La nave clave de la NASA en Marte dejó de responder y crece el misterio
La señal de la sonda MAVEN se interrumpió el 6 de diciembre, tras una órbita rutinaria, y los ingenieros sospechan un fallo en el sistema que permite a la nave orientarse en el espacio, mientras trabajan contra reloj para intentar recuperarla.
Silencio en Marte: la NASA pierde contacto con su sonda MAVEN tras 10 años en órbita
La NASA atraviesa horas de incertidumbre en torno a MAVEN, la sonda que desde hace más de una década orbita Marte y se ha vuelto indispensable para la exploración del planeta rojo. La agencia espacial estadounidense informó que el 6 de diciembre dejó de recibir señal de la nave, justo después de que completara una pasada por detrás del planeta en una órbita considerada de rutina. Minutos antes, toda la telemetría indicaba un funcionamiento normal de los sistemas a bordo.
Según la primera reconstrucción del episodio, el problema no estaría en las antenas de la Red de Espacio Profundo en la Tierra, sino en la propia MAVEN. Los técnicos describen la anomalía como una posible pérdida de la capacidad de la sonda para saber en qué dirección está apuntando, un fallo de orientación que impediría al mismo tiempo orientar correctamente los paneles solares hacia el Sol y las antenas hacia nuestro planeta, condición básica para mantener el enlace de radio.
Este tipo de inconvenientes es habitual en misiones de larga duración y suele estar vinculado al desgaste de sensores como giróscopos y unidades de medida inercial, que ayudan a la nave a “sentir” sus movimientos en el espacio. MAVEN ya había sufrido un episodio similar en 2022, que obligó a rediseñar parte del software de control de actitud. Ahora, la preocupación es que un fallo más severo haya dejado a la sonda en una configuración inestable de la que le cueste salir sin instrucciones precisas desde Tierra.
Marte observado en 2020 por el Perseverance rover. Crédito: NASA
MAVEN llegó a Marte en 2014 con una misión científica muy concreta: estudiar las capas altas de la atmósfera y su interacción con el viento solar, para entender cómo el planeta perdió gran parte de su aire y de su agua a lo largo de miles de millones de años. Con el paso del tiempo, además, se transformó en un nodo fundamental de comunicaciones: actúa como “router” en órbita, recogiendo datos de rovers como Curiosity y Perseverance y enviándolos a la Tierra con un ancho de banda mucho mayor que el que permiten los enlaces directos desde la superficie.
La agencia calculaba que MAVEN tenía combustible suficiente para seguir operando, al menos, hasta finales de la década de 2030. Por eso, la pérdida de contacto no solo encendió alarmas técnicas, sino también estratégicas: si la nave no puede recuperarse, la red de satélites que sostiene la presencia robótica en Marte quedará más limitada y vulnerable, justo cuando la comunidad internacional sueña con dar el salto hacia misiones tripuladas al planeta rojo. Mientras tanto, los ingenieros seguirán enviando comandos a ciegas, con la esperanza de que, en algún momento, MAVEN vuelva a “girar la antena” hacia casa y rompa el silencio.