Crash, es un sonido asociado con algo que se quiebra, que se rompe, un retumbe que anuncia que ha ocurrido un hecho de consecuencias negativas.
Famoso por sus intervenciones verbales, que en tiempos pasados fueron compiladas bajo el ocurrente título de "Anibaladas", el funcionario más áspero del nuevo Gabinete albertiano, se pasó de la raya en el mensaje enviado a Nik con una advertencia inocultablemente gansteril.
Crash, es un sonido asociado con algo que se quiebra, que se rompe, un retumbe que anuncia que ha ocurrido un hecho de consecuencias negativas.
Aunque su autor pretenda minimizarlo, es lo que ha ocurrido en la sociedad con el tuit que el ministro de Seguridad de la Nación, Aníbal Fernández, le enviara al dibujante y humorista Nik, molesto por la crítica del historietista a los regalos con los que el gobierno intenta comprar conciencias a ojos vista de toda la población.
Famoso por sus intervenciones verbales, que en tiempos pasados fueron compiladas bajo el ocurrente título de "Anibaladas", el funcionario más áspero del nuevo Gabinete albertiano, se pasó de la raya en el mensaje enviado a Nik con una advertencia inocultablemente gansteril.
Hasta los chicos, que pasan horas frente a los aparatos de televisión, están familiarizados con las amenazas de los matones políticos o de los delincuentes que buscan torcer conductas a través del miedo. De modo que cuando son explícitas, como en este caso, no hacen falta complejas hermenéuticas para desentrañar el significado del mensaje.
Aníbal dijo lo que dijo, y hecho está, por más que ahora intente sus más osadas gambetas dialécticas para explicar que su intención era otra, y que, para variar, fue malinterpretado.
En su tuit, Aníbal le dice a Nik: "Muchas escuelas y colegios de la CABA reciben subsidios del estado y está bien. Por ejemplo, la escuela/colegio ORT. ¿La conoces? Sí que la conocés. ¿O querés que te haga un dibujito? Excelente escuela lo garantizo. Repito. ¿La conocés?"
El texto recuerda a mensajes recibidos por personas dispuestas a declarar en un juicio criminal o reacias a pagar un determinado canon para que lo dejen desarrollar sus actividades en paz. Es el típico "sabemos dónde vivís con tu familia, y a qué escuela van tus hijos", comunicación que busca golpear el flanco emocional del destinatario para que cierre la boca o pague la "protección" que se le requiere para dejarlo funcionar.
Aníbal señala el colegio de las hijas de Nik, lo que presupone un conocimiento previo por parte de un ministro que tiene aceitadas vinculaciones con miembros de las fuerzas de seguridad. Se equivoca en asignarle la percepción de un subsidio al establecimiento privado, pero ese es un error secundario. El centro de la cuestión es que le dice al dibujante que conoce la escuela a la que asisten sus hijas, que es lo mismo que decirle "te tenemos en la mira, dejate de joder" para usar una expresión propia del vocabulario del ministro.
Para contrarrestar el impacto público causado por la amenaza, Aníbal cuestionó el criterio periodístico del diario La Nación (una de las principales publicaciones en las que Nik ejerce su humor) ya que, a su entender, en vez de destacar la imputación a la banda de "Los Monos" de haber lavado 1.200 millones de pesos utilizando unas 40 empresas creadas al efecto, se empecina en analizar las aristas del tuit dirigido a Nik.
Uno podría preguntarse "qué tendrá que ver el c… con la comisión de fomento". Son dos informaciones importantes. La de Nik no se agota en la figura del humorista y su familia, porque tiene el alcance de una advertencia generalizada a quienes hagan públicas sus discrepancias y críticas respecto de procederes del gobierno nacional. La de "Los Monos" carece de novedad; es sabido que esa organización blanquea fondos del narcotráfico desde hace rato, y en Rosario se comenta que tienen fuertes inversiones en el sector inmobiliario más moderno y caro de la ciudad del sur, así como en agencias de autos de alta gama. De modo que está bien que se investigue a la banda, cosa que ocurre desde mucho antes que Aníbal asumiera como ministro de Seguridad. Y está mal, muy mal, que el ministro de esa cartera apriete a ciudadanos disidentes, porque eso atenta contra la institucionalidad republicana y democrática de la Argentina.
Quienes conocen los trasfondos de los mensajes del reciclado ministro, puntualizan que detrás de la relevancia atribuida a la noticia sobre los ilícitos de "Los Monos" a través de una red de sociedades y un avanzado software de administración, subyace un ataque a la simplificación de los trámites constitutivos de sociedades instrumentada por el exgobierno de Macri, a quien de paso calificó sin remilgos de "h de p".
Como no hay sistemas perfectos, las conductas delictuosas suelen saltar los límites legales con el asesoramiento de profesionales especializados en encontrar atajos elusivos cuando no abiertamente ilícitos. Los delincuentes lo hacen cualquiera sea el orden legal imperante. Lo que debemos preguntarnos es cuánta actividad económica, cuántos puestos de trabajo y qué número de iniciativas emprendedoras perdemos cuando los controles fóbicos alambran a una sociedad cuyos actores se ven compelidos a pasar por las estaciones de peaje habilitadas formal e informalmente por el poder en ejercicio.
La crítica interlineada de Fernández privilegia el cerrojo fiscal a la libertad de producir y comerciar. Es que la hipótesis de un país receptivo de la voluntad de emprender e invertir, les pone los pelos de punta a los promotores de Más Estado (etapa previa a Todo Estado), porque sólo en las cuevas de una organización estatal opresiva tienen una fluida oportunidad de obtener ingresos, a menudo sustanciosos. En cambio, en el juego abierto de una sociedad moderna, pierden espacios y se debilitan por la multiplicación de actores generadores de nuevas ideas e iniciativas.
Estos teóricos, que tienen su principal tanque de pensamiento en el Instituto Patria, perciben sus sueldos del Estado, y hacen negocios con el Estado, envueltos siempre por la coraza protectora de la bandera nacional, sustraída con violencia moral a los argentinos que no piensan como ellos.
El amor a la patria que dicen profesar, es sólo una frase hecha, que ha ido perdiendo efectividad a medida que la ciudadanía de a pie ha podido cotejar su sostenido retroceso económico con el crecimiento inexplicable de las fortunas de los autoproclamados patriotas que, además, las exhiben sin atisbo de vergüenza.
La desesperación por revertir el resultado electoral de las Paso, los llevan a cometer violaciones contra la condición humana como no se veía desde hace mucho tiempo. El intento de canjear viajes, electrodomésticos y dinero por votos, implica tratar a ciudadanos como simples mercancías. Habría que remontarse al asiento de esclavos del Retiro (actual plaza San Martín de CABA) en el siglo XVIII, para encontrar un parecido mercadeo de personas en la escena pública y a la luz del día. Todo es tan horrible que la sonoridad del ¡crash! se percibe en una sociedad al borde de la implosión.
El típico "sabemos dónde vivís con tu familia, y a qué escuela van tus hijos", busca golpear el flanco emocional del destinatario para que cierre la boca o pague la "protección" que se le requiere para dejarlo funcionar.
Está mal, muy mal, que el ministro de Seguridad apriete a ciudadanos disidentes, porque eso atenta contra la institucionalidad republicana y democrática de la Argentina.
El amor a la patria que dicen profesar, es una frase hecha, que ha ido perdiendo efectividad a medida que la ciudadanía ha podido cotejar su sostenido retroceso económico con el crecimiento inexplicable de las fortunas de los "patriotas".