"Picaflor" es la más reciente producción del músico cordobés, a través de Shika Shika. Una obra que enlaza, al tiempo que desborda, en un sentido homenaje a la música andina.
Archivo En parte, la cultura huanca mantiene vivo todo ese aspecto de no olvidar sus creencias y trabajos, sus bailes y su música. Yo agarré esa fuerza y, lejos de querer imitarlos, busqué mi propia versión .
Martín Bruhn es un músico cordobés radicado en España. Formado en la percusión y amante del directo, es parte de obras claves en la cultura hispanoamericana contemporánea, siendo uno de los intérpretes-autores de la selecta base de "Dios los cría", masterpiece de reversiones de Andrés Calamaro. Su última producción, "Picaflor" (2021), es un homenaje a la cultura huanca, a la música del departamento de Junín (del Valle de Mantaro), encarnada en referentes como Picaflor de los Andes, Flor Pucarina, Zenobio Dagna, la orquesta Ases de Huancayo y Charlie de la Cruz. A propósito de esta obra publicada por el reconocido sello Shika Shika y que será editada en CD en Japón, el artista conversó con Mirador.
Ganas de crecer
¿Cómo fueron los primeros acercamientos de Martín Bruhn a la música? La remera de Invisible nos da una pista. En su casa de la infancia en Córdoba había muchos vinilos. "Gran cantidad de folclore, pero también de música brasileña, los Beatles, jazz", recupera. "Por gente allegada, empecé a escuchar a Spinetta, Charly García y esa fue mi crianza: empecé a tocar aprendiendo esas músicas. Fue un aprendizaje menos 'académico', pero muy enriquecedor en muchos aspectos", completa.
Luego de una serie de indagaciones en lo respectivo a la percusión, Martín emprende un viaje a Nueva York. Corría, vertiginoso, el año 2001. "Recuerdo la cantidad de energía que tenía. De llegar a NY sin conocer a nadie. Nunca había tomado un avión, salir desde Córdoba y bajar en ese 'planeta'. Fue muy grande la sensación y el crecimiento a todo nivel". Allí, pudo encontrarse con referentes de la exploración percusiva, como Satoshi Takeishi y Portiniho. "Esos maestros siempre me empujaron a buscar mi voz propia dentro de la música, a desarrollar mi folclore y a disfrutar cada momento". La gente que admiraba, de la que había escuchado sus discos en era pre-Internet, estaba cerca: "podía estar con ellos, aprender cada noche; eso te lleva a estar muy motivado y con ganas de crecer constantes".
El presente encuentra a Martín Bruhn experimentando una vida itinerante, con eje en España. Compartió estudios y escenarios, entre otros, con Andrés Calamaro, Natalia Lafourcade, Jorge Drexler, Lila Downs, Ismael Serrano, Julieta Venegas, Rozalén, Fabiana Cantilo, Raúl Carnota, Niña Pastori, Susana Rinaldi, Soledad, Walter Malosetti, Carlos Aguirre, el Ballet Nacional de España y Antonio Najarro Jazzing Flamenco. "Disfruto muchísimo tocar en vivo. Ahí me crié. Me seduce mucho subirme a un escenario y sentir esa energía que da el 'hacerlo' ahí: el directo".
Gentileza Shika Shika La portada del álbum, que será editado en CD en Japón.
La portada del álbum, que será editado en CD en Japón.Foto: Gentileza Shika Shika
Desde otro lado
Está claro: un capítulo no alcanza para presentar a Martín Bruhn. Por eso vale la licencia poética, la intrusión de lo anterior en el episodio actual. Porque hay algo que no se dijo y cumple, o podría cumplir, las veces de puente entre el músico-de-sesión y el explorador-de-su-propio-universo. No es novedad: las fuerzas confluyen, no hay uno sin el otro (a pesar del imaginario). El dato es que hace un par de años, Bruhn es DJ residente del prestigioso Café Berlín en Madrid. Allí se presenta en formato solo set, live set y grupo. "Un lugar de mucha tradición, mucha música e historia", resume por mail, aunque se puede sospechar el semblante, la chochera. Hace un tiempito, "los dueños son mi familia, mis hermanos; así que es como mi patio. Pasamos muchas noches tocando y dando baile. Ahí aprendí el arte de mezclar y tocar desde otro lado".
martinbruhncriollo es su alias en Instagram. La última palabra del combo, "Criollo", es el nombre y el concepto que amalgamó las primeras grabaciones. El disco fue publicado en 2012 por Viento Azul, el sello de Lisandro Aristimuño. Para Martín, el disco es un óleo del momento, de sus ganas de plasmarlo, e implica un disfrute por el aprendizaje y un bonus de felicidad por escucharlo. "Lisandro es mi amigo: lo admiro en todo su ser, su concepto musical vital independiente y creador constante. Él me propuso editarlo y fue muy lindo ser parte de su sello. Hicimos varias presentaciones donde él tocaba bajos y ruidos. Estoy muy agradecido de su humildad hacia este tipo de proyectos y el amor con el que trata a la música". Los pasos siguientes fueron "Juego" (2013, junto a Natalio Mangalavite), "Remixes Criollos" (2014) y ocho EP con Eltaly ("Ríos", "Aymara", "Punilla", "Raíces", "Born", "Horai", "Cinema", "Water Moon"). Entre esta serie de búsquedas temáticas, ve la luz "Picaflor".
