Es ingrato por dónde se lo mire el puesto de arquero, pero a la vez resulta clave en la formación de un equipo. La ingratitud viene de la mano de la "soledad" absoluta. Es el último eslabón defensivo y, si se equivoca, no hay nadie para salvarlo, mientras que cualquier otro jugador de campo -sobre todo los defensores- que se equivoque, tiene al arquero como esa última gran posibilidad de subsanar el error.
También la ingratitud viene de la mano de las pocas chances de jugar cuando por encima tienen a un arquero que rinde. A Ignacio Chicco -una de las grandes figuras ante River- le viene pasando con Burián. ¿Quién puede discutir la titularidad de Burián?, nadie. Entonces, las chances para el suplente no sólo que son pocas, sino que tienen un factor de presión muy alto porque deben aprovechar al máximo las posibilidades y sin fallas.
Chicco lo hizo. Atajó poco pero fue figura siempre, inclusive aquélla tarde calurosa en Venezuela, cuando se "comió" un gol ante el Zulia, pero se atajó todo lo que le tiraron. El -Chicco- mordió esa tarde la bronca de la ingratitud. Fue sólo uno su error, pero suficiente para que la vaya a buscar adentro.
Hay otra realidad en Colón, de antigua data: las enormes dificultades para que le tengan confianza a un arquero del club y le puedan dar las chances suficientes para su consolidación. Pasaron Mehring, Aylagas, Lovera, Bailo, Marcos Díaz, Ribas, Betancor, Benedetich, Caloni, Jorge Drago, Tibalt, Yannicelli, Salomón, Nepote, Cabrera, entre otros, hasta llegar a José Luis Erni, que fue el último arquero surgido de las inferiores de Colón que tuvo continuidad en serio. Atajó en 80 partidos, recibió 128 goles recibidos, tuvo mucha continuidad en el Metropolitano de 1980 (atajó 29 partidos) y se puede decir que su caso no pudo repetirse luego por la contínua llegada de arqueros foráneos, muchos de ellos de gran actuación, reconocida capacidad, pero que siempre fueron un tapón para los arqueros que se formaban en la institución.
Uno no sabe qué va a ser de la carrera de Chicco, pero de lo que se puede estar seguro (con esta actuación, aquélla de Zulia y la de este año ante Argentinos Juniors en la Copa Argentina en San Nicolás), es que el cordobés de Brinkman tiene condiciones, personalidad y es un reaseguro que tiene el club para el futuro mediato y también para el inmediato, cuando falte Burián.
Tenés que leerLuego del Monumental golpe, el campeón prestaría a SandovalHay un detalle que pocos saben de la historia futbolística de Ignacio Chicco y la recrea el amigo y colega Emiliano Nunia en el Súper Deportivo Radio de Villa Trinidad. Y es que Chicco pasó por River, cuando tenía 11 años en 2007. "En esa época yo miraba mucho a Franco Costanzo. Después, a Iker Casillas, y me reflejaba en él, porque era zurdo. Nosotros, al lado de mi casa, teníamos un campito, y había una columna que la utilizábamos como un arco. Siempre hacíamos penales con mi hermano. El siempre me pateaba y ahí me empezó a gustar ser arquero. Hasta ese momento, mi papá me obligaba ir a jugar al básquet, porque él jugó al básquet, así que hacía ambas actividades. Después llegado el momento, me incliné por el fútbol y a los 10 años, en el torneo Amistad, en Brinkmann, me vio River y al año siguiente jugué para River yendo y viniendo en los torneos que participábamos. Esa experiencia en River, me terminó definiendo como arquero. No me quedé en River, porque no tenía edad para estar en la pensión y tampoco en la edad de AFA. Se jugaban los fin de semana, entonces cada 15 días salíamos con mi vejo y mi familia. A veces me quedaba una semana o dos semanas y retornaba para Brinkmann. Después, a los dos años, aparece la situación de Colón, donde ya entro en la edad de AFA y entonces podía quedarme en la pensión y no lo dudé", fue lo que contó, en una historia para muchos desconocida.
Se nota que no fue un partido más para Chicco, pero no sólo porque tenía la ocasión de mostrarse sino también por este antecedente. Y algo parecido ocurrió con Facundo Farías, no porque haya demostrado cosas que no hacía en otros partidos, sino porque era también especial para él: River es un club en el que su nombre sonó fuerte y quería hacer las cosas lo mejor posible.
Todo esto que le pasa a Chicco, adquiere mayor relevancia si lo ponemos en el contexto de una situación difícil por la que atravesó en el primer semestre, a nivel personal: se quedó sin abuelos, por el fallecimiento de su abuela y de su tío, ambos como consecuencia del covid. Además, su papá, estuvo internado durante 60 días en terapia intensiva, por el mismo motivo, pero pudo sobrevivir. "Fue una película de terror y fue el peor comienzo de año de mi vida", confiesa en la nota con el Súper Deportivo Radio. Los mensajes de Eduardo Domínguez, los viajes todos los días a Brinkmann -su ciudad en Córdoba- y entregarle su celular al utilero para que se ubique detrás del arco, en cada entrenamiento, y así estar pendiente a cualquier llamada, fueron marcando a este arquero que está demostrando sus grandes condiciones y que se sobrepuso a tantas adversidades.