Los restos del Titanic se encuentran partidos en dos secciones, separadas entre sí por 600 metros. La corrosión marina ha hecho sus efectos llenando de carámbanos de óxido cada espacio del navío y la tumba que es en sí el barco está muy degradada.
Algunos perfiles son apenas reconocibles. La cubierta de madera y todos los objetos exteriores de ese material han desaparecido y está sólo presente la baranda de hierro cubierta en parte por barro y otras concreciones marinas.
La sección de popa se encuentra severamente estropeada. Por las características del daño los investigadores sostienen que esta parte del barco cayó casi de plano sobre el fondo (desde una altura de más de 3 km), desarmándose y aplastándose con la fuerza del impacto.
También se cree que, a diferencia de la sección de proa, la popa al hundirse no se hallaba completamente inundada, lo que pudo provocar durante el descenso un súbito aplastamiento del casco al alcanzar una determinada profundidad, debido a la enorme presión del agua.
La sección de proa está en un relativo mejor estado respecto de la popa y sus estructuras son reconocibles aún. Falta una sección media del barco que se cree quedó enterrada cerca del lugar.
Los investigadores asocian el mejor estado de la sección de proa a que ésta “planeó” en el agua y se posó con relativa suavidad en el fondo.
El barco por dentro
Algunas expediciones han logrado introducir robots con cámaras en el interior del Titanic. Éstas recorrieron algunas habitaciones de la cubierta A y se descubrió que las chimeneas en las habitaciones de lujo, cerámicas, pianos, sillas y catres aún son reconocibles, en especial las lámparas.
Algunos exploradores creen haber encontrado la fisura provocada por el témpano de hielo y han lanzado algunas teorías que han refutado la idea de que el témpano rajó la obra viva. Se ha aceptado que el témpano desprendió y soltó los remaches de las planchas del casco combándolas y permitiendo que el agua penetrara.
Algunos fragmentos del casco que han sido analizados han demostrado el por qué del naufragio: según los investigadores el acero empleado en la construcción contenía una alta proporción de azufre y fósforo, elementos que conferían a este acero una alta fragilidad al navegar por aguas muy frías; bastó una moderada tensión transversal (el fondo del témpano) para que los remaches saltaran y se produjese la fatal vía de agua. En pocas palabras, el desastre del Titanic fue de tal magnitud que obligó y sigue obligando a los actuales constructores de navíos y autoridades gubernamentales a tomar y establecer las más estrictas normas de seguridad.
El estado general de los restos del Titanic ha preocupado últimamente a la comunidad científica pues se ha verificado un aumento de la velocidad de corrosión pese a la escasa proporción de oxígeno en las frías aguas. Esto es debido a las fuertes corrientes imperantes como la de Loreley que recorre todo el fondo marino del sector.
En 2010, un equipo de investigadores descubrió la bacteria Halomonas Titanicae en los restos, y se sospecha que esta bacteria sea la responsable de acelerar el deterioro de la estructura.







