del tribunal.