El violento remolino de viento que se vio sobre Carcarañá, en pleno temporal y bajo alerta amarillo, despertó la duda inmediata: ¿tornado sí o no? Aunque visualmente se le parece, los meteorólogos señalan que podría tratarse de un gustnado, un fenómeno menos conocido pero bastante frecuente en la llanura pampeana.
El gustnado es un remolino de viento que se forma en el frente de ráfaga de una tormenta intensa. Nace a nivel del suelo, cuando una poderosa corriente de aire frío desciende desde la nube, golpea el piso y se expande hacia adelante, levantando polvo, tierra y ramas a su paso.
En Carcarañá, vecinos del barrio Altos de Carcarañá contaron que el cielo se oscureció como si fuera de noche, que llegaron ráfagas muy fuertes y que, en cuestión de segundos, apareció una “columna” de viento que arrancó árboles. Ese comportamiento encaja con la descripción típica de un gustnado asociado al frente de ráfaga.
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A simple vista, ambos fenómenos pueden ser parecidos. Sin embargo, el tornado clásico está conectado a la base de la nube y suele estar ligado a tormentas muy organizadas, como las supercélulas. El gustnado, en cambio, no presenta esa “chimenea” unida a la nube: es un remolino que se organiza en el borde de la ráfaga.
Otra diferencia importante es la intensidad y duración. Mientras que un tornado puede recorrer varios kilómetros y generar daños devastadores, los gustnados suelen tener diámetros de entre 10 y 70 metros, ráfagas más acotadas y una vida muy breve, de segundos a pocos minutos, con daños localizados.
El rol de la temperatura y la humedad
Para que se produzca un gustnado debe existir un fuerte contraste entre el aire frío que baja con la tormenta y el aire cálido y húmedo que está delante. Cuando la corriente descendente impacta en el suelo y se desplaza, obliga a ese aire más cálido a subir de manera violenta y, en algunos sectores, esa masa ascendente comienza a rotar.
Esa rotación, sumada al viento intenso, es la que levanta polvo, hojas y restos del suelo, generando el característico “tubo” marrón o grisáceo que se vio en varios de los videos tomados en Carcarañá. Desde lejos, para un observador no entrenado, resulta casi indistinguible de un pequeño tornado.
Carcarañá y el “pasillo de los tornados”
Los especialistas insisten en que la región pampeana, incluida Santa Fe, forma parte de un corredor donde las tormentas fuertes y severas son habituales. Por eso se habla del “pasillo de los tornados”, solo superado por Estados Unidos en cantidad de eventos de este tipo y de fenómenos asociados como los gustnados.
En el caso de Carcarañá, el remolino se dio mientras regía un alerta por tormentas con granizo, fuertes ráfagas y lluvia intensa. Más allá de la discusión técnica sobre su clasificación exacta, el resultado fue claro: árboles caídos, calles anegadas y vecinos conmocionados por un episodio tan corto como violento.
Un fenómeno menos famoso, pero igual de peligroso
Aunque los gustnados no alcanzan la potencia de los grandes tornados, pueden provocar daños importantes en estructuras livianas y representar un riesgo para quienes estén al aire libre. Un árbol, una chapa o un objeto suelto convertido en proyectil alcanza para causar heridas graves.
Por eso, ante tormentas fuertes como la que se vivió en Carcarañá, la recomendación es la misma: seguir los avisos oficiales, evitar permanecer a la intemperie y refugiarse en lugares seguros. Los remolinos de viento pueden ser fascinantes de ver, pero conviene hacerlo siempre desde adentro y a una distancia prudente.
Con información de Meteored