Mario Ian, el emblemático cantante de proyectos como IAN, Rata Blanca y Alakrán, escribió durante años sobre el advenimiento de un Nuevo Orden Mundial, y ahora afirma que la pandemia es una herramienta para lograr ese cometido. Así lo manifestó a El Litoral, en la previa del show acústico que brindará en Tribus Club de Arte junto a su esposa Naty.
Gentileza producción Mario y Naty compartieron streamings en formato de dúo, y ahora emprenden una pequeña gira por Santa Fe, Paraná y Córdoba.
Mario Ian, cantante de Ian y Entre el Cielo y el Infierno y ex integrante de Rata Blanca y Alakrán, regresa a Santa Fe para presentarse en formato acústico y reducido, en dúo con su esposa Naty Ian. Será este domingo desde las 21, en Tribus Club de Arte (República de Siria 3572). En la previa del show que dará este referente del metal nacional actuará la banda local Último Presagio (Tributo a Rata Blanca). Las entradas se pueden adquirir en la boletería de la sala, de 18 a 0, o de manera online por sistema Ticketway.
En la previa del show, El Litoral conversó con el vocalista, quien aprovechó la ocasión para desarrollar su mirada sobre la situación actual, desde la visión del mundo que viene desarrollando desde hace décadas en sus letras.
De a dos
-Venís con el acústico, con Naty en teclados y coros y vos voz y guitarra. ¿Qué respuesta tuviste del público en estos formato?
-Lo que hicimos fue un par de streamings; no hemos podido hacerlo con gente porque haya más de una año que estamos con esta agenda. Recién empecé a shows presenciales con mi banda IAN: fueron los dos primeros hace 20 días; también hicimos uno de Entre el Cielo y el Infierno, con los ex integrantes de Rata Blanca hace una semana.
Con Naty hicimos dos streamings y funcionó muy bien: el primero fue para una página de México y hubo como 25.000 personas; fue en los principios de este parate. Dijimos: “La pasamos muy bien, la pasamos muy lindo; ahora que se puede hagamos unos shows presenciales”. Y contactamos a la gente de Santa Fe, gracias a César Andino, cantante de Cabezones, que es un gran amigo. Pudimos hacer Tribus, Paraná y Córdoba. Ahora paramos de seguir metiendo shows porque todavía no se sabe para dónde puede salir disparado todo esto.
Es difícil adelantarse con shows: uno lo hace por fe, pero hoy en día el mundo cambió: estamos con un control poblacional muy importante, en un Nuevo Orden muy diferente a todo lo que vivimos; no sé por cuántos años más será, porque no hay un motivo real de pandemia, sino un motivo netamente ideológico. Grupos pequeños ideológicos dominando el sistema social de pensamiento: estamos bajo eso, y tenemos que caminar por arriba de las tormentas, por arriba de las agua. Tener la capacidad en Fe para caminar encima de todo esto.
Reencuentro con el público
-Lo bueno de este formato es que permite adaptarse tanto en cuanto a costos como a traslados y condiciones de los lugares, que son muy complicadas en estos tiempos.
-Lo de los costos y condiciones es relativo, porque con pocas entradas se pueden solventar muchas cosas. Para el músico, estar en una situación presencial... para el músico que lo viva como propósito; el que lo vive nomás como un trabajo, o por un ego personal lo verá de otra manera. Yo lo vivo como un propósito de vida, y obvio que es mi trabajo también; pero si tengo que tocar para diez personas voy y lo hago, si tengo que tocar para 10.000 es exactamente igual lo que voy a poner y lo que voy a hacer. Después obvio que es una fuente laboral importante, pero no lo es todo: está bueno tener el contacto con la gente, la pasé espectacular en estos tres shows presenciales que hice. Fue bárbaro poder estar dando personalmente lo que uno va construyendo, y el mensaje.
-En estos shows vas a estar tocando tema de IAN, seguramente habrá temas de Alakrán y Rata Blanca.
-Alakrán, Rata Blanca, IAN y Devenir, que es una banda de principios de los 2000, que tenía mucha letra profética, al igual que la que escribí en Rata Blanca: “Bajo control” y “Jerusalén”. En Devenir y IAN también escribí mucho: desde siempre tuve esta identidad de letra profética, que habla a través de los tiempos. Muchas de las letras que escribí las estoy viviendo: el disco “Nuevo orden” salió en 2012, pero la canción la compuse en 1998.
