Contaminación cruzada y etiquetas confusas: un combo peligroso para la salud
La Assal impulsa capacitaciones para optimizar el manejo de ingredientes sensibles y evitar riesgos en productos de consumo. El objetivo es mejorar la prevención y reforzar la seguridad en cada etapa de la elaboración.
El aumento de reacciones alérgicas graves pone en foco los desafíos de la industria alimentaria.
Las alergias alimentarias afectan a una porción cada vez más grande de la población y, en muchos casos, generan reacciones severas que pueden comprometer la salud de forma inmediata. En este contexto, la correcta identificación de los alérgenos presentes en los productos alimenticios se vuelve fundamental para prevenir situaciones de riesgo, especialmente en personas con alta sensibilidad.
Uno de los principales recursos para cuidar la salud de quienes padecen alergias alimentarias es el etiquetado adecuado de los productos. En Argentina, el Código Alimentario Argentino (CAA) establece que los alérgenos deben estar claramente indicados en el rótulo, utilizando mayúsculas y negrita, bajo frases como “Contiene…” o “Puede contener…”, seguidas del nombre del alérgeno o sus derivados.
“Los alérgenos alimentarios son un grupo de alimentos que produce en la población sensible un montón de problemas de salud”, explicó Eduardo Elizalde, integrante de la Agencia Santafesina de Seguridad Alimentaria (ASSAL). “Esto es una gestión que se hace desde la planta de alimentos”, agregó, en referencia a la importancia de controlar no solo los envases, sino también los procesos de producción.
En Argentina,los alérgenos de declaración obligatoria incluyen la leche, el huevo, el pescado, los crustáceos, el maní, la soja, los cereales con gluten (como el trigo, avena, cebada y centeno), las frutas secas y los sulfitos. La lectura consciente del etiquetado se convierte, así, en una práctica clave para quienes deben evitar estos ingredientes.
Gestión dentro de las fábricas
Más allá del etiquetado, Elizalde remarcó que hay otro aspecto fundamental: “La gestión dentro de la empresa, dentro de la planta elaboradora, y también el trabajo que hacen los auditores sobre lo que es la verificación de la implementación de ese plan de gestión de alérgenos”.
Es clave leer las etiquetas, sobre todo la lista de ingredientes.
Una de las preocupaciones centrales está relacionada con la contaminación cruzada. Esto puede suceder cuando se utilizan las mismas líneas de producción para distintos alimentos y no se implementa la limpieza adecuada entre una elaboración y otra. “Es trabajo tienen que hacerlo puertas adentro”, afirmó Elizalde. “Lo que intentamos es que ese ‘puede contener’ empiece a disminuir”, destacó.
En este sentido, desde ASSAL se convocó a empresas, técnicos y responsables de producción a jornadas técnicas, no sólo para capacitarlos, sino también para proporcionar herramientas que mejoren la implementación de políticas efectivas de control de alérgenos.
Alergias en aumento y sin cura
Actualmente, no existe una cura para las alergias alimentarias. Si bien en algunos casos los niños pueden superar ciertas alergias con el tiempo, esto no ocurre en todos los casos. En la población pediátrica argentina, las más frecuentes son a la leche, el huevo y el maní.
Huevo, maní, gluten y otros ingredientes deben ser claramente identificados.
A nivel mundial, se observa una tendencia creciente no solo en la prevalencia, sino también en la gravedad y complejidad de las alergias alimentarias. Esto hace que la gestión eficaz en toda la cadena alimentaria —desde la elaboración hasta el etiquetado— sea esencial.
“Como la legislación es relativamente nueva, lo primero que se cumplió fue la declaración de alérgenos dentro del rótulo”, indicó Elizalde. Sin embargo, aún queda mucho por hacer para minimizar riesgos y garantizar la seguridad de los alimentos para todos los consumidores.
La próxima jornada organizada por ASSAL será en junio en Rosario, con foco en la evolución de la industria alimentaria, y en septiembre se realizará una nueva instancia en Santa Fe. Mientras tanto, el trabajo continúa: la prevención empieza en la fábrica, pero también necesita consumidores informados y atentos.
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