¿Cómo se vivieron en Santa Fe los "ejercicios de oscurecimiento" de 1978?
Al final de ese año, la posibilidad de una guerra con el país vecino por el conflicto del Beagle era casi palpable. Estas instancias de preparación buscaban que la ciudadanía supiera qué hacer frente a catástrofes naturales o provocadas.
Una postal de la ciudad de mediados de la década del 70.
Los argentinos solemos recordar al año 1978 por el Mundial de Fútbol, en el cual la selección dirigida por César Menotti alzó la copa. Sin embargo, ese mismo año tuvo su contracara oscura: la Argentina estuvo muy cerca de embarcarse en un conflicto armado con el vecino país de Chile.
La disputa era territorial, vinculada al Canal Beagle. Ambos países estaban gobernados por dictaduras que tenían en común políticas represivas y violaciones a los derechos humanos. Pero que diferían en estilo y tensiones internas.
En Chile, bajo Augusto Pinochet, el régimen buscaba evitar la guerra sin ceder soberanía territorial y mantuvo la defensa nacional en secreto, controlando la prensa para evitar un clima bélico en la población.
En Argentina, la Junta Militar enfrentaba división interna, entre "blandos" y "duros", y un nacionalismo agresivo que alimentaba la retórica belicista. Incluso se prepararon planes militares de invasión como la Operación Soberanía con fuertes discursos militaristas y movilizaciones públicas.
Las negociaciones bilaterales fueron infructuosas, con posturas irreconciliables sobre soberanía e incluso amenazas de guerra tras el rechazo argentino al Laudo Arbitral Británico de 1977. La mediación papal fue finalmente aceptada, pero fue (como la película de Mel Gibson) "el año que vivimos en peligro".
Así reflejó El Litoral la concreción de los ejercicios. Foto: Archivo El Litoral
"Apagones" para prepararse
Ese clima de época tuvo derivación en la vida cotidiana de los santafesinos y así lo reflejó El Litoral en sus ediciones de aquellos días. Es que las autoridades dispusieron la realización de los llamados "ejercicios de oscurecimiento", destinados a preparar a la población para eventuales situaciones extremas.
Archivo El Litoral
No era la primera vez: hay registros que muestran acciones similares en los años 40 y 50. Pero fueron más tensos, la amenaza de enfrentamiento era palpable.
La organización
Los ejercicios (fueron al menos dos, a fines de octubre y a mediados de diciembre) se realizaban bajo una metodología muy específica.
Primero se trazaba un área, comprendida por distintas arterias, abarcando varias manzanas (incluso en uno de los casos abarcó una porción enorme de la ciudad). Luego, se dividía en sectores, cada uno con su jefe, quien a su vez, tenía que designar jefes de manzana para organizarse.
Archivo El Litoral
El Centro de Emergencias Municipales, el ente coordinador con la Junta Municipal de Defensa Civil, disponía de dos secciones. "Operaciones", con abastecimiento, alarma, comunicaciones, orden, inteligencia y evaluación, y difusión. Y "Abastecimiento", con servicios de transportes y finanzas.
La premisa era adoptar medidas para que "no se proyecte al exterior de los locales ningún rayo de luz. Igual temperamento se adoptará en las viviendas comprendidas en el sector", señala El Litoral en su edición del 19 de octubre de 1978, al anunciar el ejercicio programado para el 31 de octubre.
"En lo que se refiere a los edificios de departamentos, el responsable de que se cumpla con lo previsto será el encargado", agrega, para recordar que "deberá procederse, además, a la clausura de la iluminación de balizas colocadas en las terrazas".
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La iniciación del ejercicio y su clausura eran anunciadas mediante toques de sirenas. En paralelo, las iglesias comprendidas en el radio del operativo hacía escuchar el tañido de sus campanas.
Impedir el paso de la luz
Las salidas de luces de los edificios y viviendas debían ser oscurecidas por dispositivos opacos y con ajuste que descartase la posibilidad de salida al exterior de cualquier cantidad de luz, por pequeña que sea.
La instrucción era oscurecer las salidas de luz con apropiadas persianas, celosías, cortinas gruesas o chapa, madera, cartón, papel fuerte, hojalata u otros materiales. El pintado de los vidrios de ventanas, claraboyas o vitraux, sólo era permitido como medida complementaria.
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¿Para que se hacían?
Las acciones estaban coordinadas por la Junta Municipal de Defensa Civil, conforme instrucciones impartidas por el Ministerio de Defensa, a través del Ministerio del gobierno de la provincia.
El objetivo de la autoprotección, según consta en una nota de El Litoral del 30 de octubre de 1978 era prepararse con anticipación para "saber sin titubeos cuál deberá ser su comportamiento ante una catástrofe, natural o provocada".
También apuntaba a "aprender fundamentalmente a evitar el pánico", en la certeza de que "si cada uno sabe qué hacer en cada caso, los peligros serán infinitamente menores".
Archivo El Litoral
Un dato de color: dadas las características de la ciudad, la Prefectura Naval de Santa Fe debió informar que, durante el horario del ejercicio, tuvo que prohibirse la navegación en la zona comprendida por los diques 1 y 2.
Lo cierto es que los "ejercicios de oscurecimiento" le cambiaron la cara a calles y hogares, "atravesados" por la historia del país. Que se vive tanto en las oficinas gubernamentales como en la penumbra de una ventana cerrada.