En la propia
-En tus letras tomás distancia tanto de posturas de derecha como de izquierda. ¿Cómo son recibidas?
-No me puedo condicionar a agradar a la gente. Doy lo que tengo en el corazón, lo que entiendo, lo que creo; luego está el que lo toma o no, el que le sirve o no. Hay bandas con las que estoy totalmente en desacuerdo con las letras, como una banda satanista. Pero hay bandas que aunque las letras no me copan me gustan artísticamente, las escucho y no me involucro con las letras. Hay letras muy negativas, de bajón, espiritualmente diabólicas, que hablan de muchas cosas que no comparto, pero comparto lo artístico.
A la gente calculo que le pasará lo mismo: no compartirá muchas de mis letras, pero artísticamente sé que soy fiel y noble en lo que compongo; lo importante es tener una identidad firme, no estar yendo para donde va el viento: “Hoy escribo esto porque a la gente le gusta; mañana escribo por lo otro porque voy a ganarme a la gente”. Querer estar ganándote a la gente con una identidad que no sabés quién sos al final. Te terminás enfermando porque no sabés quién sos; no sabés qué apoyaste, y lo que apoyaste ayer hoy no podés. Yo soy coherente hace 40 años con lo que escribo.
Juntos en la ruta
-La última vez que habías estado en Santa Fe fue Con Entre el Cielo y el Infierno; ahora pudieron volver a tocar. ¿Cómo viven cada show con esos viejos compañeros?
-Es una banda que está interpretando el disco “Entre el cielo y el infierno”, realmente es algo fabuloso: esas canciones tienen letras que fueron compuestas en un momento impresionante, y toda la ambientación y la atmósfera musical que tiene es para disfrutarlo; uno no se puede negar a las cosas del pasado que tienen vigencia y que tienen una atmósfera artística fuerte y grande. No estamos metiendo ningún manotazo de ahogado: yo tengo mi banda, (Gustavo) Rowek tiene la suya, trabajamos muchísimo; pero estar tocando juntos, después de tantos años, es una satisfacción. Tocar con Sergio Berdichevsky, Rowek, el “Chino” (Javier Retamozo); toda gente con la que compartí ese disco y hemos hecho cientos de miles de kilómetros juntos.
-Cuando actuaron en el Camco fue una fiesta.
-Fue hermoso, pero todos los shows lo son. Teníamos 16 shows: Perú, México, Estados Unidos, y estaba saliendo España ya. Eso fue a fines de 2019, principios de 2020, para mayo. Y obvio que se cayó a pedazos. Se cayeron este tipo de giras, ahora no podés ni programar un acústico.
Crisis espiritual
-Esto también lo estás escribiendo en los temas nuevos que sacaste.
-Sí: “Estampida” lo saqué en 2019, por la estampida ideológica. Acá arrasó con todo: aborto, ideologías contra la familia, contra el niño; que apoyan a violadores y delincuentes; cierre total, dominio y control con Covid-19. Todo ideología del Nuevo Mundo, de este Nuevo Orden.
En “Nuevo orden” también estaban “Rei:naa”, escrito en 2010, y otras que son para después de este tiempo, como “Abadón” y “Revolución internacional”: son proféticos, ambientaciones desde lo espiritual.
-¿Estás escribiendo cosas nuevas?
-Sí, pero más para el sistema emocional. Porque estos tiempos son muy fuertes, muy destructivos para el sistema emocional: la cantidad de gente que está en depresión y en suicidio es 70 veces 7 más grande que en todos los años anteriores. Suicidios de adolescentes, de jóvenes, que ya están secos por todo este sistema de funcionamiento del mundo. Y la epidemia más grande del mundo que es el cáncer: por cada uno que puede llegar a morir de coronavirus, tuberculosis, H1N1, o neumonía, mueren 5.000 de cáncer.
-¿Cómo te mantenés, como decís vos, “caminando por arriba de la tormenta”?
-La única manera es a través de la Fe. No hay manera psicológica, ni principios científicos, ni meditaciones trascendentales que lo puedan hacer. Sólo la Fe en quien pudo caminar por arriba del agua, y en quien pudo resucitar de la muerte: se llama Jesucristo.