Edith Miroznik y Josela Katz, dos de las empresarias que hacen brillar a Joyería El Rubí
Herederas de un legado de "mujeres fuertes y visionarias", tía y sobrina mantienen viva una tradición de más de 100 años. Honestidad inquebrantable, diseño de vanguardia y un servicio que acompaña las historias de amor son el sello de su gestión.
Edith Miroznik y Josela Katz, empresarias que representan la cuarta y quinta generación de Joyería El Rubí.
En el marco de los 50 años de los Premios El Brigadier, que reconocen la excelencia empresarial santafesina, la tradicional Joyería El Rubí se destaca como un ícono de tradición, honestidad y liderazgo femenino. Al frente de este legado familiar que comenzó a principios del siglo XX, se encuentran Edith Miroznik y Josela Katz, empresarias que representan la cuarta y quinta generación, respectivamente, y que impulsan la compañía con visión de futuro y un profundo amor por el oficio.
En el marco del especial “Mujeres Empresarias”, en diálogo con El Litoral, tía y sobrina compartieron la clave para mantener viva una empresa con más de un siglo de trayectoria: la transmisión de valores inquebrantables, la constante capacitación y la capacidad de entrelazar la tradición con la alta joyería de vanguardia.
Un legado familiar forjado en honestidad y seriedad
Para Edith Miroznik, diseñadora y empresaria de la cuarta generación, Joyería El Rubí no es solo un negocio, sino un orgullo que se sustenta en tres pilares fundamentales inculcados por sus padres: seriedad, honestidad y responsabilidad social empresarial.
"Somos una empresa líder en el mercado nacional e internacional, y esos valores los hemos transmitido a nuestros hijos, que ya son la quinta generación", afirma Miroznik, destacando que la cohesión familiar es crucial. Aunque cada uno tiene un rol definido, existe una flexibilidad que permite que todos puedan asistir en las tareas del otro.
La empresa se divide en dos grandes áreas: la tradicional, a cargo de Josela, enfocada en los locales de atención al público, y el área de alta joyería, bajo la dirección de Edith, donde se concentra la fabricación y el diseño de piezas exclusivas.
Edith y Josela, tía y sobrina, compartieron la clave para mantener viva una empresa con más de un siglo de trayectoria.
La inspiración argentina en la alta joyería
Como responsable del área de diseño, Edith Miroznik dirige un equipo que trabaja para materializar sus ideas. Su mayor inspiración creativa proviene de la cultura, las vivencias y los paisajes de la Argentina.
"Lo mágico es ver esa pieza terminada en las manos de una mujer", comenta Miroznik. Recientemente, esta visión se plasmó en la colección "Pasión Verde", presentada en el cierre del Fashion Week en el Museo Fortabat, una serie que rinde homenaje a los campos argentinos, siguiendo la línea de colecciones anteriores inspiradas en el Sur, el Norte (como la Quebrada de Humahuaca) o los hielos.
Reconocimiento de la Cámara de Diputados a Diana y Edith Miroznik por su rol social y empresarial en la ciudad de Santa Fe.
El vínculo con el cliente
Josela Katz, que integra la quinta generación y está al frente de la parte tradicional y la atención al público, heredó el amor por este rubro de su madre. "Es un orgullo lo que me tocó. Amo este rubro desde mis inicios, porque empecé muy chica al lado de mi mamá -Diana Miroznik- . Ella me transmitió este amor, no solo por las joyas, sino también por la atención al público", asegura Katz.
La clave de la longevidad de El Rubí radica en su capacidad de conjugar lo clásico con la tendencia global. Josela explica que las generaciones anteriores fueron "mujeres muy cosmopolitas", lo que llevó a la joyería a ser vanguardista. "El cliente que nos elige sabe que acá va a encontrar lo clásico —tenemos un catálogo de más de 50 años— y también moda y tendencia", destaca Josela Katz.
La joyería es un rubro íntimamente ligado a los sentimientos, y El Rubí es testigo de innumerables historias de vida. "Trabajar con las emociones es fantástico", confiesa Katz. La empresa acompaña a los clientes desde el momento de la elección del anillo de compromiso, las alianzas de boda, hasta el nacimiento del primer hijo o los 15 años de las hijas.
Ambas empresarias coinciden en que la fidelidad del cliente es una de sus mayores satisfacciones. "Hemos vendido a abuelos que hoy vienen con sus nietos. Muchos llegan con orgullo y me dicen: 'Mirá, la alianza que tengo puesta me la vendió tu padre, y ahora traigo a mi nieto para que elija la suya'. Eso es muy emocionante", relata Edith Miroznik.
Este vínculo se refuerza con un servicio postventa de excelencia, un pilar que la madre de Josela siempre remarcó: toda joya comprada en El Rubí cuenta con un respaldo total.
"Lo mágico es ver esa pieza terminada en las manos de una mujer", comenta Miroznik.
El Brigadier, un Impulso y reconocimiento al legado
La larga trayectoria de excelencia de Joyería El Rubí ha sido reconocida con múltiples galardones, incluido el prestigioso Premio El Brigadier, que han recibido durante años, e incluso el Brigadier de Oro.
Para Edith Miroznik, los premios no son solo un motivo de orgullo, sino que le "dan fuerza para seguir adelante" y la impulsan a continuar con el trabajo que ama. Josela Katz, por su parte, ve en el Brigadier una confirmación de que están "haciendo las cosas bien" y manteniendo vivo el legado de honestidad y conexión con la gente.
"Vengo de un legado de mujeres empresarias fuertes, visionarias, verdaderas leonas", concluye Katz, refiriéndose a su abuela y madre. Su aspiración es clara: seguir formando mujeres fuertes, empresarias y visionarias que, desde su lugar, puedan generar un impacto positivo.