Pequeño homenaje
En las once estaciones que configuran "Picaflor", Martín Bruhn se pone el traje de pregonero y brinda un "pequeño homenaje" a la música huanca. "Un juramento de culto a la fuerza popular", dirá en un post. La música que, cuenta Bruhn, "me impactó desde el primer momento que la oí: esos sonidos tan andinos hechos con orquestas de saxos, clarinetes, violín y arpa, que acompañaban también a cantantes, a su simpleza mayor y su expresión tan popular". En otras palabras, "es la constante búsqueda de mi propio carnaval".
La alegría hecha música y baile forma parte del ADN de Martín, del "orgullo de ser cordobés" como cantaba Rodrigo. "Soy carnavalero total", reconoce el percusionista radicado en España. "Me gustan muchísimo las fiestas populares y las tradiciones; su gente y la importancia que se le da a esa celebración. Como todas las culturas indígenas, en parte la cultura huanca mantuvo y mantiene vivo todo ese aspecto de no olvidar sus creencias y trabajos, sus bailes y su música. Yo agarré esa fuerza y, lejos de querer imitarlos, busqué mi propia versión".
Una de las fuentes en la que abrevó "Picaflor" es en los viejos vinilos folclóricos. Llenos de polvo, escondidos en los mercados de barrio. Cada vez que viajaba a Perú y otros países de Latinoamérica, Martín pasaba horas buscando "los longplays más olvidados y antiguos de ese estilo". El sonido, la estética de las carátulas ("tan simples como arriesgadas", explica como pie de una foto en Instagram) es algo que lo interpela, visto en retrospectiva, desde niño. Las letras, las melodías, los músicos. Con ese material comenzó a forjarse el deseo de que su música se alojara en vinilo, algo que fue posible gracias a Shika Shika. Su impronta emergente, colectiva y desprejuiciada, "fue otra gran aparición y sorpresa, ya que es un sello discográfico super familiar, donde lo principal es la música y el respeto. Ellos escucharon 'Picaflor' y rápidamente me propusieron editarlo. Es un sueño que tenía de niño y hoy disfruto, feliz, del resultado".
Ese color
Una de las atracciones del mixtape es su carácter aparentemente paradojal. Es un carnaval con huellas electrónicas. Una búsqueda íntima del sujeto en un pueblo de sonoridades. La travesía de Bruhn, aventurero en este universo de percusión, voces y ruido, es tan personal como colectiva. Dos pilares en la arquitectura de la obra fueron Augusto Bracho (bajo arpero, voz) y Leandro Guffanti (saxos, clarinete, esencia absoluta). Además, se conformó una orquesta con la intervención multicolor de: la coplera Mariana Carrizo (voz), Diego Galaz (violines), Marina Sorin (chelo, phonofiddle), Antonio Restucci (mandolina, ronroco), Gabriel "Bizcocho" Pérez (saxos, clarinetes), el infaltable Germán Wiedemer (arpa hotelera), Chelo Segui (saxos), Nacho Mastretta (clarinetes) y Leo Genovese (saxo).
Pero, ¿cómo fue articulándose el diseño sonoro, la polifonía a partir de los componentes particulares? "Fue absolutamente desde las ganas de hacerlo. Grabé todo con los micrófonos menos recomendados, en las peores condiciones acústicas, con mi computadora, registrando a mi amigo Leandro (Guffanti) muchísimas veces para dar ese color de orquesta de pueblo. Después, se sumaron más amigos. Luego, pasamos toda la música por un antiguo delay de cinta y le dio ese color low-fi, de baja calidad como se dice. Todo lo fuimos terminando con mi hermano Gustavo Guerrero [NdA: encargado de la mezcla], venezolano radicado en México". La masterización fue de Leonel Carmona.
El Dorado, prestigioso videasta, sumó su expresividad al conjunto de sentidos desencadenado por el álbum. "Llegó de casualidad y diseñó su paisaje visual", rememora y ordena Martín. "También usó el criterio de baja calidad, que en el campo visual se llama low poly. Diseñó un bus que viaja por las canciones y su esencia. Estoy muy contento de cómo interpretó estas músicas".
Dios los cría
Martín Bruhn es uno de los cuatro componentes estables en "Dios los cría", el álbum de duetos inoxidables publicado por Andrés Calamaro en mayo. Hace memoria y aparece una imagen sonora: "Andrés quería que sonara como un bongó". El vínculo entre ambos surge hace años, con una escala especial en la gira "Licencia para cantar". En palabras de Bruhn, "sabe muy bien lo que es sacar la personalidad de cada músico tocando. Armó un gran equipo donde todos estamos para 'engrandecer' las canciones desde la forma más simple que se pueda. Creo que es lo más difícil, ya que por lo general fueron interpretadas anteriormente de forma magistral". Aquellas sesiones, muy trabajadas, fueron "todo natural y un ambiente de camaradería absoluta".